El sujeto latinoamericano

Hay una pregunta que mueve el motor de la visión del sujeto latinoamericano, y que fue formulada por la abogada, profesora y escritora uruguaya, Marcia Collazo Ibáñez (1959), la cual dice: ¿Cómo y por qué un derrotado, que no ha logrado aún sacudirse el yugo del dominio español, realiza tan enfática afirmación en tiempo pasado? La respuesta que la da el ensayista es certera: "Estamos ante un sujeto que al comprenderse de tal forma, entra en la historia, asume su más plena cotidianeidad y circunstancia; la vida humana no es algo dado o decretado por unos pocos dotados de poder, sino un hacerse y un gestarse permanentes. Se trata como hemos dicho- de una dimensión normativa, es decir, de un acto de voluntad, un querer que las cosas sean de otro modo; se trata, si se quiere, de una utopía en versión latinoamericana , como posibilidad tangible y no como mera ilusión; porque la normatividad implica pautas y pactos que han de darse para realizar la vida, para auto determinarse, para ejercer la dimensión humana desde la más plena condición antropológica; y fundamentalmente, para que cada uno se valore a sí mismo, poniéndose como valioso a priori (o con independencia) de toda experiencia histórica…"

De manera concreta, es un sujeto que está a la altura, de su perspectiva teórica e histórica en las ideas latinoamericanas, sonde el ser humano, como ente histórico, construye su gesta promoviendo cambios revolucionarios, muy al tenor de lo que hizo el pueblo oriental cuando eligió marchar al Éxodo. El hombre latinoamericano no necesita, afirma Collazo Ibáñez, aguardar a que transcurra el tiempo o pase alguna cosa determinada, para quererse un poco más, visualiza su realidad desde la postura de un acto de voluntad que está de la mano de un pensar matutino que confiere al sujeto una participación creadora y transformadora.

En este sentido, la historia de las ideas en Latinoamérica ha promovido acciones que justifican en el pasado la presencia absorbente de una sociedad dominada y transculturizada para asegurar la preservación racional del hombre latinoamericano que de no ser inducido al nivel civilizatorio del mundo moderno, se difuminaría en el tiempo y especio de una selva hostil. El sujeto latinoamericano, a juicio de sus verdugos y conquistadores, fue salvado y esa realidad prevalece aún en algunos textos de historia española e hispanoamericana.

En este sentido, según indica Rafael Lárez Puche, docente e investigador de la Universidad Nacional Experimental "Rafael María Baralt", los debates en Latinoamérica entorno a la construcción de una crítica a la modernidad y el eurocentrismo se ubican en distintos espacios y sujetos; la filosofía de la liberación se comienza a consolidar a mitad del siglo XX, y del cual tiene en el argentino Enrique Dussel su más fiel representante; se da una teoría intercultural de la filosofía, cuyo principio contribuye con la construcción del paradigmas de la modernidad, el cual llega influenciado por la búsqueda de la verdad absoluta y la visión Europea como como sistema-mundo; esta realidad reafirma la idea de Dussel de una filosofía ética que rompe con el horizonte reductivo para poder abrir la reflexión al ámbito mundial, planetario, que es realmente el problema al cual se enfrenta el sujeto latinoamericano: un problema ético del ideal de libertad entre la diversidad de culturas.

En Dussel, se encuentra una crítica hacia la instauración del pensamiento moderno en Latinoamérica y sus ideas develan el acercamiento y consolidación del centro del mundo, el cual alcanza la universalidad a partir de la historia de una sociedad que fue destruida en su esencia originaria pero que logró rehacerse, como el ave Fénix, desde sus cenizas.

El sujeto latinoamericano genera una crítica que es a su vez una nueva propuesta de transformación intercultural de la praxis intercultural la cual busca la superación del eurocentrismo, de manera que rescate los principios de una cultura aborigen que se delimite en el hombre moderno una conciencia cultural más independiente de la europea y más cercana a la fuerza del ideal aborigen que ha estado incrustado en las rocas sedimentadas de las serranías, montañas y sabanas de una geografía heterogénea y cambiante.

En este aspecto expresa Yamandú Acosta, en su ensayo "Filosofía latinoamericana y sujeto", "…la cuestión del sujeto no es meramente un asunto o un tema más entre otros posibles en la agenda del que identificamos como el paradigma fuerte de la filosofía latinoamericana. La filosofía latinoamericana es un modo de objetivación en la constitución de un sujeto a través de su auto-afirmación, auto-conocimiento y auto reconocimiento… Esta constitución no es producto de un decisionismo ex nihilo, sino que tiene lugar a través de procesos que son históricos y emergentes en América Latina en su condición de otra cara de la modernidad y de la posmodernidad, frente a formas de negación o invisibilización implicadas tanto en modos dominantes de afirmación del sujeto de la modernidad como en el común denominador de su negación posmoderna..."

En concreto, afirma Acosta, la comprensión de la filosofía latinoamericana como perspectiva, analítico-crítico-normativa, hace mención a un proceso de auto-constitución como sujetos, condición para el diálogo con otros nosotros, tanto de los que hacen a la diversidad en nuestra interioridad, como a los que la configuran en nuestra exterioridad, la cual es condición de una constitución conflictiva y nunca acabada de la humanidad como sujeto en los términos de universalidad concreta incluyente.

En un aspecto puntual, esgrime Rafael Lárez Puche, en su ensayo "El sujeto crítico latinoamericano como alternativa al ocaso de la modernidad", en Latinoamérica hay "…desafíos que impone… pensar desde ella, ciertamente toda actividad que plasme nuestro pensar debe surgir desde la historia latinoamericana. Nuestros hombres y mujeres entendidos en este trabajo como sujetos vivos se reconocerán así cuando las lógicas de la dominación tecnopolítica sean radicalmente desterradas de nuestros contextos socio-culturales…Nuestro co-existir territorial debe ser producto de un conjunto de asimetrías que se entienden a partir del discurso, del diálogo y la escucha. A partir de allí las intersubjetividades se impondrán ante la intención objetivadora de la modernidad. El mundo, está apostando por el reconocimiento a una plurinacionalidad que existe, se siente y se evidencia en las distintas territorialidades pero que se ausenta por omisión del mismo sujeto sesgado e instrumentalizado..."

Es como expresa Rocío Quispe-Agnoli, de la Michigan State University, en su ensayo "Orígenes coloniales del sujeto latinoamericano contemporáneo: identidad, fragmentación y sincretismo", hacer mención del "…sujeto latinoamericano contemporáneo implica hacerse la pregunta por sus orígenes, sus transformaciones a través de los procesos sociales e ideológicos que enfrenta a lo largo de su historia, y sus textualizaciones bajo la forma de diversos discursos. La pregunta por los orígenes, ligada inevitablemente a la pregunta por la identidad y afirmación/confirmación del yo que explora su procedencia para comprender su porvenir, se suele situar en 1492, con el encuentro violento de las culturas europea y amerindia y el subsiguiente proceso de conquista y colonización. Por lo tanto, los escritores (también individuos) latinoamericanos hurgan en un pasado traumático en el que reconocen su origen transcultural en la violación de uno de los padres (la madre que se identifica con la población amerindia, los conquistados-colonizados) por el otro (el padre europeo, los conquistadores-colonizadores)".

El sujeto latinoamericano está presente en cada ser noción del sujeto colonial, planteando sus diferentes posiciones, observando las categorías de "yo" y el "otro"; se dan como expresión de lugares jerarquizados cuya enunciación revela los conceptos de identidad y alteridad, en tanto lugares a partir de los cuales se ejerce o se recibe la agencia de un sujeto.

Hay, a grandes rasgos, una visión donde no solamente se reafirma un sujeto criollo con ideología eurocéntrica y condiciona lo que el sujeto latinoamericano actual entiende, acepta, idealiza o reafirma como su identidad, sino que abre paso a un hombre nuevo, síntesis de una cultura europea que no pierde vínculos con la esencia latinoamericana, pero que ya no se impone, sino que se disuelve entre criterios de valores y ritos religiosos propios de una visión naturalista de un pasado que vuelve y crea ese perfil de liderazgo que busca la integración de las comunidades entorno a proyectos de vida que consoliden la socialización comunitaria, elemento originario de la comuna y con ella las formulas del poder popular en la comprensión de un mundo cada vez más dinámico y volátil. En esa implosión de valores, se da el hombre nuevo, una especie de corsario quijotesco que pareciera ser más fábula que realidad, pero que se está presentando en buena parte de la experiencia latinoamericana de los sistemas de gobierno y de dirección política de estos pueblos.



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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