El comunismo primitivo y agricultura. Parte I. Resignificado ante el cambio de modelo civilizatorio

A veces creemos que la vida humana comenzó ayer y desdeñamos la vida de los tiempos remotos, donde posiblemente éramos más humanos, todo fuimos desde salvajes y simples, pero nunca artificiales y egoístas; no existían discusiones sobre la bondad y la maldad, pero existían formas de organización con normas no escritas que se cumplían. Nadie hablaba de felicidad, pero el conocimiento de los mayores era muy respetado, y de eso podía depender vivir o morir para aun aprendiz de cazador. Porque una gran prioridad fue sobrevivir, no un individuo, sino el grupo, la especie. Pero, llegó un día en que comenzamos a ser diferentes, apropiarnos del trabajo de otros, a fraccionar el trabajo y a especializarlo en grado tal, que el todo se volvió irrelevante frente a la especialidad. Lo primitivo dejó de ser importante, el entorno natural perdió relevancia frente al concreto armado y es ahora, después de mucho tiempo mal usado, que se quiere mirar atrás, para valorar lo que hicimos mal, y retomar el camino de salvar el planeta entero y con esto a la especie humana.

El modo de producción primitivo o comunismo primitivo es un constructo intelectual de Karl Marx y Friedrich Engels mientras analizaban las formaciones sociales y económicas de la historia de la humanidad hasta sus días. En principio, se corresponde a un período de bajo desarrollo tecnológico y poca acumulación de capital social. Las tecnologías eran fundamentalmente aquella que servían para mejorar la sobrevivencia en la naturaleza que brindaba la oportunidad de recolectar, pescar, cazar, hasta criar y sembrar. Hoy, en términos temporales, se estima han debido transcurrir entre 10 a 20 mil años en ese modo de producción, donde no existió ninguna alusión o forma de vida mercantilista ni capitalista, aunque luego en la transición hacia otras formaciones sociales y económicas, algunas culturas desarrollaron capacidades de gobierno, comportamiento preferentemente gregario, mayor producción agrícola y acumulación de riqueza.

Es posible que lo determinante de esta formación social comunista primigenia sea la ausencia de propiedad privada, el trabajo en función de las necesidades colectivas, la cooperación y la ayuda mutua; no se generaban excedentes acumulables ni transables con fines de usufructo individual o colectivo. La tierra y las incipientes tecnologías eran compartidas y el trabajo generaba similares destrezas para unos y otros, aunque luego las mujeres comenzaron a ser las sedentarias para encargarse de la agricultura y de los hijos, hasta llegar a generar excedentes transables con otras comunidades, mediante trueques y surge la división de trabajo de los mercaderes.

Abrir los ojos a otras relaciones de producción dio lugar al esclavismo y al feudalismo como modos de producción. Salir del comunismo primitivo significó también un inicio de la depredación del ambiente con fines de uso en las sociedades emergentes, con nuevas relaciones sociales y económicas. Las ciudades emergentes resultantes de la vida gregaria fueron muy variadas. Hay vestigios de dos extremos de formas de vida y de relaciones de producción en ciudadelas de hace 4500 años, unas con reminiscencias del comunismo primitivo y otras muy diferentes en vías de lo que hoy es el capitalismo.

Las ciudades comunales con modos de producción comunista primigenio se ubicaron en lo que es Europa oriental, no quedaron en sus estructuras evidencias de formas de gobierno autoritario, las viviendas eran muy parecidas unas con otras y no hay evidencia de objetos de prestigio de clases sociales. Las ciudades eran de baja densidad poblacional. Hay muchas osamentas de animales usados para el consumo como ovinos y ganado bovino. Todavía se desconoce mucho sobre las causas de la extinción o desaparición de las ciudades comunales, aunque hay hipótesis de aparición de individualidades y grupos dominantes que cambiaron la concepción del comunismo primitivo, acumulando riqueza, diferenciando sus viviendas y posiblemente hayan devenido enfrentamientos sociales.

Después de 300 siglos desde de la aparición de los primeros vestigios de agricultura (que por cierto cada vez mas existen pruebas de agriculturas prehistóricas en América superiores a 10 mil años de antigüedad), cohabitan el mundo los diferentes modos de producción que históricamente han existido, incluyendo el esclavismo, aquel similar a las antiguas formas y otras manifestaciones con sus variantes del ultra moderno capitalismo que genera servidumbre de última generación atada a los avances científicos, tecnológicos y a la fidelidad de productos, marcas y políticas. La dependencia tecnológica es en cierta forma una relación esclavista, como lo es también las relaciones de poder entre los centros imperialistas y los pueblos dominados.

En 1989, Fukuyama presenta su esbozo del fin de la historia según lo cual han llegado al momento final las ideologías comunistas y socialistas basadas en los pensamientos de Marx y Engels, según él, vienen los tiempos de la democracia liberal burguesa, que tiene que superar muchas dificultades como la pobreza, las desigualdades el racismo, los nacionalismos, las enfrentas religiosas, por lo menos.

El mundo continuó su marcha pensando y se asoció la caída del Muro de Berlín con el comienzo del fin de la historia, que era exactamente la caída del pensamiento político de las izquierdas. Desde esa época hasta estos días, la sociedad mundial ha visto el empobrecimiento de la población, más de 1.200 millones de personas viven en pobreza extrema, en condiciones de vida indignas. Menos del 5 % de la población mundial poseen el 90 % del capital disponible en el mundo para multiplicarlo pero no para desarrollar soluciones y superar las dificultades. Todos los indicadores ambientales evidencian que no se trata de un simple cambio climático lo que el capitalismo salvaje ha producido en el planeta, sino de un profundo caos ecológico, y para rematar las ideas de Fukuyama, varios científicos sociales han listado centenares de puntos del modelo civilizatorio inducido por el capitalismo y les han dado la connotación de aberraciones capitalistas. Frente a esto, es necesario repensar el modelo civilizatorio de la pobreza, de las desigualdades, del imperialismo, de la dependencia, del extractivismo, de la destrucción del planeta, entre otros puntos.

Con la aparición de la Covid-19, pandemia causada por un coronavirus que ha coincidido con una crisis severa del capitalismo, se han aportado nuevas evidencias del fracaso de la democracia burguesa. Los sistemas de salud público están destartalados, el acceso a los alimentos no está garantizado para todos, la educación nunca previó la atención de la escolaridad para medidas extremas en una sociedad, los gobiernos se han tornado menos democráticos y algunos inhumanamente criminales al favorecer la mortalidad de la gente de menos ingresos y de los ancianos, las guerras inducidas por los grandes poderes capitalistas siguen en marcha. La agricultura industrialista ha evidenciado que no es conveniente para la humanidad. Ha inducido la desertización, la contaminación de las aguas profundas, y ha provocado la extinción de numerosas especies, entre otras barbaridades. El hambre no ha sido mayor porque la producción campesina ha sido salvadora y ejemplar. También se ha evidenciado que el imperialismo, aun en estos momentos difíciles para la humanidad, no duda en crear el caos para países que han propuesto o intentan lograr otros modelos de sociedad.

El discurso político de esta calamidad se ha resuelto con una frase lapidaria: Nada podrá seguir igual o todo será diferente, a partir de ahora. Y surgen propuestas para adelantarse a los cambios. Lo interesante de esta crisis actual del capitalismo es que algunos teóricos han propuesto la superación de pobreza mundial mediante modos de producción comunistas primigenios, claro está, resignificados a la luz del caudal de conocimientos que hoy dispone la humanidad para construir otras sociedades más sustentables, más humanas, bajo otras variables de prosperidad, diferentes a la acumulación del capital por unos, a partir de la explotación y expoliación de otros.

Todavía parece atrevido pensar en la vuelta al comunismo primitivo, pero hay quienes se sustentan teóricamente en que las calamidades por venir, entre otras, catástrofes naturales e inducidas, nuevas pandemias y hambrunas buscarán como escape otras formas de relaciones sociales y de propiedad sobre los medios de producción. Aquello que tanto se ha dicho, que en la post pandemia nada será igual, debe seguir su curso, aunque hay visos de un aparato propagandístico para olvidar, para descartar todos esos análisis sobre la crisis del modelo civilizatorio capitalista, por cambiar cosas para que nada cambie.

Dejo la salvedad, útil para próximos escritos, que lo que tenemos en Venezuela no es socialismo, ni comunismo, y menos comunismo primitivo. Es un extraño modelo capitalista, autoritario, asistencialista con subestimación de las potencialidades de la base popular. Aquí hay cosas que deben cambiar. Se ha escogido una alianza entre una llamada burguesía revolucionaria, el poder cupular, el poder militar y la disciplina de líneas partidistas sobre la base del control de unos asalariados con ingresos que tienden a cero, pero con demandas de la sociedad sobre 200 veces su ingreso mensual. La desigualdad campea y los servicios públicos están en picada fatal. El extractivismo nocivo goza sus días. La agricultura es una tragedia anunciada. Un modelo así no es viable. Me molesto cuando dicen que esto que vivimos es comunismo, porque es un calificativo que va contra toda lógica de la igualdad sustentable.

De manera que pudiera ser de utilidad seguirle el paso a la literatura de los proponentes del comunismo primitivo resignificado para las próximas generaciones como alternativa al modelo civilizatorio capitalistas colapsado. Aquí la agricultura tendrá un papel fundamental. Permitirá tener más claro el compromiso con la humanidad entera para que la especie Homo sapiens sobreviva al caos ecológico. La clave parece estar en resignificar que no es otra cosa que colocarlo ante la realidad actual y hacer de una planta deforme otra mejor, podando los errores y teniendo en cuenta que todos comeremos de sus frutos.

¿Se salvará el planeta de esta catástrofe inducida?

No veré la novedad del comunismo primitivo que dicen comenzará a aflorar cerca del 2050, cuando ya seré polvo cósmico.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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