Quinto malo

El pugilato entre farándula y conciencia

No digo nada nuevo al recordar que los medios impresos (y los audiovisuales, electrónicos y de sistemas internáuticos) cuando alumbran una sección de sus páginas bajo la nomenclatura de “cultura”, en realidad se están refiriendo a la farándula, al espectáculo y, en el mejor (¿mejor?) de los casos, a las bellas artes.

Es evidente que, en el plano de los debates simbólicos a los que convoca la lucha contrahegmónica, al desmontar lenguaje y contenidos de la ideología del capital y su expresión política como imperio, pudiésemos observar claramente que la dicotomía farándula – cultura es también hegemonía – contrahegemonía o, si se quiere, ideología –conciencia. Un verdadero pugilato que se debe observar cuidadosamente, sobre todo cuando una Revolución como la nuestra, Bolivariana y Chavista, está llamada a ser radical y, definitivamente, cultural. No farandulera, cultural.

Cuando la reflexión precedente se hace desde el Estado, se pude inferir la esencia de éste. El Estado burgués maquilla, juega a copiar los estereotipos de los dominadores porque se asume su estética como inconmovible. El Estado proletario (siempre en gestación, por ahora) defiende la esencia de su pueblo, culturalmente expresado en sus raíces y derivaciones que le confieren identidad de pueblo.

Por eso es que la Venezuela que construye su Patria socialista y emprendió el acertado camino de la Revolución Bolivariana (con su Árbol de las tres raíces) bajo el liderazgo del Comandante Hugo Chávez, ha defendido con tino que TODA VERDADERA REVOLUCIÓN ES ESENCIALMENTE CULTURAL.

¿Qué significa cultural? ¿Identificarnos con los estereotipos de la industria que nos impone los colores y lucecitas de Disney y sus similares para expresarnos sin memoria o significa encontrarnos con nuestra raíz y su crecimiento histórico en diversidad?

Cuando Chávez decide implosionar democráticamente al Estado burgués y oligárquico que encontró al llegar a la Presidencia, en 1999, se propone reformar (al igual que como fue enunciado por el revolucionario Antonio Gramsci), intelectual y moralmente lo hallado, para dar paso al mundo nuevo y posible, al Gobierno del bienestar vital y necesario para todas y todos y, en última instancia, a la Patria socialista. Crea, entre otras estructuras para acompañar las transformaciones más radicales, al Ministerio de la Cultura. Y Chávez se rebela desde el principio, contra lo falso, contra la ideología dominante, el maquillaje, los escenarios y la farándula hegemónica, de imposición ideológica imperial, para mirar “lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos (patriótica y revolucionariamente) ser”. Chávez no cae, incluso, en la tentación de llanerizar todo, porque eso hubiese sido otra forma de aplanamiento. Asume y defiende la diversidad cultural y por eso la inclusión jamás la mira como consigna, sino como espacio para la libertad, la independencia y la soberanía de pueblo venezolano.

Y, como las anécdotas también pueden contribuir a reforzar principios, quiero recordar, públicamente, por qué el Ministerio del Poder Popular, creado por el Comandante y líder de la Revolución Bolivariana, asume como emblema de identidad gráfica, una pintadera Panare. El Ministerio es creado en 2005. El ministro designado, Farruco Sesto, asume a plenitud su tarea y, entre otras cosas, convoca a diseñadoras, diseñadores y artistas plásticos para que concursen en la procura de un logo tema que identifique a la joven institución. Entre múltiples y bien trabajados diseños de logos, ninguno consiguió impactar contra el “dibujo Disney” como referencia de imposición, ideológico, implícito en los dibujos. Felizmente (considero yo), el jurado responsable de calificar las obras declaró desierto el veredicto. Es decir, ninguno calificó. Poco tiempo después, la propuesta de mirar hacia nuestras raíces gráficas, permitieron que del árbol cultural venezolano, desde sus raíces, aflorara la pintadera Panare en la que se leen las figuras de un perro y una rana.

Esa pintadera de nuestro pueblo Panare, perdida y casi olvidada, imposible de ver entre tanto encandilamiento polícromo y estereotipado por el diseño burgués colonizador de conciencias, es actualmente la identificación gráfica del Ministerio del Poder Popular y de todas las instituciones que lo conforman.

Entre la pintadera y “diseño-Disney”, la opción revolucionaria debe seguir siendo la primera.



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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