El 4 de Febrero: A 30 años del primer paso hacia la oclocracia

Este 2.022 se cumplen 30 años del fallido intento de golpe de estado liderado por el hoy ex presidente de la república Hugo Chávez y acompañado por un grupo de militares de mediano rango. No es mi objetivo dilucidar la naturaleza y/o legitimidad de ese movimiento sino más bien reflexionar acerca de la naturaleza del régimen político que, de hecho, ha instaurado en Venezuela 30 años después. 

200 años antes de cristo, el historiador griego Polibio escribió, en su obra Historias, su propia teoría sobre la sucesión cíclica de regímenes políticos, a la que se devino en llamar: anaciclosis, basándose en las tres formas de gobierno aristotélicas y sus correspondientes formas degeneradas. En esencia, la teoría de Polibio se basa en la idea de que todo régimen político tiende a degenerarse. En este sentido, Polibio describe un ciclo en seis fases que convierte a la monarquía en tiranía, seguida por la aristocracia que se degrada en oligarquía, luego viene la democracia, que intenta remediar a la tiranía y a la oligarquía, pero que tarde o temprano, deviene en una sexta fase, que viene a ser el régimen político más degradado, que es la oclocracia. Esta no es una tiranía en si misma, tampoco es un régimen oligárquico, no puede decirse que sea “mejor” o “peor”, porque tiene rasgos característicos muy propios que describiremos a continuación pero si es, en términos de la salud del Estado, la forma más degradada y/o aberrada del mismo. 

Al hablar de regímenes políticos no podemos confundirlos con las ideologías socioeconómicas, como lo son el liberalismo, capitalismo, socialismo, comunismo o anarquismo. Cada una de las formas de gobierno puede presentar una ideología socioeconómica particular, por ejemplo, la tiranía estalinista en la extinta Unión Soviética tenia una clara ideología económica comunista, pero no por ellos dejaba de ser una tiranía y no por tiranía dejaba de ser comunista. Posteriormente, luego de la muerte de Iosef Stalin, vino con Nikita Jrushchov una aristocracia con el Partido Comunista de la Unión Soviética como núcleo fundamental y, finalmente, la con la disolución del sistema político soviético se instauró en el poder una oligarquía que aún hoy gobierno a la federación rusa. En los Estados Unidos de América ha sucedido algo similar, la inicial aristocracia de los padres fundadores ha venido dando paso a una gobierno oligárquico financiero. Como vemos, aristocracias y oligarquías puede haber tanto en capitalismo como en comunismo, no es una contradicción, es un hecho concreto y contrastable. 

Aterrizando en el caso de Venezuela, la tiranía aristocrática de Juan Vicente Gómez dio paso, grosso modo, al régimen oligárquico del breve período de dictadura de Marcos Pérez Jiménez, oligarquía que coexistió parcialmente con el inicio de la democracia en 1958 y fue degenerando rápidamente debido al populismo adeco-copeyano en un caldo de cultivo para el establecimiento de la fase más degradada del Estado, que hoy padecemos, la Oclocracia. Etimológicamente, la democracia es el «gobierno del pueblo» que con la voluntad general legitima al poder estatal, mientras que su degeneración, la oclocracia, es el “gobierno de la muchedumbre”, el gobierno de la masa, gentío, el gobierno del tropel. A la hora de abordar asuntos políticos, la muchedumbre, masa, gentío o tropel, presenta una voluntad mayoritaria siempre viciada y propensa al uso del derecho con el objetivo de operar hacia la privación total o parcial de un derecho adquirido por una clase social a la que se culpa de todos los males de la masa o muchedumbre, a este hecho se le denomina evicción, que es el establecimiento legal de una privación a través de los poderes judiciales del estado. Esta situación hace muy difícil de calificar como tiránica a la oclocracia, aunque ciertamente podría ser incluso peor en términos de la conservación o edificación de un Estado que vele por los intereses generales, intereses estratégicos, de una nación en términos absolutos. 

La masa, muchedumbre, tropel o gentío tiende a permanecer en una constante movilización que es promovida y capitalizada por la parte de este tropel, masa o gentío que efectivamente ejerce el poder para su beneficio individual, teniendo al resto de la muchedumbre como fuerza de choque contra el resto de las clases sociales dentro del país, con sus respectivas representaciones políticas coaccionadas con una legitimación del sistema basada en la muchedumbre movilizada. Al sumir a la masa, tropel, gentío o muchedumbre en esta condición de ejército civil ciego y obediente, esta se vuelve irracional y pierde la capacidad de autogobierno y, por ende, no conserva los requisitos necesarios para ser considerada como “pueblo”, en el sentido que esta palabra adquiere en el contexto de la democracia. La masa, muchedumbre, gentío o tropel, no se autogobierna, aunque la clase dominante de la misma insista reiteradamente en esta farsa. La verdad es que la muchedumbre lo que hace es ceder absolutamente su raciocinio a la emocionalidad ciega que obedece a instrucciones simples, a consignas, a ordenes cortas y muy concretas de la fracción dominante del tropel, de los caudillos en el poder. 

De acuerdo con Polibio, cuando la democracia se mancha de ilegalidad y violencia, con el pasar del tiempo, se constituye la oclocracia. El 4 de febrero de 1.992, es evidencia de la violencia en la que devino la democracia establecida en 1.958, como lo fue también la rebelión civil de 1.989 o el Caracazo. Ambas situaciones, derivaron en acciones represivas violentas y nacieron de la violencia que engendraba la demagogia dentro de la democracia adeco-copeyana. En términos históricos, caben pocas dudas acerca de la naturaleza inicialmente democrática del movimiento que derrocó a Marcos Pérez Jiménez y se estableció en Venezuela desde 1.958. Es difuso el momento a partir del cual esta democracia se degradó y asumió el derrotero hacia la oclocracia, pero lo que si es claro es que ya para los años 2004 o 2005, el sistema político venezolano había definitivamente degradado a una Oclocracia. La demagogia requiere de muchedumbre, tropel, gentío o masa y es enemiga del pueblo, tal y como lo concibe Thomas Hobbes. La diferencia básica es que bajo la distinción de Hobbes el conjunto de ciudadanos que queda resumido en una unidad monolítica con una voluntad única se convierte en una mera muchedumbre, en un gentío, en un tropel, en una masa que ya no reúne los requisitos necesarios para ser considerada como pueblo, mientras que el concepto de multitud que constituye verdaderamente al pueblo rehúsa de esa unidad monolítica y se establece conservando su naturaleza múltiple y diversa internamente.

Lope de Vega, Ortega y Gasset o Tocqueville han advertido que el interés de los oclócratas que ejercen el poder es el de mantener dicho poder buscando una ilusoria legitimidad en el sector más empobrecido, dependiente, vulnerable y, por ende, ignorante de la sociedad, hacia el cual vuelcan todos sus esfuerzos propagandísticos y manipuladores. Dentro del marxismo, a esta masa se le suele denominar Lumpen, aunque personalmente, creo que el tropel o gentío no es necesariamente Lumpen, aunque lo contrario si que es cierto, siempre. Es decir, el lumpen siempre se manifiesta en la forma externa de tropel, gentío, muchedumbre o masa, no puede expresarse de otra forma puesto que, como tal, el lumpen carece de la capacidad de mostrar formas más complejas de organización social. Los oclocratas venezolanos, representados por la clase dominante agrupada en torno al partido político PSUV y la Fuerza Armada, sólo tienen en cuenta los reales intereses del país de una forma superficial y burda, dirigiéndose el principal objetivo al mantenimiento de un poder personal o de grupo, mediante la acción demagógica que está permanentemente apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados, el fomento de los miedos e inquietudes irracionales, la creación de deseos injustificados o inalcanzables, etc.

En definitiva, la llamada 5ta república o revolución bolivariana, no viene a ser más que la degeneración final del sistema político iniciado en 1.958 con el establecimiento en Venezuela de una democracia formal que fue degenerando a través de la demagogia en el populismo que, luego de que se rompieran los limites formales, legales e institucionales de la violencia y la confrontación política sangrienta desde la rebelión ciudadana de 1.989 y la rebelión militar de febrero de 1.992, no pudo ser reencausada hacia la institucionalidad por los gobiernos democráticos de Ramón J. Velásquez y Rafael Caldera y derivó finalmente, como no podía ser de otra manera según Polibio, en una oclocracia que fue sembrada por la demagogia adeco-copeyana, germinó en las figuras de Irene Sáenz, Henrique Salas Römer y Hugo Chávez y se estableció firmemente durante la primera fase del gobierno de Hugo Chávez entre 1.999 y 2005, para ser absoluta y abiertamente una expresión de oclocracia a partir de 2007 y entrar en una fase terminal desde la muerte de Hugo Chávez y la ascensión al poder de Nicolás Maduro. Ahora, estamos en una fase en que la oclocracia busca a un salvador personal que saque al país del caos, esto es descrito por Polibio. Es decir, de la Oclocracia los pueblos buscan salir por medio de un salvador mesiánico, porque no puede ser de otra manera ya que en la oclocracia las instituciones democrática ya han sido completamente anuladas y destruidas. Aunque, en lo personal, creo que este salvador, no debe verse como una persona individual sino como un grupo político de personas altamente calificadas y moralmente probas que llegue al poder de forma pacifica a través de la movilización de las reservas morales del pueblo venezolano. 



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Alejandro López González

Doctor en Sostenibilidad (Cum-Laude) por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Sus investigaciones sobre la sostenibilidad de proyectos de electrificación rural con energías renovables en Venezuela le valieron el reconocimiento como la mejor tesis doctoral en el período 2018-2019, según la comisión de doctorado de la UPC. Se graduó de ingeniero electricista en la Universidad del Zulia en 2004 y ha publicado más de una docena de artículos científicos acerca de la sostenibilidad de la electrificación con energías renovables en países en desarrollo

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