Las verdaderas leyes de la revolución pacífica

El estudio del desarrollo de la humanidad ha devenido en ciencia con la aparición del llamado materialismo histórico, siendo sus principales precursores Carlos Marx y Federico Engels, Vladimir Lenin, y Mao Tse Tung, por nombrar sólo los más clásicos o renombrados.
 
Esta ciencia, llamada comúnmente “Marxismo”, en honor a su principal precursor, es justamente una ciencia porque se basa en el estudio objetivo del desarrollo de la historia, porque se funda en un estudio de todos los estadios de desarrollo de las principales civilizaciones, como fuente primaria del conocimiento, y del estudio histórico de cada comunidad, nación o civilización en particular, aplicando el marxismo como método de análisis y guía para la acción transformadora social. Períodos de desarrollo ya concluidos para la mayor parte de la población del planeta, como el comunismo primitivo (aún practicado por comunidades indígenas o primitivas), el feudalismo (igualmente, aún practicado principalmente en países de capitalismo no plenamente desarrollado), y el capitalismo (sistema dominante de la vida económica del planeta), son sistemas sobre los cuales podemos estudiar sus leyes de desarrollo, bien porque tenemos al paciente al frente, o por que como etapas de desarrollo, en algún momento fueron superadas. No es objeto de estas líneas hacer un estudio de las leyes del desarrollo de esas etapas o fases del desarrollo de la humanidad, pero si precisar, que el marxismo no es una ciencia de la adivinación, como pretende aparentar un supuesto sesudo analista a quien le ha dado por hablar de las leyes de la revolución pacífica, cuando aún la lucha está en pleno desarrollo, y como si existieran suficientes experiencias sociales que nos permitieran hablar en forma rimbombante de “leyes de la revolución pacífica”. Si pudiéramos hablar de leyes, sería en sentido negativo, leyes del “qué no hacer”, ya que las experiencias hasta ahora conocida, al menos en este planeta, no sé si en el planeta del ideólogo de la prestidigitación haya sido diferente, las experiencias de revolución pacífica, no han sido muy exitosas que digamos.
 
Lo primero, sería precisar si se acepta o no, que el motor principal del desarrollo de la historia, como por tradición se le denomina, es la lucha de clases. No creo que el prestidigitador de “Un Grano de Maíz” se atreva a negar este hecho ya establecido por las ciencias sociales, y no por Marx precisamente. Luego hay que precisar, qué pasa con esa lucha de clases en la llamada etapa de transición. Si desaparece o continúa. Señor prestidigitador, si vamos a hablar de leyes de desarrollo histórico, hay que señalar es, que la experiencia histórica de la llamada transición, es que no sólo continúa la lucha de clases, sino más aún, que esta lucha de clases se exacerba. Esa es la experiencia, al menos en este planeta. Si entendemos por revolución, el proceso, y no la toma del poder, podríamos comenzar con La Comuna de París. Si la entendemos como proceso, podemos ver la guerra civil en Rusia del 17 al 21, por nombrar sólo una, y aunque las fechas son meramente referenciales, nunca empiezan ni terminan un día exacto, por nombrar otro ejemplo, firmada la paz en Viet Nam, los EEUU seguían bombardeando igual (una cosa es la historia escrita y otra la verdad verdadera) y mató unos miles más de vietnamitas. Entonces, la primera ley de toda revolución es que existe lucha de clases mientras existan clases, y que a pesar de que se logre la toma del poder la lucha continúa en la transición. Quien no reconozca esto será ideólogo no sé de qué o quién, pero está desarmando al pueblo ideológicamente, y no preparándolo para su lucha, ni para entender su momento histórico, ni para actuar de acuerdo a ese momento de la lucha.
 
Ninguna revolución es completamente pacífica o violenta, si no que en ella se suceden y alternan distintas formas de lucha, unas veces pacífica y otras violenta, de acuerdo a las circunstancia coyunturales internas o externas. Unas veces la lucha es electoral, otras en las calles, otras netamente militar, y generalmente mixtas. Entonces hay que preparar al pueblo para cada una de ellas.
 
Otra ley que nos enseña la historia, es que ninguna clase social abandona sus privilegios sin luchar, a menos que esté plenamente convencida que sería derrotada abrumadoramente, aplastada, por así decirlo. Si tomamos por ejemplo, el proceso de iniciación de la etapa de transición en los países de Europa del Este, en el siglo pasado, podríamos hablar que fue pacífico, pero veamos las circunstancias. Europa estaba devastada por la segunda guerra mundial. La Unión Soviética se había transformado en una potencia militar (recordemos que fueron los primeros en llegar a Berlín). Y por sobre todo, los pueblos de Europa del Este habían pasado por la escuela militar de la segunda guerra mundial, se habían forjado y acerado en la lucha, y tenían las armas en sus manos. En otras palabras, estaban listos y dispuestos a morir luchando, pero no para darles privilegios a burgueses o pequeños burgueses, por más que tuvieran ideólogos prestidigitadores. Ante esa situación la burguesía no se atrevió a luchar, pero tan pronto pudo, volvió por sus fueros y reintrodujo el capitalismo, claro tiempo después, porque no se trata de individuos solamente, sino de clases. Y esa es otra ley, aunque reciban una derrota, las clases reaccionarias no se rinden, continúan preparando su retorno, porque mientras exista la base de su poder, la posibilidad de acumulación de capital (no del dinero, sino la acumulación privada para la reinversión en la producción y la explotación privada del trabajo), están al acecho y dispuestos para la contrarrevolución, como lo hicieron aquí en abril del 2002, y en el llamado paro petrolero. Señor prestidigitador, esta la puedes anotar como otra ley, la democracia burguesa, esa misma que la dirigencia pequeño burguesa le opone al Control Obrero en Guayana, es sólo una cara de la burguesía, va acompañada de despido, retaliación y represión. Y es sólo una máscara que usa quienes detentan el poder, mientras las circunstancias se lo permitan, para seguir manipulando hipócritamente en nombre de una supuesta democracia, de la “libertad” para manipular y comprar conciencias. Pero, no dudan; cuando lo ven necesario; en recurrir al golpe militar, al fascismo. Eso lo hemos visto en Alemania, en Chile, Honduras, y otros, como aquí el 12 y 13 de abril del 2002. Entonces, anótela también.
 
Hablando de militares, hay otra ley, una revolución sólo puede ser exitosa con el apoyo de al menos una parte de las Fuerza Armada. De aquí la importancia de la Unidad Pueblo–Fuerza Armada, de la confraternización entre ambos, de la educación ideológica de nuestra apreciada Fuerza Armada. Con una Fuerza Armada monolítica al servicio de la burguesía, ya estuviéramos en una dictadura de rasgos fascistas.
 
Para ir finalizando, a manera de recapitalización, veamos el ejemplo de Cuba, que 50 años después sigue dando una lucha contra el saboteo interno y externo, sigue enfrentando manifestaciones pro democracia capitalista. 
 
No encontraremos, ni en Marx, Lenin, Mao, o algún otro verdadero ideólogo luchador social (si no lucha no es ideólogo), teorías acabadas sobre la transición, a lo más, ideas o proyecciones lógicas en esa época, que no afirmaban que la historia podría crear otras posibilidades, y ello, porque no eran prestidigitadores. La lucha de clases no tiene leyes eternas porque las revoluciones son procesos histórico-socialmente determinados. Cualquier pueblo, cualquier clase y hasta cualquier partido, se instruyen principalmente por experiencia propia; pero ello no significa en modo alguno que sea de poca monta la experiencia de los demás países, clases y partidos. Por todo ello, el que un proceso sea principalmente pacífico o violento, no es una cuestión de deseo, de buena voluntad, si no de circunstancias históricas, y aunque se transite una vía principalmente pacífica, ello debe hacerse sin sembrar ilusiones en el pueblo, de que siempre será así, todo lo contrario, hay que prepararlo para su defensa.  El llegar de Chávez al poder fue por elecciones, pero eso no impidió el golpe del 2002, ni el paro petrolero, ni las provocaciones de San Bernardino de ratonski. El pueblo al llegar al poder neutralizando a los sectores vacilantes (especialmente la pequeña burguesía), así como a sectores no oligárquicos de la burguesía, puede en una transición, tratar de ganarlos a través de medidas prácticas que los beneficien y que pueden ser tomada mediante la redistribución de la renta petrolera y la expropiación de los explotadores, pero eso no es garantía, de que errores políticos los pongan de nuevo bajo la hegemonía del gran capital. Durante la transición son necesarias más aún las alianzas de clases, generalmente es más fácil acceder al poder que mantenerlo, eso también lo enseña la historia. Por eso hay que mantener en alto la bandera de la lucha ideológica que permita desenmascarar a los ideólogos de la pequeña burguesía, oportunista y burocrática en razón de la clase a la cual pertenecen, y ese es el socialismo que tratan de construir, oportunista y burocrático, servil al capital.
 
Otra, es que sin un partido revolucionario no se puede avanzar, que se funde en la crítica y la autocrítica, siempre constructiva, que permita el disenso ideológico, sin perseguirlo, o censurarlo, que haga realidad eso de “irreverencia en la discusión y lealtad en la acción”, que tenga direcciones no vacilantes, capaces de tomar decisiones sin esperar que todo lineamiento y decisión le venga de arriba o de líder, que practiquen la iniciativa, que se eduque y eduque a la militancia en esos valores, que siga el ejemplo moral de nuestros mártires, que admita y corrija sus errores, que no tema criticar constructivamente (vale la redundancia). Sin un partido así, será imposible derrotar ese enorme monstruo, el capitalismo.
 
En el socialismo pequeño burgués, oportunista y burocrático, está el mayor peligro de este proceso. Si el Sr. prestidigitador de “Un Grano de Maíz”, como supongo, se ha leído “Qué Hacer”, habrá notado que Lenin, en la mayoría de sus obras, toma como objetivo  principal, la lucha contra las falsas ideologías revolucionarias, contra el reformismo, el espontaneismo, el oportunismo, y todos esos “ismos”, que caracterizan a quienes reflejan dentro de la revolución, la ideología burguesa. Contra el imperialismo y la oligarquía estamos todos, y no es muy difícil encontrar la mejor línea, es adentro, en las falsas ideologías donde está el peligro, en los Páez, los Santander, los Stalin, los Miquilena, Pablo Medinistas, Henry Falconista, Albornosistas, Manuitsistas, Podemistas, y demás variedad de gatos, donde está el mayor peligro. Por eso invito a mis Camaradas de lucha que escriben, a que demos una lucha sin cuartel contra cuanto contrabando ideológico aparezca en los medios, llámese como se llame, sea tarifado por quien sea, persona o institución. Como hacia Lenin, no seamos complacientes, ni dejemos pasar bajo la mesa, ideas que bajo ropaje revolucionario sirven al enemigo de clase, que inventan leyes o no leyes, que sirven para tratar de fortalecer el dominio de clase de la burguesía o sus admiradores en la pequeña burguesía.  
 
Una última ley, de esas “por ahora”, anótela bien Señor prestidigitador, en ninguna parte del planeta, de este le repito, ha habido un proceso de construcción socialista que sea triunfante y/o que sobreviva a su a su fundador. La única esperanza es trabajar duro, junto al pueblo, y junto a Chávez, construir una alternativa revolucionaria capaz de que cuando ya no estemos aquí, pueda ser capaz de continuar la lucha y desmontar la base de poder del capital. Sólo así, con esa visión estratégica, estaremos construyendo el Socialismo.
 
Hasta la Victoria Siempre
 
*(PDPP).
                                                                                                                                                  felsonyajure@yahoo.es


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Felson Yajure*


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