La UBV y la periferia

La UBV, su sede en Maracaibo, funciona en las instalaciones de la que fuera una universidad privada, la URU. Estaba aquella ciertamente en las afueras de la ciudad, al lado de los verdes campos de golf del Country Club. En las “afueras” suele/solía instalar la burguesía sus espacios de esparcimiento, lejos del mundanal ruido. Dicha universidad hace pocos años se mudó al “interior” de la ciudad, sobre todo porque ese concepto decimonónico y romántico de las “afueras” ciertamente perdió vigencia, toda vez que el esparcimiento burgués se confinó a los seguros “adentros” de los mall, Spa, y demás espacios de -y con- circuito cerrado. En todo caso, si a afueras vamos allí están a pata e’ mingo las paradisíacas islas del Caribe.

Se mudó además, porque la violencia y la in-seguridad conllevaron un sutil cambio semántico de “afueras” a “periferia”. Las afueras, ciertamente, se consideraban románticas extensiones de la propia ciudad, en todo caso, parte de los intereses de ciertos intereses que habita(ba)n al interior de la ciudad. Una familia acomodada puede tener propiedades en las afueras, pero lo que no tendrán (al menos con orgullo y como un símbolo de prestigio) son propiedades o intereses en la “periferia”. Estas zonas comenzarán a estar negadas y proscritas. La UBV (en el antiguo edificio de la URU) dejó de estar en las afueras para comenzar a situarse (sin moverse) en la periferia.

En el 2003 nace pues, la UBV Zulia en la “periferia” (no en las afueras de la ciudad, sino en un espacio ya de antemano semánticamente tachado), en la zona negada y proscrita por los sectores que en el interior de la ciudad, desde el poder, administran y regulan los signos (Ángel Rama dixit): la UBV se construye en la periferia, con ciudadanos periféricos y en consecuencia el conocimiento que produce ha de ser periférico. Las dificultades para calar digamos en el interior de la ciudad procede de este proceso de invisibilización semántica y pragmática. La ciudad de Maracaibo, algunos de sus intereses más poderosos, no reconocerán nada positivo ni propio que provenga de la periferia (de las afueras solían llegar los productos del campo, algunas veces provenientes de granjas familiares, o de míticos campesinos. También el aire fresco y las noticias de un mundo sin apremios. De la periferia, un concepto más urbano, llega polución, marginalidad, desorden.)

Esta es la situación, vista desde la ciudad. No es nuestra perspectiva, claro está. Porque hoy no creo que haya nada más subversivo que la periferia. Desde donde –creo- debemos mirar la cosa, nuestra verdadera opción es seguir, reafirmar y producir conocimiento desde la periferia, desde la UBV, con-cedida seguramente en cuanto a espacio se refiere, como una condena, como un arrojarnos a la invisibilización, toda vez que desde las instancias decisorias el concepto de periferia al que hemos aludido debió estar clarísimo y operando activamente. Es decir, para decirlo francamente, nos “dieron” ese espacio para “condenarnos” de antemano y a priori al ostracismo.

Pero, desde mi perspectiva, nos hicieron un favor, nos obligaron a pensar a contracorriente, no sabían lo que hacían… Nos toca, sí, darnos cuenta de ello. Pienso aquí en las ideas de un libro, La República mundial de las letras de Pascale Casanova, en el que se lee lo siguiente: “El carácter irremediable y la violencia de la escisión entre el mundo literario legítimo y sus arrabales sólo son perceptibles para los escritores de las periferias que, teniendo que luchar muy concretamente para «encontrar la puerta de entrada», como dice Octavio Paz, y para hacerse reconocer por el (o los) centro(s), son más lúcidos sobre la naturaleza y la forma de las relaciones de fuerza literarias” (p. 65). De donde se puede desprender, glosando lo citado, que existe un mundo académico y científico “legítimo” que sólo es percibido por los que habitan en los arrabales y que, en la medida en que éstos “buscan” la puerta para hacerse visibles, “son más lúcidos sobre la naturaleza y la forma de las relaciones de fuerza” académicas y científicas. Esa es la fuera y la lucidez que nos toca, a menos que optemos por la comodidad de plegarnos y asimilarnos a las formas capitalistas y centrales de producir ciencia y conocimiento, de donde se colegirá que no habrá transformación real, verdadero futuro, amén de que estaríamos renunciando a una oportunidad histórica, cedida por casualidad, perdida por necedad.

Para ir resumiendo: nos quisieron confinar, mandarnos a los confines de la ciudad. Una vez aquí, y como de lo que se trata es de revertir los conceptos capitalistas, nos pusieron en la situación de “vivir” (trabajar, estudiar, investigar) en un geo-concepto: la periferia. Repito: nos “obligaron” a vivir en la periferia, pero era, dada la situación, una oportunidad; no podemos –razón de Perogrullo- darnos cuenta del valor (y del poder) de la periferia desde la centralidad; por consiguiente: aprendemos a desaprender colocándonos en un lugar (físico, real, concreto) donde los conceptos dejan de ser aunque no sepamos a ciencia cierta lo que serán. Tal vez no sea necesario –siempre- situarnos en un geo-concepto, tal vez no se nos permita siempre, ni sea la norma (el Poder se ocupa de negarnos tal situación, además el tipo de conocimiento que produce –y que somos obligados a conocer y a manejar al dedillo- desdeña de los lugares, de los territorios, toda vez que desde su perspectiva el mundo todo está bajo su poder, luego, el conocimiento que produce está efectivamente y, para ellos perfectamente, territorializado. En otras palabras, el Poder produce un conocimiento territorializado sea que lo produzca en universidades latinoamericanas o asiáticas, pues se trata de un paradigma que opera transterritorialmente.)

Ahora bien, vivir en la periferia no nos emancipa ni revoluciona el pensamiento. Se precisa una situación como la nuestra, es decir, un pensamiento fronterizo, localizado en el ir y venir, en la in-definición, un lugar in-estable que nos permita ver la centralidad y la periferia (simultáneamente.) Eso es precisamente lo que nos da la UBV (donde está, por cierto “La Rinconada” se llama el sector). Y es ese, de paso, el trabajo que nos toca en las comunidades “periféricas”, estén o no efectivamente emplazadas en la periferia.

Nos sirvieron como se dice, en bandeja, la oportunidad de vivir la construcción de conceptos radicalmente adversos a los capitalistas: “ciudad”, “interior”, “exterior”, “afueras”, “periferia”. Es realmente desde la periferia, desde un centro no capitalista de producción de donde provendrán los conceptos que reviertan el arsenal cognitivo del capitalismo (el centro produce sus disciplinas y métodos, su investigación y problemas; la periferia ha de generar los suyos, son éstos los que nos tocan, queda claro entonces de donde provienen las dificultades para hacer bien nuestro trabajo: los problemas que nos planteamos están tocados por su condición periférica, pero los queremos observar, tratar y resolver con el aparataje académico que el centro confeccionó para los suyos, de modo que la cosa no termina de encajar y no encajará, porque se trata de cosas muy distintas, en realidad, diametralmente opuestas.) Sólo que de conceptos no vamos a vivir si no los convertimos en “proyectos” socio-productivos. Necesitamos producir alimentos, viviendas, salud y educación, con belleza y creatividad, desde y para las diversas periferias, hoy cuando todo lo que no es capitalista está confinado a vivir en la periferia. La periferia y el pensamiento periférico y los proyectos, las acciones, los planes que conlleva son nuestra respuesta a la centralidad, al interior, a la “inclusión” capitalista.

Como de lo que se trata es de conceptos (que luego o simultáneamente son geo-conceptos) la periferia existe, también, al interior de la ciudad, lo que llevaría a algunos a decir que, entonces, porqué no nos mudamos a esa periferia? Pero no es tan fácil, porque los conceptos son querámoslo o no, pese a varias décadas de pensamiento postmodernista y desterritorializador, también geo-conceptos, es decir, son emitidos desde particulares espacios-tiempo, desde específicas situaciones y localizaciones. En realidad pensamos desde donde estamos, y si nos situamos en la periferia, nuestro pensamiento será periférico.

Por eso es importante quedarnos donde estamos, comprender nuestra situación y localización, y desde esta toma de territorio y conciencia generar proyectos “periféricos”, que, por su misma conceptualización impactarán la naturaleza del capitalismo del “interior” de la ciudad. Además, el capitalismo ciertamente construye una periferia inhóspita, pero lo hace entre otras cosas para borrar a las poblaciones que en ella viven (ciertamente pugnando para llegar al interior de las ciudades) y así facilitar la explotación de los recursos (tierras, trabajo o minerales). En ese sentido, la conquista de la periferia por parte de la ciudad, avanza en la dirección de planes urbanos que interiorizan la periferia, la hacen parte de la ciudad, sólo que como urbanizaciones improductivas, enganchadas a la tercerización, a los bienes y servicios, en fin, a la economía rentista (y petrolera) que es el tipo de seudo capitalismo que nos tocó en el reparto del mundo. Nos toca, pues, construir una economía no capitalista y esta sólo será posible en la “periferia”, no en las afueras del capitalismo sino en lo que éste niega y no puede ver, en lo que teme y desprecia. Necesitamos una sólida economía periférica, una filosofía, una política, una cultura. Si queremos realmente “transformar” la realidad, debemos situarnos en la periferia, y desde allí pensar y producir.


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