De la construcción del Socialismo depende la vida en el planeta y la existencia de la especie humana, de eso no cabe la menor duda. Si la especie continúa por el camino del capitalismo no hay esperanzas para nadie, para nada vivo, todo desaparecerá.
La mayor amenaza de la especie humana es la especie humana misma. Somos un milagro de la vida y también una maldición; podemos ser equilibrio y también perdición de la vida. La especie conquistó la capacidad de pensar, de imaginar, el libre albedrío y con esta facultad, liberarse de las limitaciones de la naturaleza; pudo construir una herencia, ya no sólo genética sino cultural, de entrar en un mundo único de la especie humana donde el destino dependerá de su propia voluntad.
Desde el principio de la historia, la "voluntad social" de la especie fue confiscada por una segmento de ella, la sociedad se fragmentó, se dividió en poseedores, dueños, explotadores, y esclavos, siervos, despojados, marginales. De esta manera el objetivo social derivó hacia la meta egoísta de un segmento social. En miles de años de fragmentación, la humanidad perdió el control de su destino, surgió una fuerza que le es extraña y que la domina, creó un falso dios insaciable en la búsqueda de compensación material. Al principio se trataba de una lucha entre los humanos, las guerras eran frecuentes, se buscaban ventajas materiales, conquistar territorio, rapiña, esclavos… luego, mercados. Con la llegada del capitalismo la fragmentación se hizo más sofisticada, pero más perjudicial. Ya la guerra no sólo fue de todos contra todos, ya el hombre no fue lobo del hombre, sino que apareció otro peligro aún no valorado en toda su dimensión: el hombre contra la naturaleza, el impacto sobre la naturaleza de la destrucción humana.
Hasta hace poco los grandes pensadores del mundo temían que era la guerra la principal amenaza de la especie, se hablaba y aún se habla contra la guerra atómica, esa es una amenaza real pero no es la principal, la amenaza a la naturaleza es similar o mayor que el temido invierno atómico, y por desapercibida sigue su camino silencioso hacia el punto de no retorno.
El dios capitalista, el culto al lucro, que ha creado una sociedad capitalista que se controla, se perpetúa, se reproduce a sí misma, que tiene eficaces sistemas de protección, impide la defensa, la rectificación de la agresión a la naturaleza, y así la especie inconsciente es su peor enemiga.
Es necesario, urgente, rescatar el pensamiento social de los dirigentes, de la vanguardia, como paso previo para la reconstrucción, la integración de la sociedad. Que el lema ético "si me da lucro es bueno, es ético" sea sustituido por "si beneficia a la sociedad, a la humanidad, es bueno, si lo perjudica es malo, éticamente reprobable". Esa es la principal tarea del Socialismo, conquistada esa voluntad social se habrá emprendido el camino de la redención de la vida, del humano.
La tarea es muy difícil, pero es vital. Se debe comenzar por los dirigentes, por la vanguardia, éstos deben deslastrarse de la ética capitalista, del individualismo, deben dar el difícil paso de pensar y sentir en sociedad, y en ella realizar su individualidad; deben ser ejemplo, que la tarea de la construcción del Socialismo sea la medida de todas sus acciones, nada individual puede estar por sobre ella, nada debe estimular en la masa la ética capitalista, no se debe caer en la tentación de intentar satisfacer las apetencias capitalistas para permanecer.
¡Siéntanse orgullosos los dirigentes que luchan por el Socialismo, los que lo defienden de falsificaciones y extravíos, los que verdaderamente siguen la ruta de Chávez, ellos serán grandes!
