Venezuela en el aleteo de la mariposa

"La realidad, al desplegarse, se revela como necesidad"

G. W. F. Hegel

Ocurra lo que ocurra,

aún en el día más borrascoso, las horas y el tiempo pasan

W. Shakespeare

Una mariposa bate las alas en Pekín, y en

Nueva York llueve en lugar de hacer sol

James Gleick

Cada cosa, en todas las épocas, camina junto a su contraria.

Las Mil y Una Noches

La Quinta República ha muerto. Terminó sus días sucumbiendo al viejo espíritu y al mismo viejo ropaje de la burguesía de la Cuarta República que una vez defenestro. El saldo que deja: una nación entera en ruinas, que trae a la memoria aquella Venezuela profunda tan magistralmente descripta por Miguel Otero Silva, en su novela Casas Muertas. La Quinta República fue asesinada por una oligarquía delictiva, autoritaria y violadora de Constitución, que, para perpetuarse en el poder, usa la mentira con la la misma intensidad que lo hizo Goebbels y simultaneamente engendra leyes cónsonas con el neoliberalismo o, antinacionales como la Ley antibloqueo. Creyendo con esto asumir "un refrescante modelo de dominación burguesa" Mientras el país ha sido devastado por la recesión del aparato productivo, el desmantelamiento de la principal empresa estratégica, PDVSA, a lo que se le suma una hiperinflación que destruyó el salario y pulverizó el bienestar del pueblo, adicionánsele la destrucción de los servicios públicos, el retroceso de la educación y la salud, que sumándolo todo da como resultado general: la involución de la Quinta República a una "plebilla" que en la novela de Margaret Atwood, Oryx y Crake, significa: lugar donde habita el resto de la población en pobreza.

Si gozamos de una cierta perspectiva, podemos vislumbrar la emergencia de un escenario futuro inmediato donde se acrecienta la turbulencia estructural del sistema, y asimismo puede advertirse la aparición de una situación de ingobernabilidad, en la cual, no obstante la represión, con la que probablemente reaccione el gobierno, emerjan fuerzas populares y movimientos sociales que al expandirse en toda la sociedad terminarán desplazando a los desacreditados viejos partidos, y en su expansión pasarán a manejarse como los actores principales de mayor fuerza política con la obligación de decidir el desenlace de la crisis con altas posibilidades de instituir una Junta revolucionaria de Reconstrucción Nacional como un atractor que acerque hacia si todos los anhelos de cambio, y reorganice el caos postulando un orden social superiormente nuevo. Tesis con la cual, no pretendemos agotar la multiangularidad de apreciaciones, tampoco las hipótesis que se puedan generar de ellas.

No obstante, hay un aspecto que debe revisarse en todo esto y que el movimiento popular revolucionario está obligado a abordar para corregir, si en verdad tiene la disposición a desempeñar el papel que le corresponde en el mencionado escenario futuro, se trata de la paralización y el desmembramiento orgánico de la clase obrera y de los trabajadores, como actores importantes dentro del bloque histórico y en el desarrollo general de la lucha de clase de la Venezuela contemporánea. Su casi nula actuación - por no contar con un instrumento político de clase propio, una concepción estratégica del poder clara y un programa correcto – fue reducida, paradójicamente, a ser base social de apoyo de los mismos partidos que son esencial e históricamente sus enemigos de clase; los partidos de los explotadores, representados electoralmente en los partidos de la oposición de derecha y el Psuv (de este último en anteriores trabajos hemos dicho que dejó de ser un partido donde no tienen cabida los trabajadores) La noticia que se desprende de esto es que la crisis va a continuar agudizándose y aumentará la desgracia en la vida de los pobres. No obstante, la pregunta que surge y que deben responder los sectores de la izquierda es ¿qué debe hacerse para recuperar la iniciativa revolucionaria?

Porque las elecciones del 6 de diciembre, seguirán teniendo el mismo denominador común al de todas las elecciones que se han venido realizando desde 1998 en Venezuela, que es el de ocupar una capa finísima debajo de la cual se halla el patrón profundo que moldea el verdadero carácter plebiscitario de las mismas. Lo que les ha otorgado tal carácter, es que en todas ellas se ha resumido lo esencial de la lucha de clases en la Venezuela contemporánea: la condición irreconciliable de dos proyectos de país, dos modelos de sociedad; el capitalismo y el socialismo.

Pero, como ya todo el mundo sabe, al tomar Maduro y el madurísmo control político sobre la nación y la revolución, es retomado por esta fracción contrarrevolucionaria, el timón del modelo capitalista subdesarrollado y dependiente con perjuicio en los destinos del país. "Esa brizna de paja en el viento" que fue el experimento del socialismo del siglo XXI, que pujaba por nacer, es asesinado, ahogado en la ponchera, por esta fracción reformista proburguesa infiltrada, que usando después un momificado discurso sobre la misma tumba de este infante, se apoderó del gobierno y la revolución para impedir su desarrollo, frustrando las aspiraciones de edificar una sociedad superiormente nueva. Logrando, que todo el proceso político venezolano, y particularmente en las próximas elecciones, se pierdan los gruesos trazos que le otorgan su carácter de lucha entre dos proyectos antagónicos de país, y por el contrario se diluya y desdibuje en los fangos de la trifulca entre la burguesía revolucionaria maduristas contra las otras burguesías de la oposición.

De la anterior morbosa situación, puede que se derive la razón principal del desgano electoral que prevalece en el seno del pueblo. La explicación de este fenómeno - a diferencia de quienes miran los procesos sociales en blanco y negro o de manera muy plana, y no con los lentes de la dialéctica- pudiera estar en juntar la posibilidad de situar a la sociedad venezolana en el umbral donde se atisban perspectivas y horizontes nuevos, con la necesidad de construir un movimiento de reconstrucción nacional. Está claro que está tendencia/decisión electoral de una mayoría absoluta, que mira con ojos más avanzados que sus autoproclamadas vanguardias, haya sido tomada para expresar: ¡por ninguno! Pero, más aún significa una postura de rechazo al conjunto del modelo capitalista productor por un lado, de un puñado de nuevos oligarcas parasitarios y de otro lado, de millones de marginados. Es decir, Gobierno y oposición se han convertido en una rémora, más que en un factor de prosperidad en la vida del pueblo venezolano.

No fue Chávez -como han tratado de argumentar falsamente, tesis retomada con fuerza últimamente- el que inventó la lucha de clases en Venezuela para dividir a esta última entre oligarcas y pobres. Ciertamente, Chávez reanimó el espíritu de lucha de los sectores más pobres, pero no menos cierto es, que siempre ha sido (la lucha de clase) consecuencia de las propias contradicciones anidadas en la naturaleza explotadora del régimen capitalista desde que Colón introdujo su pies en esta Tierra de gracia y la parasitó de mercantilismo, y al que tan aferrado están Maduro y la oposición. Es en estas hondas contradicciones y no a otro nivel, es donde reside y ha de buscarse la esencia que determina todo el acontecer político venezolano. Realidad profunda, que es objeto de deformación y ocultamiento tanto por los partidos de la oposición de derecha, como por el mismo gobierno, coincidiendo en el objetivo de hacerla borrosa y obstaculizar que el pueblo trabajador (manuales e intelectuales, de la ciudad o el campo, desempleados, mujeres y jóvenes) pueda llegar a desvelar lo que hay debajo de lo aparente, evitando en consecuencia que la sensibilidad y la razón sean restituidas y fluya inexorable la necesaria conciencia de clase para sí, quedando claro que la estrategia que deben seguir todas las luchas del pueblo trabajador para superar su estado actual de esclavitud moderna; es asumiendo ellos mismos el poder político, y construyendo un Nuevo Estado Comunal Socialista. En tal sentido, será a partir de ese estado insurreccional de la conciencia y las emociones que se comenzaría a generar una situación revolucionaria en Venezuela, a partir de la cual el gobierno ya no podría mantenerse en el poder, los partidos burgueses de la oposición serían abandonados y despreciados por las masas empobrecidas, y el pueblo crearía a su manera la formas de derrocarlos para instaurar el autogobierno. En Venezuela hoy están presentes la mayor parte de estos requisitos geohistórico para hacerlo. Comienza a desprenderse entonces de todo este análisis que las tareas estratégicas son: que el pueblo se dote de su respectiva vanguardia colectiva, que produzca nuevas razones y emocionalidades y genere la conciencia de clase acorde a los nuevos tiempos y realidades.

Es importante resaltar, de todo esto, que las mencionadas turbulencias del sistema capitalista se fueron transformando en programas insurgentes de luchas populares, y comenzaron a manifestarse más agudamente en aquellas dramáticas jornadas del 27 y 28 de febrero de 1989 conocidas como el "Caracazo" que se originan y fueron la máxima expresión de la crisis orgánica del modelo de dominación de la democracia puntofijista y del patrón rentista que liberó asimismo las causas que produjeron, cinco años más tarde ,la rebelión militar del 4F.

Siendo en 1998 cuando este complicado camino alcanza su mayor despliegue con la victoria electoral de Chávez. Para en el 2002, apenas empezando a dar sus primeros pasos el siglo XXI, hacer patente,en aquel momento, su singular alianza cívico militar de contenido insurreccional, que permitio rescatar un presidente, restituir la constitución y derrotar un plan de golpe de estado fascista organizado en el pentágono y Fedecámaras. El camino, como dice el poeta Machado, siguió haciendose y posteriormente asume contornos y contenido más acusados el día que Chávez anuncia al mundo, en el 2005, en el Foro antiglobalización de Porto Alegre, Brasil, el carácter socialista de la Revolución Bolivariana, y que un sector incipiente del chavismo de izquierda lo asume y empieza a desarrollarlo como su proyecto político definitivo. Pero, es en ese momento, cuando el antagonismo de clase se trueca en un odio enfermizo donde se mezclan, haciéndose uno solo, el de la fracción reformista infiltrada en la revolución y el de la clase burguesa proimperialista. La decisión ha sido tomada; la lucha contra el líder y el pueblo es ya a muerte, y se parten así las aguas. Ya que la vía definitiva de la transición para construir el socialismo adquiere su propia forma: "Comuna o nada".

Así fue, descripto a grandes zancos, el contenido y las formas de la lucha del pueblo trabajador venezolano, hasta la llegada del Termidor Maduro al poder. Porque ya con el madurísmo al frente de la conducción de la contrarrevolución, se aseguraba que la confrontación paradigmática entre ambos modelos de sociedad y país iba a ser dejado a un lado y el mismo pueblo, que creía haberse dado su propia revolución de pronto halla que su condición de protagonista del proceso le ha sido conculcada, dejándosele interpretar un papel de segundón y ser tratado simplemente como base de apoyo, o disminuido a un simple instrumento con voz. Todo el esplendor de la lucha de clases de la Venezuela contemporánea, fue básicamente vaciado de su auténtico contenido histórico dialectico, y reducida a una lúgubre pelea entre dos burguesías (la de la IV y la V República) protagonizando ambas una pugna para medir cuál se queda con las riquezas del país. Mientras toda la nación es forzada a postrarse ante el proceso de empobrecimiento y de miseria producida por el régimen capitalista, que estas dos burguesías adoran. De esta manera, la palabra socialismo empieza a lucir, además de incómoda, postiza y poluta en la boca de la burguesía maduristas, la condición de cadáver.

Para el movimiento popular revolucionario se trata de ir ganando confianza en la comprensión de lo que ha ocurrido al menos en los algo más de las tres últimas décadas, y extraer de ese análisis los elementos para actuar con con-ciencia de clase. Hoy se han hecho evidente suficientes elementos (por ejemplo la Ley antibloqueo, Y la Constitución) que caracterizan como enemigo inmediato del pueblo venezolano al gobierno de Maduro y al madurísmo como la fracción reformista burocrática pro-burguesa, infiltrada en la Revolución Bolivariana con la misión de deformarla y vaciarla del espíritu popular, democrático y anticapitalista como parte de las luchas históricas por la liberación y el socialismo que libró en todo el siglo XX el pueblo venezolano y en su lugar, implantar la restauración de las lógicas del capital. Entre tanto, el imperialismo norteamericano (con Trump o Baiden, da igual) y la oposición proyanki mercenaria continúan ocupando el asiento del enemigo estratégico.

Esta dos, son en la actualidad, las fuerzas enemigas que el pueblo bolivariano y revolucionario está obligado a vencer para poder construir una política de hegemonía verdaderamente socialista y retomar el camino trazado por Chávez. Pero indica, asimismo, que el diseño organizacional que las fuerzas revolucionarias emergentes de la reconstrucción deberán asumir para reunir a todas las voluntades en las condiciones de hoy, es el de un frente nacional, democrático, anticapitalista y antiimperialista estructurado en una Junta Revolucionaria de Reconstrucción Nacional que asuma el timón del Estado nacional.

Para llevar a cabo lo anterior, necesitamos también tener presente, que estamos sobreviviendo en una recesión internacional y de crisis económica mundial que se profundiza. Un mundo de extrema tensión geopolítica a lo que se le añade una estética horripilante, sin características, y ahora amenazada de plagas y bichejos. Con una civilización envejecida que a rato parece hacerse pedazos y que a pesar de los profundos cambios que ha sufrido sigue funcionando con las antiguas lógicas de la producción y la ganancia del mercado capitalista, de extracción de plusvalía absoluta y acumulación originaria pero más despiadadas y extremas, con terribles repercusiones en la vida cotidiana de la humanidad. Es un sistema que retrocede a los niveles de miseria y desigualdad de hace algo más de dos siglos. De tal manera, que no tendría nada de descabellado imaginar que el capitalismo impulsado por la lógica de la ganancia y su metabolismo insaciable por sacarle a todo plusvalor, haga de la pandemia del Covid una nueva fuente de rentabilidad y conduzca a la humanidad a una inimaginable devastación.

No obstante, somos parte de un planeta muy complejo, lleno de eventos raros. Siendo criaturas de una humanidad que debemos aprender a vivir en la incertidumbre, en lo caótico, probabilístico, y se nos hace casi que imposible abordar el análisis de los fenómenos emergentes utilizando las viejas visiones simplistas y estudiarlas con la misma montaña conceptual con la cual nos acostumbramos y se nos entrenó para examinar la realidad. El proceso en curso es de una profunda crisis cultural y agotamiento espiritual.

Es un mundo de agudos antagonismos entre potencias por el reparto del planeta, pero tales razones no implican adaptarse sino priorizar el desarrollo interno. Permite igualmente decir, que no existe ninguna posibilidad de estar desconectados del resto del mundo, que la vida nacional es afectada por fenómenos de interdependencia a escala internacional. Y por lo tanto, en las elecciones plebiscitarias del 6 de diciembre también, de forma indirecta, escondidas detrás de la escena, estarán participando las grandes potencias capitalistas a favor de un bando o del otro. En este sentido, el pueblo venezolano está solo y obligado a definir una estrategia soberana e independiente.

Integrados entonces a este contexto global, repleto a la vez de decadencia, antagonismos y emergentismo sistémicos, Venezuela se ve constantemente empujada al aumento de la entropía (transformación) del sistema capitalista venezolano, un sistema con una lógica de dominación y explotación dentro del cual Maduro decidió permanecer, a sabiendas de que este régimen lleva en sí un rasgo esencial: el germen de lo irracional y de su propia destrucción. Tal decisión ha mellado su capacidad y las herramientas psicosociales para mantener el control sobre el aumento constante de desgaste de la legitimidad y su permanencia en el poder. Los mecanismos de corrección (las políticas públicas que Maduro vive anunciando) son cada vez más inútiles e ineficaces. El discurso se escucha disociado de la verdadera realidad y por ende deja de ser creíble, todo lo cual no consigue regresar el sistema a la estabilidad.

En resumen, con base en la teoría de la flecha del tiempo al gobierno de Maduro y el madurísmo se le están desgastando, aceleradamente, las agujas del reloj y solo se mueve montado en el segundero. La calle está cada vez más caliente. No obstante, es altamente probable que el mismo borde del caos impulse a la autoorganización de la sociedad para que esta responda construyendo un nuevo modelo de país y vida.

Desde este ángulo del análisis, se puede apreciar que la crisis del proceso de restauración del sistema capitalista venezolano gerenciado torpemente y con elevados niveles de corrupción por Maduro y el madurísmo, entró en una fase caótica, y en cualquier momento, por la acumulación constante de descontento social empiece a transformarse en un nuevo estado (orden). Se sabe que todo sistema complejo produce en su seno sus propios elementos de protección para evitar su colapso, pero en el caso del gobierno de Maduro, al fallar todos los mecanismos de reducción de la entropía, la protección dejó de funcionar y la entropía no puede parar de aumentar, perdiéndose la coherencia del sistema, y sólo permite una sola respuesta: evolucionar transformando revolucionariamente todo el sistema. En este sentido, vale apoyarse en lo dicho por Ilya Prigogine premio Nobel de Química, cuando define las estructuras disipativa, concepto que hace referencia a situaciones en las que un sistema en su evolución va generando orden en medio del caos, cuando este libera o disipa energía, incluso estando el sistema muy distante del equilibrio.

No obstante, cuando el gobierno de Maduro decidió encerrarse sobre sí mismo, puso también en marcha el aleteo de la alguna mariposa, exponiéndose al agotamiento de las pocas energías internas que hasta ahora le sirvieron para resistirse a los cambios que la sociedad está exigiendo. Es decir, no puede seguir gobernando como hasta ahora lo ha hecho, y el pueblo no quiere que este lo siga gobernando más - lo que no terminan de pulsar y tampoco entender ciertas autoproclamadas vanguardias- Comienza entonces a ser devorado por sus propias contradicciones y a comerse a sus propios hijos, lo que parafraseando un antiguo "dictum" conduce a pensar, que pudieran darse cambios abruptos que echen a tierra la creencia de que "Natura non facit saltun", y en cambio resurjan las luchas populares, vuelvan a elaborase las reflexiones y empiece a incubarse un nuevo y superior orden social (el socialismo). Así es la dialéctica

Es en este contexto, mundial–nacional, que suponemos que la sociedad responda autoorganizándose en torno a una Junta Revolucionaria de Reconstrucción Nacional, que tendría como objetivo estratégico, construir una forma superior de organización social. Que en los planes para superar la pobreza integre no sólo los avances y saberes científicos, tecnológicos y artísticos desarrollados por la nación y la humanidad sino también el conjunto de las cualidades humanas nacionales destruidas por el capitalismo. Que facilite, y no reprima, los espacios que la sociedad necesita crear para desarrollar el libre enriquecimiento de la vida humana.

Estamos convencidos que existen todas las condiciones para colocar en el escenario político del país la propuesta de una Junta Revolucionaria de Reconstrucción Nacional. El descontento es mucho. Pero sobre todo empieza a hacerse sentir uno que hasta ahora no se había manifestado y es el que se refiere al descontento del chavismo popular de izquierda, el de las catacumbas. Fuerza política que a pesar de la crisis orgánica que ha vivido - desde la muerte de Chávez y a partir de que Maduro y el madurísmo traicionó y asumieron las riendas del retroceso y la restauración- sigue siendo la fuerza política más importante de la sociedad. Fuerza histórica –cultural que debería autoconvocarse a una convención nacional para discutir un solo punto: "cómo recomponer las fuerzas para retomar el poder sobre el camino de Chávez".

No obstante, debemos ser honestos y partir de la realidad, ya que son evidentes los daños producidos por el madurísmo al modelo socialista en el imaginario popular. Esto determina que gran medida la tarea estratégica que está obligado a llevar a cabo el movimiento popular revolucionario que es dar la batalla pedagógica en el campo de las ideas para despejar, en la percepción del pueblo venezolano, la bruma y el basurero que arrojó el madurísmo sobre la palabra socialismo; no nos engañemos, el daño es severo.

Aun siendo esa la situación, las condiciones objetivas están a la espera de encontrarse con las subjetivas, de que hagan contacto los millones de neuronas de una sociedad convencida de la necesidad de producir cambios, que no sea otra cosa sino la puesta en escena de un catalizador que facilite el proceso de reconstrucción de las fuerzas revolucionaras. En concreto, una vanguardia colectiva, que haya alcanzado el suficiente espíritu de unidad, claridad y coherencia con respecto a sus objetivos. Con la capacidad de organizarse para poder lograr poner en marcha un nuevo estado de ánimo en el pueblo. Que active los resortes de la insurgencia de las grandes mayorías irredentas, que en la actualidad están refugiadas en la frustración y en la nostalgia, pero asimismo esperanzadas en que emerja de su propio seno la fuerza política que las mueva a reiniciar las tareas de transformación social que se venían llevando a cabo.

El desafío de todos los movimientos antisistémicos consiste, en intentar con todos los medios pertinentes y concentrando todas las energías, la conformación de una vanguardia que consolide las distintas oposiciones radicales al capitalismo y al stalinismo, que logre superar la primera barrera de obstáculos políticos, éticos, organizativos, emocionales y hasta epistemológicos, porque así obtendría la fuerza política necesaria y ya no habrá nada ni nadie para impedir que el pueblo revolucionario se reintegre al frente de la tarea histórica de la transición socialista, porque como dice el profesor Hegel: "La realidad, al desplegarse, se revela como necesidad" .

En resumidas cuentas, estamos convencidos que comienzan a verse los rebrotes de las condiciones subjetivas que facilitarían que se cree el punto de partida revolucionario, el nacimiento de una vanguardia colectiva. Pero hace falta que los actores llamados a ayudar en ese parto superen la mezquindad, el sectarismo, el fetichismo del particularismo, y el protagonismo desbocado entre otros obstáculos y se pongan al frente de cada uno de los rebrotes. Que se dediquen a fabricar el suficiente pegamento y las afinidades, desplegar las redes de articulación que pueden hacer realidad el necesario acercamiento para realizar el trabajo y conseguir los objetivos comunes. El pueblo está exigiendo su propio instrumento de lucha. Sabe que no cuenta todavía con un instrumento propio y adecuado. Que las demás ofertas son engañosas, no poseen la radicalidad necesaria. Y tienen más el aspecto de "mercaderes de pescado sacados en río revuelto" coincidiendo con los mismos que pretenden darle continuidad al sufrimiento del pueblo, al capitalismo. Por lo tanto, el pueblo de Bolívar y Chávez y de un montón de mujeres, que por tantas y valerosas, sería injusto de sólo nombrar a una o dos, dirigirá su decisión electoral hacia una propuesta insurreccional que lleve las contradicciones de clase al extremo y forje un verdadero movimiento que contando con un programa correcto (el Plan de la Patria 2013-2019) se encargue, aún en el marco de esta incertidumbre, de la tan ansiada reconstrucción nacional y se erija la Sexta República verdaderamente popular, democrática, anticapitalista, libre, independiente, soberana y que se desviva por la tranquilidad y seguridad de sus ciudadanos.



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Arnaldo Aguilar Dorta


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