“No le digas a mi hijo que me viste votando”

En nuestro país, ha ido surgiendo una generación de jóvenes que han sido víctimas de los cuentos de sus padres en relación a la gran frustración que les ha generado los fracasos políticos de sus líderes. En otras palabras, ellos han sido receptores de toda la carga emocional de esos padres frustrados porque no han logrado el objetivo de tener el gobierno que desean; pero, que se les hace cada vez más cuesta arriba, porque no tienen líderes que los motiven a participar y tratar de conseguir el objetivo en cuestión. De allí que las esquinas de algunas urbanizaciones en cualquier lugar del país, se han convertido en sitios de convergencia en los cuales muchos jóvenes oyéndose sus cuentos, los que oyen de sus padres, solo tienden a repetirlos y eso por más que sea, debe ir llevándolos a los terrenos del odio y la intolerancia.

A propósito, cuando hay elecciones en nuestro país, las madres tiemblan, porque son muchas las que tienen su preferencia política, pero deben cumplir su deber de votar, a escondidas, valiéndose de ciertas argucias, porque sus familiares más cercanos, sus hijos, les reclaman porque sospechan que votarán por el chavismo. Son hogares invadidos por la intolerancia política; pero, lo que asombra, es que sea entre madres e hijos. Si no lo cree, siga leyendo y entérese de este caso sucedido en mi pueblo, respecto a la amenaza que recibió una madre por salir a votar por el chavismo.

Es fácil entender la preocupación de una madre que hace cola para entrar al recinto electoral a votar, y de pronto ve que a su lado pasa una vecina que la saluda y a la cual tiene que pedirle que "por favor, no le digas a mi hijo que me viste votando; él cree que solo ando comprando". Es preocupante oír este tipo de dialogo, por el contenido que encierra. ¿Qué está pasando? ¿Están los hijos prohibiéndoles a sus madres que salgan a votar?

Efectivamente, la señora, al irse la vecina, me hizo el comentario de que su hijo le había prohibido que saliera a votar y si era por el chavismo, menos. Bueno, me dice la señora, "disimulé con que venía a comprar la comida para el almuerzo y como me dijeron algunos que habían votado, que eso era rapidísimo, me hice la loca y aquí estoy, ya voy a pasar". En efecto, votó y se intuye por quienes lo hizo, cuando la vi registrándose en el punto rojo; aunque hay muchos que se anotan en el punto rojo, después de haber votado en contra del gobierno y quienes los conocen y están cerca de dicho punto, les dicen: "Coño…como le gustan los bonos"

Del caso que hago referencia, se supo a los días, que la señora al llegar a su casa, fue recibida por su hijo, quien en actitud energúmena le reclamó, la regañó, casi la golpea, porque ella no tenía que salir a votar, tenía que abstenerse; por cierto, en el porcentaje de abstención que se dio en las elecciones debe haber mucho por esta situación: ¿Cuántas viejitas o viejitos serían maniatados por sus hijos para que no salieran a votar?

Al fin de cuentas, ¿Por qué los hijos tienen que reclamar y amenazar a sus propias madres cuando salen a votar? ¿Por qué una madre tiene que salir a escondidas a votar? Recuerden que madre hay una sola, y si es chavista, mejor. Este es otro misterio de la ciencia.



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Jesús Rafael Barreto


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