Errores de una Revolución soberbia

La oligarquía sabe muy bien lo que quiere, lo consigue y lo defiende a sangre y fuego, no escatima crueldad cuando de sus intereses se trata. Ella no tiene confusión, no da cuartel en la batalla por el capitalismo, siempre contra el Socialismo.

Contra el Socialismo emplea todo su arsenal, no ahorra municiones, va desde el asesinato hasta las más sutiles maniobras de desinformación, las bombas atómicas, el veneno, la inoculación de enfermedades, ataca a países y a personas, arrasa agriculturas, contamina ríos. No obstante, la batalla principal es en el alma de los pueblos y en el corazón de sus dirigentes. Veamos.

La agresión a los potenciales peligros comienza temprano. Ya decía el Che que el imperio tiene un fino olfato para detectar a sus enemigos. Percibido el peligro, activa los mecanismos inconscientes que ha inculcado durante años en la población-objetivo. La televisión, las novelas, las series, la propaganda son la primera línea de este ataque, se encargan de instalar en el inconsciente bases, estructuras, que en su oportunidad serán reflotadas, así aparecen valores, conductas, terrores manipulables para la defensa de los intereses capitalistas. La televisión es detonante de estas conductas.

Los sectores de la sociedad afectados por la manipulación, la clase media principalmente, actúan como un ejército pasivo a favor del capitalismo, apoyan las acciones más crueles contra el enemigo ficticio que han instalado en su psiquis. Siempre será el odio a lo diferente, los pobres, una raza, los habitantes de un país vecino, los judíos, los negros, los árabes, los chavistas, los motorizados, los comunistas… todo puede ser útil para producir la movilización maquinal de segmentos sociales. Sobre el miedo, el terror inconsciente, justifican acciones irreflexivas. Así se explican comportamientos absurdos, monstruosos, en la Alemania de hitler, en la Colombia de uribe, o en San Cristóbal y San Diego.

La Revolución, en su soberbia, está cometiendo el error de desatender el alma de los desposeídos, de los humildes. Confiada en un pasado luminoso, no termina de entender -de dar la batalla en- la psiquis colectiva. Su sistema de propaganda es rudimentario, pedante, arrogante, no alcanza a percibir la agresión, se guía por el principio "si a mí me desagrada le desagrada a todos, tiene que ser así". El chisme toma el lugar de los argumentos, los valores del capitalismo son nuestros valores, la solución individual sustituye a la respuesta social, la farándula reemplaza a la política rigurosa, el circo falsifica a la reflexión.

De esta manera, bajo esta óptica, se imagina que la guarimba debe ser rechazada por toda la sociedad, que la muerte de motorizados o de guardias que levantan la guarimba debe ser rechazada por todos. De allí que si un alcalde aupó a las guarimbas y lo destituimos, en las próximas elecciones debe salir su grupo con las tablas en la cabeza. Y, ¡oh sorpresa!, esa masa afectada por las guarimbas, donde asesinaron motorizados con métodos viles como la guaya, ¡vota en masa por los guarimberos!

En el fondo es una alerta de que algo va mal en la Revolución, que algo debe ser corregido. Es necesario revisar nuestra conducta, entender que no estamos a la altura de la guerra por el alma de las masas.

Podríamos preguntarnos, para estimular la reflexión, si las guarimbas, su alto apoyo (ocultado por encuestas chimbas), se relaciona con errores en el enfoque de la batalla, en la apreciación del enemigo y de sus armas, con la pérdida de contorno de la Revolución, con la flojedad en el enfrentamiento ideológico, con errores políticos, con la castración estratégica.

Podríamos preguntarnos, también, si ese apoyo a la guarimba en la clase media tiene su correspondiente en una pérdida de simpatías por la Revolución en la base natural chavista. Podríamos relacionar ese comportamiento con los acuerdos en las mesas económicas, o la alianza torpe con las compañías petroleras gringas agentes del sabotaje petrolero, con la incoherencia del discurso del gobierno, con la voracidad de dólares y la falta de mesura en el consumo.

Cuándo, qué esperan para llamar a ese General de la noche, barrera formidable a la manipulación oligarca que es La Hojilla, Mario Silva. Cuándo, qué esperan para formar un alto mando civil-militar de dirección de la batalla por el alma de las masas.


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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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