Repolitizar al pueblo con moral

Tenía que ser así. Tenía que ser el Presidente y camarada Nicolás Maduro quien lo dijera, “hay que repolitizar al pueblo”. Sólo así los militantes o quienes se dicen ser revolucionarios, hoy muchas de ellos burocratizados y despolitizados, asumen la preocupación que tenemos muchos sobre la situación colectiva, la falta de conciencia social y la despolitización del pueblo.

El Comandante Chávez, al iniciar el rumbo al socialismo después del golpe de estado del 2002, delineó un plan de politización masivo. La oposición le gritó a los cuatro vientos que en Venezuela se estaba iniciando un proceso de ideologización del pueblo desde las escuelas. No le paramos, des dijimos que sí, que era necesario politizar al pueblo para que asumiera la revolución como un proceso de liberación, que la política no estaba vedada al pueblo y el pueblo tenía que asumir la construcción de su propio destino. Así fue.

El (03/06/2015), en su programa Contacto con Maduro, el Presidente Nicolás Maduro reflexionó en torno a la situación nacional y sobre manera habló de la despolitización del pueblo. En una entrevista al Comandante Chávez le preguntaron de cómo construir el socialismo del Siglo XXI y él, de manera muy coloquial  respondió bajo cinco estrategias tácticas: la Moral, la Política, lo Social, lo Económico y el Espacio.

La Moral, tiene que ver con el respeto, la tolerancia, el amor al prójimo. Tiene que estar ligada al desprendimiento individual y asumir lo colectivo como principio de vida. La moral tiene que ver con el trabajo, el trabajo en equipo, en colectivo. Nadie puede asumir que trabaja más que otro sino trabaja más que el otro.

La moral es la actitud y conducta. La actitud ante la vida. La actitud ante la miseria y la pobreza. La moral es una conducta honesta, sincera, diáfana, transparente. La moral tiene que ser plena, como la Luna Llena. La conducta tiene que ser autentica, no puede haber una conducta fingida o edulcorada, teñida u uniformada de un color. La moral de un revolucionario pasa por la autodisciplina y auto revisión.

Desde  mi punto de vista, para este momento histórico, cuando vamos camino a las Elecciones Parlamentarias, un consenso moral mínimo es decisivo a la hora de legitimar el poder, en tanto toda legitimidad se funda en un principio moral. Un dirigente puede equivocarse, pero una cosa es equivocarse y otra ser ladrón; un dirigente debe ser realista, pero el realismo no es una excusa para corromperse; la ética de la responsabilidad no es una coartada para hacerse millonario con los recursos públicos. Siempre se ha dicho que primero hay que tomar el poder, o desarrollarse como nación y después ocuparse de la moral pública. En todos los casos y, con recursos teóricos diversos, el hecho moral es el último orejón del tarro. A muchos le resulta práctico y cómodo.

Sin embargo, lo que la experiencia de estos 16 años nos enseña, es que el Comandante Chávez empezó por tomar el poder político  y lo conjugó con su  moral como requisito de futuros emprendimientos. Por lo que no habrá desarrollo, igualdad, Estado Socialista sin ese piso moral mínimo. En este sentido, la moral no es una consecuencia social de los cambios, sino la condición necesaria para que esos cambios se produzcan.

Se puede ser socialista o comunista. No ignoro las diferencias y la importancia de esas diferencias, pero lo que hemos aprendido es que los mejores ideales no han fracasado por sus contenidos o intenciones sino porque fueron traicionados en nombre de la lógica del poder o la pasión del dinero. No se trata de subestimar el valor de las ideologías o de los proyectos económicos y sociales, sino de colocar en el plano político que se merece el hecho moral y, en este caso, la exigencia moral. Todo puede, merece y debe discutirse, pero una sociedad sin conciencia social o cómplice con dirigentes ladrones, falsarios o corruptos no tiene destino cierto, como tampoco lo tiene una clase dirigente que en nombre del socialismo, con cinismo, hipocresía o el “relato” supone que todo le está permitido porque a otros se lo permitieron antes que a él.

No se trata de exigirles a los camaradas que sean santos, sino de impedirles que se parezcan a un capo mafioso. Para que esto último no ocurra, es necesario establecerle a los dirigentes las mismas exigencias que tenemos para desenvolvernos en nuestra vida cotidiana: responsabilidad, conductas previsibles y mucha humildad. O, como le gustaba decir a mi abuelo Valentín Rivas: “manos limpias y uñas cortas mijo que la humildad no está reñida con la honestidad. Para cumplir con estos requisitos no hace falta ser Francisco de Asís o la madre Teresa de Calcuta; alcanza y sobra con ser honesto. ¿Y qué es ser honesto? No hace falta un seminario de hermenéutica para saber cuáles son las virtudes públicas que incluye este concepto.

La política, es la dialéctica. Es la simbiosis de la realidad con los sueños. La política no puede ser entendida como un compromiso de color. Tiene que ser asumida como un apostolado, como una forma de vida. Con el compromiso colectivo de hacer posible lo imposible. La política como instrumento

Entonces, repolitizar al pueblo no es otra cosa que poner en práctica la Nueva Geometría del Poder y las Cinco estrategias Tácticas para construir el Socialismo. También retomar Moral y Luces.

 

freddylinaresr@hotmail.com



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