Revolución con adjetivos ...

Con mis amigos Juancho la Rosa y Carlos Yusti siempre salto en la discusión y en la conversación lo que para nosotros debería ser la revolución Yusti y Yo contemporáneos y el mas muchacho Juancho. Las conversaciones hace años antes que en el local de los “Matanceros” se comportarían como unos desgraciados cortaran un árbol de mango que nos había matado el hambre a todos luego acontecerían la victoria contra la intervención por parte de la CTV de SUTISS y la victoria electoral en el Estado Bolívar por parte de Andrés Velásquez y en Caracas con Aristobulo.

Ya poco digeríamos a La Causa R se recién incorporaban Aristobulo y la gente de Ali Rodriguez, eran años inquietos y la carga teórica y humana de Maneiro rodaba por cada pared y cada bloque Alfredo nos había dado muestra de sencillez y lucidez, años atrás había roto con esa izquierda que considerábamos aburrida, fofa o aburrida seguían prendiendo velas a Mao y a Stalin y otros a Albania y su líder de entonces Enver Hoxha y sus libros de pasta verde o roja.

Lo cierto es que rodaban en nuestra juveniles manos otros libros Marcuse, Garaudi, Alexander Dubcek eramos muchachos que sabíamos aun en nuestra inocente adolescencia algunas cosas que generalmente parecían textos heréticos en un mundo donde Stalin y sus “Cuestiones de Leninismo” estaba haciendo terapia en los sobacos de mas de un amigo, de aquellos días.

Lo cierto es que nos gustaba aquello de libertad, igualdad, fraternidad y como escuchábamos canciones tupamaras también aquello de “que ninguno tenga mas de lo que necesita” y veíamos películas de Costa Gavras “La Confesión” donde se narra como se descabeza al Partido Comunista Checoslovaco con falsas acusaciones para defender aquel proceso de los enemigos internos y externos y bajo falsas acusaciones y con “jueces, magistrados, torturas se fue “descubriendo el complot”.

Entonces la revolución tendría para nosotros adjetivos y el poder convivir y vivir en revolución debía que sostenerse en una carga de soluciones a los problemas cotidianos y permanentes del venezolano desempleo, lucha contra la devaluación, vencer la carestía, democratizar y adecentar las instituciones públicas, derrotar el hambre, el analfabetismo, tener una población politizada y exigente, sociedad critica, igualdad ante la ley, tierra para quien la trabaja, lucha implacable contra la burocracia.

Hoy aun con las conquistas del pueblo venezolano sigo viendo que los pasos son tan tímidos en los hechos torales. Parece que las lecturas de aquellos días siguen siendo sospechosas y ya muchos tampoco tienen el librillo de Stalin “Cuestiones de Leninismo” solo son fabricantes de términos y consignas y se van intentando sacar del juego a los librepensadores, a los críticos y a los que opinan y le dan calor al debate.

El camino recorrido ha sido tan largo que ya el punto de partida no sabemos dónde quedo, la discusión se perdió en las brumas y la obediencia debida va consumiendo el entusiasmo primero y el impulso luminoso.

Ahora el abrazo no es tal y es sobre todo el estilete que aparece en palabras, actas y hechos y el dolor se va oponiendo al alivio y los opacidad a lo transparente, las ordenes al convencimiento y el grito por la pantalla al dialogo fraterno.

¿Dónde perdimos La brújula de la solidaridad acaso con el caso de Julián Conrado o de Becerra, seria en el momento en que detuvieron a Sabino Romero o cuando censuraban la palabra en televisión o cuando desde la VTV se anunciaba la expulsión de Tascón o cuando con una sonrisa un dia antes se apoyaba la reelección solo para el Presidente de la Republica con argumentos y luego de una alocución se apoyó e inclusive la oposición de derechas apoyo la nueva medida?

No encuentro el instante donde ya la música no invitaba a bailar y cuando se empezó a dejar a bailarines y bailarinas sin pareja o no se le ofrecía un bocado o un vaso de agua. La izquierda y sobre todo los sectores stalinistas y hoy stalinistas de verde olivo saben castigar de manera tremenda y terrible la disidencia.

Por suerte aún quedan espacios que debemos multiplicar para volver al baile y darle animo a la fiesta que es lo que debería ser una revolución y podemos recorrer caminos donde se dignifique la imagen de los indígenas y de los obreros, donde podamos confrontar la aburrida democracia y hacerle comprender a los que detentan el poder que sin nosotros no son nada y que la plata mal habida se quema en las manos (aunque sea del fondo chino).

La vieja izquierda o muchos de sus cuadros guardaran silencio por disciplina o por miedo un miedo no se a que, quizás a reconocer que pelaron bolas, pero no recordar que desde periodiquitos y revistas se defendió el patrimonio de Stalin y en algunos casos a los Jemeres Rojos, en muchos de ellos aun con la aureola de mártires no veo palabras que le den salida a lo que se vive.

Creo en el pueblo y al me debo, si a ese pueblo al que pertenezco a ese del que hablaba el poeta Aquiles Nazoa. En algún momento debemos sacar la rebeldía y asumir que somos rebeldes y no soldados en formación de cuadro o marchando y guardando distancia, nada mas lejano al pueblo llano que decir que es disciplina pasar 6 horas para comprar un paquete de harina de maíz.

La vida en revolución es otra cosa es la libertad de hablar y donde todas las mujeres son primeras combatientes y todos los hombres somos también combatientes con los nuestros, patria para todos o patria para nadie. Que lo entiendan o se lo haremos entender. Con la memoria de Sabino y las habitantes originarias de la patria. Si esas que fueron las primeras combatientes contra el invasor y lo continúan siendo…


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Yuri Valecillo


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