Una pedagogía para construir conocimiento simbiótico y de decrecimiento

Marx había dicho que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial.

Pero tal vez las cosas se presenten de manera completamente diferente.

Es posible que las revoluciones sean, para la Humanidad que viaja en ese tren,

el acto de accionar los frenos de emergencia.

Walter Benjamín

El conservadurismo y la rigidez cognitiva son cosas muy difíciles de cambiar y lo peor es que este tipo de mentalidad termina por negar lo evidente. No obstante, en las últimas décadas, no ha sido sólo el paisaje físico de la vida el que se ha visto trastocado, también lo fue el paisaje subjetivo con todas las certezas implantadas por la ciencia de la modernidad que están siendo de raíz modificadas por la revolución del conocimiento. A pesar de esto, bajo las lógicas del capital, mientras mayor es el desarrollo tecnocientífico, paradojalmente, se observa como la humanidad se desgarra en terribles y catastróficas desigualdades que la hunden en una miseria masiva y coloca al planeta al borde de un precipicio climático. A lo que, con suficientes evidencias, puede agregársele las apocalípticas agresiones a la naturaleza como el calentamiento global, la desaparición de los suelos fértiles, el agotamiento del agua, sin obviar el control mental lo que, sumándolo todo, se puede sintetizar como una policrisis civilizatoria.

Creemos llegado el momento de la necesidad que hay de desplegar toda la capacidad que tiene el ser humano de asociarse para construir y conseguir objetivos comunes; bienes comunes redistribuidos con equidad. Se hace imprescindible, en estos momentos en el que el mundo está dominado por grandes corporaciones ejecutando el neoliberalismo como la versión más profunda y más salvaje del sistema del capital, desarrollar todo el potencial de colaboración para salvarnos juntos como sociedad mundial, estando de acuerdos que no puede haber soluciones individualistas tal cual lo promueve la ética capitalista.

En este sentido, desde el movimiento pedagógico Frente de Trabajadores de la Enseñanza Samuel Robinson, planteamos la necesidad de poner en práctica el Programa de Formación de Cientificos y Tecnólogos (PROFOCITE), una estrategia pedagógica simbiótica que apunta a la superación estructural de empobrecimiento a la cual nos somete la crisis civilizatoria por la que atraviesa el mundo y por ende la misma sociedad venezolana.

Porque no se trata de emparchar un odre viejo, para utilizar una expresión de Alberto Acosta, el PROFOCITE es una pedagogía emergente que define su situación a partir de su opción por los más pobres y cuestiona todas las relaciones de dominación, de allí que el PROFOCITE es un plan educativo para construir conocimiento de frontera transformador y emancipador con base de complejidad, donde los saberes dialogan en igualdad de condiciones y se nutren mutuamente para eco-re-organizarse en función del buen vivir. En una apretada síntesis, el PROFOCITE no es un programa separado y a secas exclusivo de subversión de la viejas deidades academicistas sino también es un plan estratégico para destruir todo el orden desastrozo e inhumano del capital a través de la insurrección de la conciencia, la liberación de las manos, los cuerpos erguidos y la revolución del conocimiento.

Así mismo, el PROFOCITE sintoniza en la reflexión del proceso mismo de la formación de los jóvenes científicos y tecnólogos las nociones de economía y naturaleza para darle sentido y fundamentación a la propuesta del Decrecimiento y conseguir en el debate los argumentos suficientes a favor del posextractivismo como conceptos ambos que nos ayuden a encontar una salida a la crisis generada por la insaciabilidad del metabolismo del capital.

De ahí que el PROFOCITE se plantea formar una generación de cientificos y tecnólogos que religuen su compromiso de construir los bienes comunes suficientes para la satisfación de las urgencias radicales del conjunto de la sociedad, haciendo uso de la ciencia y de las tecnologías más avanzadas, con tener siempre presente sus obligaciones de cuidar la naturaleza. Es de una importancia vital recuperar en los estudiantes del PROFOCITE el hábito de imaginarse otros mundos posibles ya que ello los ayudaría, por la vía del consenso. social, a cambiar el que tenemos.

Visto desde esa perspectiva, el PROFOCITE es una convocatoria pública a todo el pueblo de Carabobo y en especial a sus jovenes para hacer de ésta región una comuna educativa de productores de vida buena libremente asociados para abordar los retos de darle respuestas a las urgencias mencionadas.



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Arnaldo Aguilar Dorta


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