A propósito de ser ciego

Para los que me quieren fuera de Aporrea

Conocer a Zaratustra y encontrar al superhombre

Nunca pensó Zoroastro resucitar en la pluma del nihilismo. Revivir en la metafísica de la transformación humana. Conjugarse en el ser que se convertiría en antítesis de Jesucristo. Zoroastro, aquel profeta persa que inspiró a Nietzsche hacia finales del siglo XIX, sería el nombre que haría de "Asi Habló Zaratustra" una de las más grandes obras vitalistas de la humanidad.

No es posible volver a la (des)civilización en Zaratustra. Hay que rescatarla. Zaratustra no es el reflejo de Nietzsche en pensamientos, es el pensar del superhombre. Los discursos para la invocación del superhombre están marcados por el sortilegio del descreimiento. El discurso no tiene morfología, tiene los pensamientos del caminante convertido en soñador perpetuo. La invocación del superhombre no está en su fuerza física, está en la fortaleza de su moral. El descreimiento es el significado que acepta al misántropo como fuente de suprema abstracción.

La historia se muestra indigna en la narrativa de jerarcas y reyes que dicen ser vencedores. Los pensamientos del existencialismo en Zaratustra son orientados por un ser que jamás será vencido en su dignidad. En Zaratustra el pensamiento es poesía que busca su eterno retorno, y aunque las máscaras perturban su existencialidad, el sabe que algún día están van a caer, y ese día el sentimiento de la justicia prevalecerá en la humanidad. Hoy puedo ser espíritu, mañana camello o león, pero el pensamiento del niño finalmente conjugará la bondad, el amor y la inocencia ante el horizonte que nos señala la vida. Zaratustra es evolución ante las tribulaciones, es poema viviente que en el medio de enigmas, tropieza con la respuesta asertiva de las confusiones y complejidades que van marcando el devenir.

El tiempo no hace historia en Zaratustra. Es Zaratustra quien invoca el tiempo en sus aforismos para escribir una nueva historia. Por eso el tiempo no pasa en su forma de hablar, sino que es permanente en sus apasionamientos, en sus cantos, en sus reflexiones. Zaratustra es causa y consecuencia. Causa por las injusticias, por las mentiras, por la hipocresía. Consecuencia para ir y venir ante cada momento de la vida. Consecuencia para enfrentar las emociones, la pobreza que asimila el espíritu. Consecuencia para encontrar la libertad. La etiología representa la esencia de sus aforismos.

Nietzsche expresa en Zaratustra las ideas en la búsqueda del superhombre rodeado de poesías, males, alegrías y transformaciones que constituyen una sintaxis de placer literario, una estancia de prosas cuya rima se encuentra en los intersticios del alma. El espíritu es soledad, es compañía, es redención, es naturaleza, es aflicción; pero contradictoriamente, aunque es su aforismo se acepta que la mujer es la felicidad, en ese espíritu no hay orgasmos, no existe la sexualidad, tal vez por ello se asume que los votos de castidad de Zaratustra son la única ventana que jamás quiso abrir en sus pensamientos. Apenas si le está permitido enamorarse del mundo y su naturaleza.

Zaratustra nos habla desde su eterno retorno como parte de un viaje que apenas comienza, cuyo destino busca en los hechos subjetivos y en la más profunda espiritualidad, descifrar el sentido de cuál es la verdad en nuestra vida. Zaratustra nos orienta para que vivamos la vida en auténtica libertad, sin envenenamiento de la moral. Una vida que trascienda entre la genealogía del bien y del mal, el apocalipsis de un pensar y el exordio de otro, convirtiendo sus texturas en nuevos pensamientos.

Hay que conocer a Zaratustra. Allí el ateísmo encuentra un mar de simbiosis profundas. El oxímoron de los evangelios hace perífrasis de construcciones idealistas que sólo han llevado a Dios a la muerte. El espíritu no hizo metástasis en las nuevas verdades. Las nuevas verdades sólo fueron el espejismo de los cristales en los cuales alguna vez Nietzsche ha dormido, sin que esas mismas verdades aún hayan logrado que Zaratustra haya despertado a los hombres. Sólo su sombra le ha seguido en sus sermones para recordarle que Dios sigue viviendo. ¿Será la sombra el superhombre, o sólo parte de su belleza? Los andamios se encuentran resquebrajados por la conducta de unos seres insensibles, a quienes Zaratustra, finalmente los ha dejado ir por su perdición, aunque en su pregonar de palabras, en sus pensamientos, asiente la inexistencia del infierno.

Los pliegues de la mediocridad fueron la inspiración de Nietzsche para acentuar en las páginas de Zaratustra la transformación del mundo. La misma que años después Ingenieros plasmaría en "El Hombre Mediocre" con la crudeza de las ironías. Por eso, hoy no dudamos en afirmar que los seres humanos no pueden estar apartados del conocimiento, la moralidad y la prosecución de la justicia. Los seres humanos son auténticos. ¿Acaso puede ser alguien un ser, quien transformado en serpiente, no le importa arrastrarse por la más fétida de las bazofias, con tal de hundir sus colmillos del más rancio veneno en contra de quienes siempre han despreciado la hipocresía, el fanatismo, la inmoralidad, la ignorancia, la falsedad de ese ser?. Ha sido y sigue siendo esa jauría de serpientes, escondida en quienes son inicuos para leer la filosofía, en quienes son incapaces de amar la poesía, en quienes son incapaces de plasmar las palabras de la reflexión, en quienes han sido incapaces de emular la pureza del alma, los responsables de las miserias de algo que llaman humanidad. Por eso Zaratustra, a esos seres que hacen llamarse del conocimiento, los llama lascivos; son lascivos del conocimiento porque sólo buscan el éxito efímero sobre la eterna gloria.

Entre el pensar y el pensamiento de Nietzsche hay más que una (re)generación de abstracciones y concreciones. Entre el pensar y el pensamiento hay una profundidad o altura infinita por encontrar las respuestas filosóficas y pragmáticas, terrenales y cosmológicas, físicas y espirituales, virtuales y reales, lejanas y cercanas, éticas y morales. Pensar y pensamiento son dos palabras, son muchas interrogantes, son muchas respuestas; y entre ese mundo de semántica y sintáctica el pensar y los pensamientos de Nietzsche se encuentran indisolubles con el mundo de la educación, la sociedad, la naturaleza, la metafísica, sus críticas por el cristianismo y la (in)existencia de Dios.

Zaratustra no busca la resurrección. Quiere la inmortalidad de sus palabras en el eterno retorno. No busca la inmortalidad del ser. Desea que encontremos la eternidad del espíritu. Nos recuerda que las sombras siempre nos acompañan. Que debemos cumplir y orientarnos hacia los propósitos del bien conforme en nuestras fuerzas. Que nos apartemos de lo inverosímil de la mediocridad; tal vez en interpretación de Ingenieros, seamos propensos a la creatividad, abandonemos el estatismo del pensar.

El desprecio entre los seres humanos se ha convertido en suicidio colectivo. Para alcanzar la eudaimonia que una vez existió en la vida es necesario limpiar el alma. Séneca nos recuerda que no importa cuánto rencor silente nos muestren algunos envidiosos, porque algún día vendrán quienes juzguen nuestras palabras con sentido de justicia. Por eso Zaratustra nos invita a liberar el alma de los susurros del rencor y las envidias que pudieran sacudirnos hasta en el espíritu en contra de nuestros semejantes. El verdor de las plantas, el azul del mar, el amarillo del sol, la transparencia del viento, la abstracción de los pensamientos se convierten en espejismos sino regresamos a ser niños y niñas, porque es allí donde se encuentra la historia conjugada en su belleza, rodeada de pensiles, endulzada por la miel, envuelta por las frutas, adormecida en nubes blancas, bañada por la lluvia, cristalizada por las diademas.

Zaratustra a los treinta años no inicia su apostolado, inicia el retiro hacia su reflexión. Reflexiones que en eterno retorno no buscan agrupar seguidores sobre una doctrina o sobre un hombre, sino que se hace profundo pensador en las palabras de Sócrates de conocerse a sí mismo. Esa es su fin esencial. Lograr que sus palabras generen en sus semejantes el autoconocimiento. Conocimiento para convertirnos en seres auténticos. ¿Y qué significa un ser auténtico? Zaratustra condena la ignorancia, pero también la señala como parte de un camino que debe ser superado para alcanzar el principio absoluto del ser. El ser debe buscar su verdad, su propia verdad, aunque ello signifique, cual eremita, tener algún día que encontrarse con la muerte de Dios.

El superhombre no es una simple combinación de dos palabras, no es la unión de un adjetivo y un sustantivo, es la construcción de una palabra cuya fuerza no está en su morfología sino en su semántica. Es una semántica para la promesa de una nueva vida, de un vivir distinto, floreado por una realidad de colores resplandecientes que iluminaran los días y las noches en el tránsito hacia el devenir. El superhombre busca su verdad en la tierra. Elimina las esperanzas como parte de ese nuevo vivir. Por eso Zaratustra se aparta del cristianismo como fuente generadora de Dios. Si Dios es una esperanza, Zaratustra sólo encuentra en la tierra la verdad de conocerse a sí mismo. Sería imposible tratar de conocerse a través de la esperanza, porque ésta sólo es una posibilidad que tal vez nunca llegue, y si esa esperanza nunca llega, pues Dios tampoco llegará. Ante ello Zaratustra encuentra en su filosofía el sacrificio por llegar a ser el superhombre y no ante una esperanza escondida detrás de alguna estrella en el universo.

¿Y cómo encontrar al superhombre? ¿Cómo generar la fuerza intrínseca de sus valores? ¿De qué manera puedo desprenderme de Dios? Zaratustra sólo invoca la virtud, desecha las virtudes. Por eso ama a quienes en su vida desean ser puentes para otros. No hay meta. Hay inclinaciones y fatalidades. Hay un ocaso, porque busca en su alma el olvido de un ser vacío, porque su alma se llena del existencialismo perpetuo que pronuncia palabras de oro. El oro que pueda curar las apetencias banales de la vida. El oro que pueda desterrar del espíritu todos los sentimientos que sean diferentes al superhombre, porque ello significaría el camino hacia la demencia, hacia la condena mental. Hacia la desaparición de los pensamientos y su estética lingüística.

Zaratustra en su discurso, se convierte en el exordio de las ideas que expone Fromm en "El miedo a la libertad". La fuerza de esas ideas liberadoras que buscan influencia ante la más exacerbada de las ideologías convertidas en forma de vida. Encontrar si en esas ideas existe un significado auténtico en cada uno de nuestros pensamientos. Encontrar la verdad, el espíritu, la naturaleza, las cosas y los seres en cuya irracionalidad está su existencialidad. Por eso Fromm al igual que Nietzsche condena la virtud por la virtud misma, porque ello nos llevaría al camino inerte de la vanidad.

La fe no cuenta para el superhombre. Zaratustra encuentra en los ditirambos el horizonte del hombre dionisíaco. La corona de hiedra es el sentido de la expansión uniforme del superhombre, hasta donde puede alcanzar con sus palabras en el espectro de la vida. Conocer a Zaratustra requiere más que la lectura y la interpretación de sus palabras. Conocer a Zaratustra requiere la consecuencia de una forma de existir sobre la tierra. Es la existencia por encontrar "Más allá del Bien y del Mal" aquellas sombras tribales y húmedas protegidas por nubes acechadas por la vacuidad que impiden a los seres humanos reencontrarse con la razón. Hacer de la razón ¿Y dónde Zaratustra cuando invoca a la razón? La respuesta está en nuestros corazones. Conocerte es descubrir que la filosofía trasciende la verdad sobre el ser. La verdad del superhombre, la verdad de Zaratustra es el (re)nacimiento de la irracionalidad ante una racionalidad que ha venido convirtiendo al mundo en una desbordante historia sumida en tristeza, caos y podredumbre. Zaratustra…Zaratustra….Zaratustra, llegar a conocerte no puede ser una ilusión, no es una simple obra literaria, no es un discurso poético convertido en aforismo. Conocerte es aprender y comprender que la realidad en la cual vivo, no es la realidad que pueda conducirme a la felicidad, porque la felicidad en alguna parte perdió la eudaimonia. Hay que volver a Zaratustra para conocer al superhombre. Hay que encontrar al superhombre para conocer a Zaratustra.

Es obvio que este es un ensayo no apto para maduristas, especialmente para los que me quieren fuera de Aporrea, que es casi seguro que ninguno de ellos sabía de la existencia de Nietzsche, y quienes alguna vez lo leyeron es evidente que jamás han puesto en práctica su pensamiento, porque Nietzsche en sus aforismos y, a pesar de sus controvertidas posiciones, habría hecho de Zaratustra el principal adversario de la barbarie humana y política que significa el madurismo. O tal vez, hasta hubiese surgido en Nietzsche, algún demoledor pensamiento diciendo en vigente parafraseo de La Gaya Ciencia: ¿Alguien del pueblo ha visto el bienestar del madurismo en su mesa, en su salud, en evitar ser víctima de la delincuencia, en sus ingresos para satisfacer sus necesidades esenciales? Y en contraposición, no diría que el madurismo ha muerto, pero tal vez diría, el madurismo es la miseria y la podredumbre, la miseria de seres inhumanos, la miseria de quienes amparados desde un efímero poder destruyen la vida de los pueblos. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.

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REFERENCIAS

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Javier Antonio Vivas Santana

Más de 6 millones de lecturas en Aporrea. Autor de la Teoría de la Regeneración del Pensar. Dr. en Educación (UPEL). Maestría en Educación, mención Enseñanza del Castellano (UDO). Lcdo. en Educación en las menciones de Ciencias Sociales y Lengua (UNA). Profesor de pre y postgrado tiene diversas publicaciones y ponencias internacionales acreditadas y arbitradas por editoriales, universidades e instituciones de España, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia, y naciones de América Latina.

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