Dar el primer paso

El pueblo venezolano sabe que hasta tanto no sea erradicado lo que provoca su desgracia, entonces, el día siguiente siempre será peor, porque el pasar de los días se le ha convertido en una acumulación de angustias, de problemas cotidianos que permanecen sin resolver y de una desesperación muda que ahoga pero tiene por ahora como mecanismo de escape una producción masiva de acevés, infartos como respuestas fatales y de locura como escape de la realidad, situacion que está casi ya rayando en epidemia. Es necesario un plan. Es apremiante cambiar la realidad social para que el cerebro y los corazones de los más pobres no sigan reventándose en vano. No podemos, por ningun motivo, dejar que la esperanza de libertad y justicia se apaguen en el alma colectiva del venezolano, porque la tristeza está ahí amenazando con cubrir y marchitar como hierba trepadora todo el país.

Venezuela todavía cuenta con mucha reserva moral, mucho recurso material y talento humano para salvarse y poder reconstruirse como una nación donde no existan desigualdades, ni amos ni esclavos, ni explotadores ni explotados, ni gobernantes ni gobernados sino, únicamente ciudadanos industriosos libres y liberadores. Lo que hace falta es creer un poquito más en esa potencial realidad que se nos oculta.

Sin embargo, hay un punto débil que debemos superar y tiene que ver, con que solamente puede hacerse realidad la liberación social, cuando comprendamos que es con el saber suficientemente explicado y ya demostrado de que para deslastrarnos de esta catástrofe, producida por la decisión del madurismo de gobernar a favor de los capitalistas en detrimento del pueblo trabajador, y de haber «Restaurado» la situación anterior a la revolución bolivariana, es desconectándo a Venezuela de la avaricia y la guerra entre los avariciosos, y que las clases empobrecidas y explotadas además de tomar en sus manos el control del nuevo estado comunal, asuman la desobediencia anticapitalista y epistémica e irrumpan contra la competencia engendrada por las lógicas y la cultura del capital.

Luego, concentrarse en la formación, sin desmayar, hasta llegar al punto de no retorno, de una nueva ética colectiva, imaginar una cultura de la colaboración y el cuidado mutuo, y que a partir de esos nuevos valores vayan emergiendo nuevas relaciones sociales sobre los cuales habrá de fundarse, un desarrollo humano integral que saque al pueblo venezolano del empobrecimiento y erija la nueva sociedad auto gobernada y de productores libremente asociados.

Por consiguiente, para lograr esa meta posible, el pueblo venezolano tiene hoy una tarea impostergable que concretar y tres enemigos que deberá vencer para poder retomar el camino de la independencia y la soberanía que venía conquistando felizmente con Chávez.

La tarea no puede ser otra que unificar, todas sus energías y deseos de cambio en una Junta Patriótica de Salvación como un instrumento político que surge de la misma historia patria, con la modificación de que hoy debe ser dirigida por las mismas clases trabajadoras sosteniendo el Plan de la Patria original 2013-2019 como el único programa correcto hasta ahora donde se pueden ver bien definidos los intereses de las grandes mayorías despojadas por el capitalismo Y los enemigos a vencer son, por un lado, el imperialismo norteamericano en declive, de otro lado, la oposición de ultraderecha antivenezolana de la esquizofrénica machado y el delincuente lópez, y además el catastrófico madurismo. Y los tres son perfectamente derrotables, siempre que seamos capaces de transformar toda la energía popular en una poderosa fuerza material a través de la creación de una Junta Patriótica de Salvación.

En caso contrario, si no salimos al encuentro, si no podemos o no queremos juntarnos incapacitados por el parcelismo mediocre e inutil, entonces, la consecuencia será que seguiremos sufriendo por tan enorme incapacidad y falta de visión política. Es necesario un plan de acción, crear una mente, un espíritu y una opinión colectiva de que si es posible construir una alternativa revolucionaria desde y del pueblo. No importa que al dar el primer paso tengamos tropiezos pero es necesario darlo.



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Arnaldo Aguilar Dorta


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