(Dedicado a mis amigos y amigas con quienes comparto utopías libertarias)

Reflexiones en tiempos navideños

Me permito declarar que Dios no es un hombre sino un verbo; una manera de comulgar solidariamente con los semejantes. Comparto con Einstein en este tiempo navideño que también me asombran los cielos estrellados y el universo moral interior.

¡Que la paz impere en el mundo! ¡Que los oficiantes de la muerte y del genocidio sean devorados por los minotauros del infierno!

Convoco a mis congéneres a un bendito Sanedrín para converger en caminos que nos permitan alcanzar el reino de los elegidos, intentando reconciliar el amor al cielo y la felicidad en la tierra.

Nosotros, los humanos, fugitivos debemos ser de la insensibilidad. Busquemos en cambio el dictamen del sentimiento. Menester es que nos congreguemos en los aposentos del amor, cuando el Niño Dios despliega sus alas en su colmena infinita.

El orfebre destino canta jubiloso a los que procuran el bien del prójimo.

Un convivium de ángeles se adviene al pesebre que cobija ternuras con el influjo del infinito.

¡Que se alabe a Dios por el nombre que lleva en estos tiempos de alegría!

En la trashumancia hacia el ágora mis versos sacrosantos rezan a Dios. Mis manos sostienen las venas del agua. Y el agua se va hacia la nada, hacia la ausencia. Otras manos peregrinas esgrimen el crucifijo y, al mismo tiempo, adoran con arte de piache.

Como luciérnaga la esperanza despliega sus ojos al viento. Cuanto quisiera que mis fieles devotos de la poesía depositen sus cálidos restos en la cuna de la eternidad. Yo les pido regar en mi tumba suaves flores, como la primera sonrisa de la inocencia.

Aquí, ahora, consigno mi sueño:

El despertar me ha aparecido más bello. Al sacudir las cenizas de la oquedad encuentro luces de árboles, cuyo dulce perfume me recuerda los tiernos cuidados de la amistad a mis caros amigos y amigas.

¡Bendito sea, mi suelo natal, mi patria querida, que me cubrirá con tierna solicitud cuando vaya a dormir en el infinito que me espera en su seno hospitalario!

Plenitud de vida y esperanza para todas y todos cuando irrumpe imperturbable el nuevo año 2024.



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Jorge Valero


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