En nuestro Círculo Bolivariano de Estudios de "El Momoy" (Chiguará) y en mis clases universitarias de postgrado se puede notar el despertar de un gran interés en las teorías del imperialismo dentro de la conciencia revolucionaria general de muchos estudiantes y camaradas venezolanos. Todo el mundo quiere saber, de qué se trata realmente con el ‘imperio’, con el ‘Cuarto Imperio’ y con el ‘Imperialismo’.
Es verdad, en nuestra Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas de la U.L.A. en Mérida, durante un cuarto de siglo, nadie les enseñó a los estudiantes nada sobre las teorías del imperialismo y del fascismo. De hecho, desde los años 60, tópicos como estos se han vuelto ‘obsoletos’ y han desaparecido del currículo académico. Incluso en países como Alemania, específicamente en la Universidad de Francfort, en la Facultad de Ciencias Sociales, ya hace una década atrás, la historia completa del movimiento de los trabajadores a escala mundial ha caído bajo la censura del alma mater de la globalización modernizada.
Así que no nos extraña el hecho de encontrar a estudiantes eternos del calibre de Nixon Moreno, quienes, como ‘lideres’ estudiantiles auto-proclamados, se convierten fácilmente en carne de cañón y en secuaces para los fines políticos de los buitres de la CIA o de los embajadores estadounidenses en Venezuela, como Charles Shapiro y William Brownfield. Esto no es casual; como resultado de los ataques abiertos imperialistas, la Revolución Bolivariana entra a grados más altos de la auto-conciencia social, de la práxis científica y teoría filosófica, del cambio histórico y la emancipación humana.
Podemos resumir, que como política general, durante el siglo pasado, casi todos los movimientos de liberación nacionales y coloniales, y casi todas las revoluciones sociales le habían declarado la guerra total al imperialismo. El nacionalismo africano e incluso el pan-africanismo contra la política del divide et impera europea, definitivamente fue anti-imperialista, pero extrañamente pro-capitalista en esencia también.
En Sudáfrica, la mayoría de los movimientos de liberación anti-imperialistas, dentro de sus ‘Cartas de la Libertad’ o sus ‘Programas de 10 Puntos’, simplemente querían disfrutar también de todos aquellos bomboncitos capitalistas, los cuales sus amos blancos estaban saboreando. Actualmente, la ‘Nación del Arco Iris’ de Nelson Mandela y Thabo Mbeki en una ‘Sudáfrica libre’ es más capitalista que jamás y se encuentra en las garras corporativas del imperialismo mundial.
Históricamente, el resultado de tal error teórico es, que hasta el día de hoy, el imperialismo euro-americano es el que manda en el continente africano entero. Un estudio general de la teoría marxista del imperialismo hubiese evitado una equivocación tan fatal como esta.
¿Será que nosotros, los latinoamericanos y los venezolanos, que tanto nos aferramos al capitalismo mundial, también cometemos los mismos errores?
Sin duda, Venezuela sigue siendo un país capitalista y bajo la dirección heroica de la Revolución Bolivariana no hay escape; cuando se aumenta la presión popular, a Venezuela todavía le queda responder la pregunta multi-petro-dólar-millonaria de la excelente experta marxista en materias del imperialismo, Rosa Luxemburgo:
¿En Venezuela, reforma o revolución?
* Además, ¿es posible que una revolución socialista de los trabajadores es anti-imperialista y pro-capitalista al mismo tiempo?
* ¿El ‘socialismo’ de las sociedades pre-colombinas o de la era de Jesucristo fue capaz de aniquilar el ahora imperio mundial capitalista, imperialista y corporativo?
* Con una mente sana, y activando nuestras neuronas analíticas, ¿cómo jamás podemos soñar de tumbar el imperio de Bush y crear un Nuevo Socialismo del Siglo 21 sin las explicaciones actualizadas de las teorías modernas marxistas del imperialismo?
Ciertamente no es precisamente una alianza entre el capital y el trabajo, una nueva clase media, una redistribución igualitaria del ingreso nacional, no son los grandes negocios petroleros y gasíferos con los magnates de la globalización, que ayudan en crear una América Latina integrada y emancipada, libre del globofascismo y del imperialismo corporativo.
Contrario a muchas teorías burguesas de las relaciones internacionales ampliamente aceptadas y el montón de teorías de la ‘dependencia’, son mayormente las teorías marxistas del imperialismo, las que nos explicaron, que el capitalismo y el imperialismo sólo son las apariencias de una sola cosa, es decir, del proceso transhistórico de la producción clasista alienante y de la historia global.
El término mismo del ‘imperialismo’ fecha en la época de las revoluciones europeas de 1848; fue utilizado a nivel político para describir la expansión capitalista gradual de Gran Bretaña y Francia hacia África, las Américas y otras partes, en otras palabras, el comienzo de la globalización.
En Venezuela es imposible ser anti-imperialista y al mismo tiempo favorecer la globalización capitalista.
Como ya lo dijimos, el capitalismo, el colonialismo, el imperialismo y la globalización sólo son términos científicos diferentes para describir las diferentes apariencias y el desarrollo del mismo querido compañero de cama que disemina su SIDA libremente, prostituyéndose a nivel global.
En sus famosas obras, marxistas e incluso liberales como John Atkinson Hobson, Rosa Luxemburgo, Vladimir I. Lenin, Rudolf Hilferding y Hannah Arendt, han explicado, que el capitalismo nacional liberal lógicamente tenía que inducir el imperialismo para conquistar el trabajo barato, nuevos recursos naturales y nuevos mercados. En el mercado mundial, el capitalismo en expansión trajo consigo un proceso dialéctico complejo de desarrollos sistémicos iguales, desiguales y combinados a nivel global.
De ahora en adelante, hacia la globalización, era evidente que países como Haití y los EE.UU. se encontraron (y siguen encontrándose) en el mismo proceso histórico dialéctico; el anterior sólo es igual de sub-desarrollado como es sobre-desarrollado el último.
Históricamente no hay vuelta atrás y la Revolución Francesa, que ahora lidera la junta militar Bush, se está globalizando inexorablemente, acompañada por la Revolución Industrial que ahora se expande militarmente como la América Corporativa.
Ya no queda país alguno en el mundo, que puede hacer su propia revolución privada, capitalista, burgués-democrática. Nadie se puede desvincular del mercado mundial y de la globalización. El ciberespacio solar y el Internet globalizados pronto alcanzarán el planeta Marte.
Sin subestimar los factores culturales y sociales y como resultado de este desarrollo capitalista impresionante, marxistas como Rudolf Hilferding ya extendieron la definición del imperialismo a las esferas del comercio internacional y el sistema financiero capitalista. Por falta de un nuevo término en los años 60, Ernest Mandel simplemente llamó al imperialismo moderno ‘capitalismo tardío’.
Obviamente el proceso histórico del imperialismo, que fue originalmente introducido por el colonialismo europeo, tenía que ver con la conquista territorial y las colonias forzadas europeas o de esclavos. Tenía que ver con la expansión del control autoritario militar y espiritual sangriento sobre otros pueblos y tenía que ver con la producción y el mantenimiento de grandes imperios en el exterior a través de maquinaciones violentas y coercitivas del Estado.
Cuando los amos coloniales comenzaron a colonizar a otros continentes, desde 1860, algunos autores se refirieron a esta ‘Era del Imperialismo’ como Nuevo Imperialismo; es específicamente este tipo de imperialismo que nos interesa aquí. No nos interesa el imperialismo de la ‘carga del hombre blanco’ (Rudyard Kipling, 1899).
Ya en vísperas del siglo 20, la jerga poética del imperialismo británico, que fue el padre del imperialismo yanqui, nos describió de la siguiente manera:
“Tomen la carga del hombre blanco - Envíen adelante su mejor casta – Vayan a enlazar sus hijos en el exilio - Para responder a la necesidad de sus cautivos; Para esperar en arnés pesado – Pueblo agitado y salvaje – Su pueblo triste recién capturado – Mitad diablo y mitad niño”.
Esto era la manera de cómo el imperialismo europeo nos vio a nosotros, ‘mitad diablo y mitad niño’. En África nos llamaron ‘mandriles negros’, fuimos la carga económica del Primer Ministro William Pitt de Gran Bretaña. En los intereses de la clase dominante de la inexorable acumulación del capital metropolitano, como saqueo psicológico de la mente y control cultural imperialista, a través de una educación para el salvajismo colonial y neocolonial, el sistema capitalista inculcó en nuestras mentes clandestina y deliberadamente el veneno ideológico, una mentalidad esclavista sofisticada, complejos de inferioridad y religiones monoteístas y paternalistas. Muchos de nosotros fueron convertidos en defensores firmes del status quo, en reformistas, en salvadores de nuestra propia miseria; comenzábamos a creer que nuestra pobreza nos la dio Dios, que el capitalismo es ‘bueno’ y que el problema simplemente consiste en cambiar los líderes mediante las elecciones ‘democráticas’. Mientras tanto, el propio Presidente Bush nos enseña lo que es la ‘democracia’ electoral imperialista norteamericana.
Los efectos contrarrevolucionarios de esto, los podemos verificar a diario en los ataques locales, nacionales y globales contra la Revolución Bolivariana y el Gobierno venezolano. Es bastante trágico ver, cómo grandes sectores de la juventud son engañados y manipulados y cómo se convirtieron en víctimas de la propaganda imperialista, cómo se volvieron ciegos y miopes, impulsando un sólo proyecto histórico: ‘¡Fuera Chávez!’ Esto equivale a una psicosis mental, es imperialismo patológico por excelencia; esto es corrupción imperialista de la juventud, es lumpen-intelecto por excelencia, es un caso de tratamiento emancipatorio para el doctor Frantz Fanon. El presente momento del desarrollo histórico necesita urgentemente la resurrección de Carlos Marx y de todos los verdaderos marxistas, como nuestra práxis y teoría diaria, nuestra ciencia y filosofía. Un renacimiento de la teoría marxista del imperialismo serviría como guía precisa para la actual Revolución Bolivariana, para que ésta no termine en una barbarie globalizada. Ya perpetuamos a Bolívar, entonces hagamos lo mismo con Carlos Marx, porque sin él, ¡nunca entenderemos a Fidel y a Ché y ahora a Chávez y a Evo!
Para Venezuela es una sine qua non el estudio urgente de los aspectos político-económicos de la teoría marxista del imperialismo, para no caer ciegamente en los huecos del actual reformismo social y en el moloch de la globalización. El camino hacia el infierno imperialista corporativo globalizado está pavimentado con ‘buenas’ intenciones y con un ‘buen’ capitalismo liberal. Referente a la Revolución Bolivariana, sólo podemos mencionar algunos aspectos pertinentes del anti-imperialismo marxista y anti-capitalista.
Contrario a las revoluciones sociales del siglo 20, la Revolución Bolivariana toma lugar en la época del capitalismo universal y global, de la globalización. Esto le da un carácter y una tarea histórica muy especial.
Marx y Engels ya en su Manifiesto Comunista describieron fervorosamente la época actual como el capitalismo extendiéndose por todo el planeta, “volando en pedazos a todas las murallas chinas”. Dentro del imperialismo corporativo, se acaba de realizar actualmente la propia lógica del capitalismo, su acumulación brutal, su centralización, monopolización, su comercio de ganancias despiadado y su competencia. El capitalismo ha penetrado cada fibra de la vida humana, cada célula viva de la naturaleza misma y por lo tanto, como indicaron Marx y Engels, podría librar la posibilidad de su propia aniquilación dialéctica, llevada acabo por su propia negación intrínseca, el socialismo mundial.
Para Marx y Engels, lo que está pasando ahora, es decir, precisamente la globalización total del capitalismo y el imperialismo universal, fue la verdadera hora de la ‘emancipación humana’ (Marx en la Ideología Alemana). Hoy más que nunca, Marx se vuelve relevante y sería fatal para nosotros no aprovechar este momento final emancipatorio.
Concerniente al ‘imperialismo moderno’, hace mucho tiempo, excelentes pensadores marxistas pronosticaron el actual desastre político-económico a nivel global. En otra ocasión trataremos las teorías del imperialismo, por ejemplo, aquellas de Hilferding y Rosa Luxemburgo, que nos conciernen directamente aquí en Venezuela. Ya hace un siglo atrás indicaron el actual colapso económico global. Además, Rosa Luxemburgo manifestó, por ejemplo, que el sistema capitalista necesita salidas en formaciones no-capitalistas y lógicamente produce el militarismo y el imperialismo. Así que el actual militarismo yanqui y los ataques imperialistas contra Venezuela forman parte intrínseca de la conquista económica del capitalismo mundial en expansión.
Además, el militarismo capitalista, es decir, el imperialismo no necesita pretextos para la conquista directa o la invasión militar de territorios extranjeros, ni para el robo de recursos naturales; ya se ha convertido en un ‘arma de la clase dominante en la lucha competitiva entre los países capitalistas por las áreas de civilización no-capitalistas” (Rosa Luxemburgo).
Aunque sólo reina durante un periodo relativamente corto y a pesar del hecho que la bandera gringa y el dólar ya desaparecen en el horizonte americano y que el ‘Imperio Americano’ desvanece como poder mundial único, los Estados Unidos de Norteamérica siguen siendo una fuerte realidad política, económica y militar. No deberíamos subestimar esta monstruosidad imperialista.
El imperialismo global moderno se determina por su lucha corporativa por la supervivencia a toda costa, por contrarrestar a sus rivales por la hegemonía global y por acabar con cualquier revolución proletaria mundial. Por eso, se encuentra en peligro permanente la Revolución Bolivariana. Y esto es la razón, por qué tiene que conocer su enemigo, es decir, el imperialismo capitalista y el capitalismo imperialista.
Como explicó Marx en su famosa obra, el capital vio la luz de este mundo chorreando de sangre y de sucio desde la cabeza hasta los pies.
Nosotros del ‘Tercer Mundo’ o mejor dicho de la ‘Humanidad del Sur’ hemos experimentado concretamente a través de los últimos cinco siglos la brutalidad de las diferentes formas del capitalismo colonial. Nos costó centenares de millones de vidas preciosas. Tomaría años aquí relatar en detalle lo fascista y lo terrorista que fue (y sigue siendo) el imperialismo corporativo moderno; sin embargo, sólo démosle un vistazo a lo siguiente: los gulag, las guerras mundiales, los Tribunales de Moscú, Auschwitz, Workuta, Dachau, Hiroshima y Nagasaki, Sharpeville, Soweto, el Sionismo, las masacres coloniales, los golpes militares y las dictaduras de América Latina y otras partes, las políticas exteriores de los EE.UU., las masacres de My Lai y Djakarta, el Caracazo, las Torres Gemelas, Nueva Orleáns, Afganistán, Irak, Guantánamo, Fallujah, etc, etc.
Estos son las razones por qué a escala mundial no nos podemos dar el lujo de fallar. Es Victoria o Muerte, incluso si tuviéramos que luchar una ‘guerra asimétrica de 100 años’ (Chávez).