¿Con Donald Trump en su ascenso a Presidente, desaparece la incertidumbre? La respuesta es no. Hay una gran amenaza en tablero: la pretendida destrucción del Estado-Social de Derecho; la fragmentación del Estado-Nación; el control de las reservas petroleras. Se plantea un nuevo mapa regional sin los Tratados firmados, no le funcionan para su plan de desarrollo interno y su respuesta a sus “blancos” electores. Las microsociedades ilusorias desaparecerán simbólicamente: latinos, asiáticos y afroamericanos.
Obama, en su rol de “nobel de la paz” movió sus últimas piezas: desde la intriga, renueva las sanciones a Venezuela; las injurias producto de la megamaquinaria mediática, el estímulo al narco-paramilitarismo; los pecados de la alta-jerarquía eclesiástica hasta el movimiento de fichas en el Congreso de su país en post de la intervención a Venezuela. Europa su tragedia histórica, una recesión profunda, alta tasa de desempleo, depresión económica, indicadores por el suelo. Se ha derrumbado las expectativas ciudadanas ante el proyecto europeo y eso lo sabe Trump.
Trump, millonario y “zorro viejo” apuesta el crecimiento económico pero sin desarrollo integral. Busca lo contrario a la imposición de los programas de ajustes brutales. Su proyecto es una añeja noción de imperio; “el sueño americano” que ha de combatir no a las mafias de New Jersey sino contra las fuerzas del capital creado por narcotráfico, lavado de dinero, y crimen organizado que son casi 900 billones de dólares, según investigación del Senado. Es urgente equilibrar la balanza, con políticas proteccionistas; frenar el trabajo improductivo,” las ganancias sin trabajo” y detener la amenaza y profecía de Marx de la tasa descendente, como sostiene Omar Galindez, además por ello combate a China y se cuida de la sentencia de Pagarin que EEUU se dividiría en cuatro toletes sino activa la economía. Trae el neoconservadurismo de la época de Regan.