El Arado y el Mar

¿Será el 10 de marzo el inicio del apocalipsis?

La situación de Venezuela es grave, existen grandes dificultades materiales, pero alén de eso lo que anuncia un futuro negro como la noche es el vacío de liderazgo, la ausencia de razones para luchar, la pérdida del sentido de la vida que cubre a la sociedad.

Se ha perdido el liderazgo, el gobierno y sus triquiñuelas, sus trampitas de arrabal no pasan de ser un mal que se debe soportar, un espectro que ronda la vida pero no es la vida, no nos pertenece, una maldición que no puede durar cien años. La oposición gringa es un ejemplo de cobardía política, los niños bien de la clase media y la burguesía buscan que papito extranjero le saque las castañas del fuego. En el medio está una masa acostumbrada al clientelismo, al Estado paternalista, que huye al exterior o se fuga al interior de las individualidades.

El asesinato de Chávez fue como una explosión que arrasó con la dirección, con el liderazgo, nos sumió en un desierto, al tiempo que nos enfrentó con nosotros mismos, ahora no hay padre que nos dirija, que nos diga qué hacer. Un día amanecimos sin nada, nos aferramos al recuerdo, a su último mandato y así pasamos sosegados algunos días, pronto nos dimos cuenta que el sueño se había ido, sólo quedaba un sarcasmo, el heredero salió de su cascara y se mostró exhausto, mediocre, gris.

Martí dijo: "no se puede gobernar un país como se gobierna un campamento"; nosotros podemos decir: "no se puede gobernar un país como se gobierna un sindicatillo de tercera"; el resultado será, tarde o temprano, un enfrentamiento, y la magnitud del enfrentamiento estará en relación con la insistencia del mal gobierno en permanecer. Esa es la situación en Venezuela. Ya se asoman las señales de un enfrentamiento que no se sabe dónde terminará.

Después de una gira por el mundo, guaidó regresa a Venezuela con el talante de un procónsul, de un delegado imperial, trae instrucciones que se barruntan en su actitud y sus acciones. Para el 10 de marzo planifican una manifestación, se supone por instrucciones imperiales, las acciones internacionales precisan un detonante que las justifique ante su opinión pública, un horror que los muestre como justicieros, superhéroes.

El lumpen que nos gobierna es posible que continúe con su conducta de resolver las protestas con las bandas, con la violencia; hasta ahora los ataques han sido exitosos. Es de suponer que en la movilización del 10 de marzo aparezca el polo contrario a la violencia madurista, aparezca la violencia del lado de guaidó, y ese será un pasó que transforme la calidad del enfrentamiento.

No son especulaciones en el aire, no se trata de imaginación desatada, hay condiciones que autorizan el temor. El país está en los límites de pasar a un conflicto interno de grande proporciones.

¿Qué hacer?

No hay paliativos, todo será en vano si se mantienen las mismas condiciones de fondo, el mismo desencanto, el mismo vacío de la sociedad. En estas condiciones, las elecciones, el diálogo entre iguales sólo pueden posponer la crisis que amenaza con estallar. Hay que ir al fondo, devolverle a la sociedad las razones para luchar, el sentido de la vida, y eso sólo lo puede lograr volver a Chávez, hay condiciones para hacerlo: existe la teoría, el pensamiento de Chávez, existe el recuerdo del ensayo revolucionario más importante en la historia nuestra -los años del gobierno de Chávez-, y existen, aunque por ahora denigrados, arrinconados, los líderes auténticamente chavistas.

La masa reconocerá a sus verdaderos líderes, los líderes correrán en riesgo de actuar.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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