El huevo de la serpiente

Leo por ahí que unos 500 o 600 clones dotados de inteligencia artificial han sido creados para dominar a los dirigentes de toda clase: políticos, económicos, militares, religiosos, etc del mundo.

Ni creo, ni creo que debamos dar crédito con los ojos y los oídos cerrados, a esto, y a nada. Porque problema añadido que nos embarga es un tumultuoso universo de noticias falsas que en nada se distinguen de las que pasan por verdaderas y creíbles, que nos obliga a considerar que tampoco de esta clase las hay. Porque no podemos considerar como tales a las salidas de las Agencias de información mundiales que dominan el asunto, y todos los medios de comunicación beben las fuentes de ellas. Pero sírvanos el dato de esos clones reales o imaginarios, y cuantos surjan en adelante de las profundidades de la imaginación para una cosa: prepararnos en lo posible para el sálvese quien pueda…

La derechización galopante de los gobiernos europeos que dejan atrás y en mantillas el socialismo degradado desde hace mucho, es otro dato sólido a tener en cuenta. De modo que, antes de que sintamos una enorme presión psicológica individual y colectiva por medidas político-sanitarias relativas al asunto del "momento", el proceso de sometimiento gradual en intensidad y progresivo de las poblaciones vendrá determinado por el triunfo, en unos casos, y la consolidación, en otros, de las derechas y de la ultraderecha en el poder ejecutivo de las naciones que serán el huevo de la serpiente al ir transformándose luego fácilmente en poder militar por "razones de excepcionalidad"…

Hay tres pretextos claros para reconducir al planeta por donde quieren unos puñados de iluminados, de depravados o de aburridos de su existencia podrida por el dinero…

El primer pretexto es, la demografía disparada; demografía que, de acuerdo a un sistema lamentable y torpe de mercado libre falso pero eficaz, los poderes del mundo han sido incapaces de controlar en función de los recursos de toda clase pese a la globalización o precisamente por culpa de ella.

El segundo pretexto es la alta tasa de longevidad. La gran paradoja del siglo XXI y XX. Porque curiosamente ese logro ha sido perseguido por la ciencia de la gerontología durante decenios.

El tercer pretexto es una convencional pandemia de tintes caóticos en su manejo por el poder político-sanitario. Pretexto a todas luces, porque las medidas gubernamentales a que el poder médico les ha forzado, no guardan ninguna proporción con los efectos colaterales en la salud pública y la economía individual, ni tampoco con lo efectos directos del número manipulado de fallecimientos.

El cuarto pretexto también lo es, pero sólo parcialmente. El desastre climático -que no simple cambio climático- es otra excusa en parte porque, dando la impresión de estar siendo controlado el clima por medios tecnológicos desde hace lustros o decenios al igual que el propio virus que repentinamente ha puesto al mundo patas arriba, tiene una altas dosis de verosimilitud y de realidad natural, aunque no por el comportamiento del microbio al que no le afectan variables de temperatura, altitud o humedad que desde siempre han sepultado a destruido a todos los virus que atacan a las vías respiratorias.

Verosimilitud ésta manifiesta, porque la saturación inequívoca de la biosfera es un hecho que nadie puede negar. Saturación originada por muchas causas, todas provenientes de la necia conducta humana. Pero no humana en el sentido de la responsabilidad de los miles de millones de humanos comunes que existen en el planeta. Sino conectada a la torpe conducta de los miles, centenares de miles o millones de dirigentes de los distintos planos de la vida pública y económica, que lo controlan descontroladamente. Control descontrolado, porque no han ejercido ese control para aminorar los desastres consecuencia de los abusos, sino para su enriquecimiento y sus ansias de poder. Pues es evidente que no han movido un solo dedo para combinar con inteligencia los efectos escandalosamente visibles, manifiestos y nocivos del "progreso" tecnológico y de toda clase, con medidas previsoras y racionales que los fuesen amortiguando y ajustando a las proporciones debidas para evitarlos.

Resumiendo, ¿qué clase de confianza podemos tener los seres humanos que no hemos perdido la cabeza por la degradación o por el pánico inducido, en gentes que desde toda la existencia de la Humanidad conocida no hicieron otra cosa que alternarse unos cuantos genios con infinitos actos de bestialidad?



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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