(Aproximación empírica, no trascendental)

La carrera académica en Venezuela hoy

Dos colegas de reciente ingreso al escalafón universitario en calidad de docentes ordinarios en la categoría de instructores los últimos concursos de oposición de un Instituto Pedagógico nos cuentan que, cumplidos ya los dos años de "prueba" y ratificados como tales por el Consejo Universitario de la UPEL, no han podido inscribir el trabajo de investigación y demás recaudos para ascender a la categoría de profesores asistentes: no han tenido el dinero ni la disponibilidad necesaria, uno para entregar el juego de tres copias en físico y digital y la ristra de copias de certificados de la formación continua y actividades cumplidas desde su ingreso formal a la carrera académica; el otro colega confiesa que sus compromisos al formar nueva familia lo tienen atrapado. Aunque ya ha iniciado sus labores de investigación, el ambiente de agitación sociopolítica en la que ha estado involucrado directa o indirectamente impide que pueda sentarse a redactar el informe de la sistematización de la misma, las cuestiones de la vida práctica, los víveres del mercado, medicinas, productos de higiene y un sinfín de cosas más son una atmósfera difícil de superar.

En síntesis se percibe en ambos la falta de motivación: ambos realizan otras actividades remuneradas para, como se dice, "redondear la quincena", a saber, dar clases en educación Media General, cuyos docentes por cierto en los últimos años han sido mejor atendidos por el respectivo Ministerio de Educación o iniciar un emprendimiento comercial; iniciaron carrera académica cuando la universidad vive su hora menguada, parafraseando el título del cuento de don Rómulo Gallegos (Caracas, 1884-1969).

Contario a cuando, en lo personal ingresáramos en 2005 también como instructores, observamos que 13 o 14 años después el entusiasmo a la hora y punto de hacer carrera académica hoy no se percibe que sea una ilusión contagiosa. No hay entusiasmo al hablar de la realización de los trabajos de investigación, que es un requisito parcial y "organizar las carpetas" famosas que contienen la síntesis de las funciones cumplidas, los cursos seguidos, ponencias en eventos académicos o los artículos científicos publicados en revistas arbitradas.

¿Hasta qué punto ello obedece sin embargo a razones estrictamente personales o a lo que suele llamarse "variables intervinientes", esto es, cómo son afectados por el volátil entorno social del momento? ¿No ha existido siempre en la academia universitaria venezolana profesores que se apasionan solo por la actividad docente de manera exclusiva? Responder esas interrogantes requeriría un serio estudio de naturaleza descriptivo o de campo, baste aquí para ilustrar el testimonio de un reconocido intelectual venezolano que siempre mereció nuestro respeto y admiración, veamos:

Antonio Cova (Caracas, 1939-2013), sociólogo y periodista egresado de la UCV (1960 y 1961, respectivamente) cuenta en una descarnada entrevista dada a El Ucabista (No. 22) que nunca tuvo vocación por las ciencias naturales, que le horrorizaba la Biología y la Química, aunque su padre quiso que optara por carreras de prestigio, Medicina, Ingeniería o Derecho, pero descubrió por sí mismo que lo suyo era … "la habladera de pendejadas" y empieza a estudiar cosa inútiles pero que orientan siempre la acción social; estudia simultáneamente Periodismo y Sociología. Entre sus profesores de periodismo tuvo grandes figuras del país: "me enseñó literatura Mariano Picón Salas, Psicología Pérez Enciso, Beltrán Guerrero, Germán Carrera Damas, esos fueron mis profesores", finalmente cuenta lo de su vocación docente y agrega que:

"Inmediatamente después de graduado entré a dar clases en un liceo como suplente, y luego en el San José de Tarbes. Al año empecé a dar clases de Historia en la Escuela de Ciencias Sociales de la UCAB (…). Y entonces me ofrecieron una beca de la Fundación Ford para ir a Berkeley a cursar un postgrado en Sociología (…)"; regresa a la UCAB en 1966 a la "… Cátedra de Teoría de la organización Burocrática y le fui dando mi propio estilo, realmente mi vocación siempre fue la docencia. Nunca me llamó la atención el campo de la investigación, lo mío es enseñar" (…).

Sostiene, asimismo que: "Mi labor ha sido que los estudiantes le tengan amor al conocimiento (…), en la práctica docente me he dado cuenta que los profesores deben ser justos y saludables, hay que entrar en la vida de los venezolanos, no tanto en la historia sino en la vida de la gente del país (…)

No es sino cuarenta años después que hace labor de escritura y, en consecuencia, labor de difusión y análisis sociopolítico desde la perspectiva científica social, hace sociología al interpretar la historia inmediata o la coyuntura de actualidad. Así dice confiesa que: "Sentí un inmenso pavor a escribir, ya que soy un hablador de pendejada", hasta que en 1992 empieza a escribir como articulista de El Diario de Caracas, por invitación de Diego Bautista Urbaneja, su primer artículo indignado por la demagogia de Chávez (sic) se tituló "Los viudos del golpe", luego no pudo parar de escribir; cierra su intervención diciendo que:

"En clases, es fascinante saber que se está enseñando de otra forma, hay que tener respeto hacia los demás, pero llamar a las cosas por su nombre y siempre con libertad de espíritu. A pesar de que parezca mentira era muy formal al dar clases porque más bien soy tímido, pero ahora si he corrido algún peligro con mi manera de hablar es por lo que mucha gente dice ‘en las clases de Cova se goza un puyero’, yo lo que quiero es que la gente aprenda, pero pienso que el conocimiento no tiene por qué ser una amargura, lograr enseñar es fascinante, y entrar a esa casa de conocimiento (UCAB) a los diecisiete años como entran los jóvenes ahora es impactante" … (w2.ucab.edu.ve/../6.htm).

Pocas veces se podrá encontrar un testimonial con argumentos tan contundentes sobre el elogio de la docencia y ninguna referencia a las preocupaciones por el ascenso a través de la investigación en el escalafón universitario, existen quien lo duda otras personas de igual talante, pero se guardan su vivencia, deciden permanecer en el primero o segundo escalón del escalafón académico universitario; nombres no se citarán, no se cuenta con autorización pero se sabe de profesores muy capaces que se olvidan de esos trámites. Tal vez por eso y citamos de memoria un proyecto de ley de universidad en Venezuela cuando el Dr. Luis Fuenmayor Toro dirigía la OPSU, creo, contemplaba esos aspectos: docentes que quisieran hacer carrera académica y quisieran permanecer sólo como docentes a tiempo convencional, medio tiempo, tiempo completo, pero sin dedicación exclusiva; asunto que nos pareció muy original. Sin embargo, eso no cuajó, como se dice como tampoco fue aprobado aquel famoso PLEU en 2010 y todo sigue igual.

Bueno, no tan igual porque todo ha cambiado para que nada cambie, gatopardismo puro, torpezas sin cuento, cohabitación sin declaración formal sino, de hecho, nuevo modelo universitario sin académicos sino trabajadores del pensamiento, creadores de conocimiento y de encargos sociales como se dice coloquialmente. O, mejor, todo se ha transformado en la universidad venezolana, unas veces para bien y otras para mal, definitivamente, ya la academia no tiene el prestigio de antaño. Citar criterios de investigadores y articulistas sobre este asunto y de manera sucinta se hace necesario con fines de caracterizar comprender cómo enfocan la cuestión de marras, así María Cristina Parra Sandoval en su ensayo "La Profesión Académica en Venezuela: De los "Catedráticos" a la Profesores Universitarios" (Cuadernos Cendes. V 53, Nro. 53. Caracas, mayo 2003), sostiene que la modernidad en Venezuela produjo la transición de la figura del Catedrático al Profesor Universitario, sobre todo en el período de 1936 a 1945, 48 y 1958; se hizo una investigación con entrevistas a Rectores y Decanos universitarios (1963-64), aportando que la universidad y los universitarios entendían su rol como parte de la construcción del nuevo país en un marco democrático, marco jurídico-político en el que se hubo de desarrollar en Venezuela la consolidación de la carrera académica.

El proyecto modernizador tuvo a la educación como la palanca de la movilidad social y los profesores, estudiantes y profesionales fueron percibidos como los portadores de las ideas modernizadoras; rectores y decanos constituían un sector representativo de la esfera cultural, testigos del proceso modernización de la sociedad venezolana, especialmente la universidad y los universitarios constituían la élite, intelectuales de la política y vía expedita del ascenso social. Sin embargo, hay que recordar que las décadas de 1960, 70 y 80 no fueron idílicos para la universidad, fueron tiempos de consolidación del proyecto, además de distorsiones en el mismo y al respecto la revista Auténtico que dirigía Jorge Olavarría tiene algunos análisis y críticas. Los 80 fue la década del establecimiento de las conocidas normas de homologación, que según nunca se cumplieron como tal, pero el dólar barato de la "Venezuela saudita" permitían que el profesor universitario tuviera un tren de vida típica de la clase media, viajar y hasta realizar postgrados en el exterior (la biografía publicada en los libros de El Nacional sobre el historiador Dr. Manuel Caballero es muy ilustrativa en este sentido. Por ejemplo, podía viajar de paseo a Grecia o estudiar en Inglaterra y vivir en una zona exclusiva de intelectuales con solo su sueldo de profesor en la UCV).

En cambio, una grave limitación de la carrera docente en Venezuela, sobre todo en los últimos lustros lo representa la insatisfacción laboral. Carlos Sánchez en su artículo "A propósito de la carrera docente en Venezuela", (3 May2015) (www.aporra.org/educacion/207084.htm), acota que "… un profesor Instructor, al día de hoy, gana menos que un obrero. Un profesor titular con Doctorado gana menos que un Oficial de la Fuerza Armada. Esto ha traído como consecuencia una oleada de renuncias de profesores universitarios (…) que han recibido ofertas en universidades de otros países donde sí valoran la formación profesional y donde los que estudian más tienen mejores sueldos".

Amalio Belmonte en un texto que entendemos sea de su responsabilidad en Cuadernos Cendes (CDCV V 22 n 58, Caracas, enero 2005) describe las contradicciones del sector universitario e indica que el gobierno de Chávez en 1999 en la educación superior encontró logros y limitaciones, entre los logros están la expansión del acceso, tal expansión facilitó (a) la formación de nuevos profesionales, desarrollo de valores democráticos, derechos humanos, integración social, pero en sus limitaciones (b) observó la universidad un desarrollo fragmentario y desarticulado, sin coherencia a través de una adecuada Ley de Educación Universitaria, distorsión del presupuesto, ingobernabilidad, por lo que (c) desde 1958 a 1999 no se ha tenido una evaluación institucional y por eso no visualiza logros académicos con investigaciones que faciliten transformaciones, además se puede decir que la ley de educación superior es continuidad de la de 1955, 1958 y 1970.

La Ley Orgánica de Educación (2009) plantea planes de formación, rendición de cuentas en la gestión, territorialidad por ejes de desarrollo, prioridad y supremacía de las asambleas universitarias, currículum flexible, vinculante y democrático, integrador mediante el diálogo de saberes y la municipalización, legitimando los procesos de calidad al volver la mirada a la comunidad del entorno, integrándola y sirviéndole en continua reelaboración; sin embargo, esos son aspectos que, en la práctica no se han realizado ni siquiera en la universidades politécnicas territoriales o de la Alma Mater cuyos trabajadores del conocimiento están en las mismas condiciones de precariedad que en las universidades autónomas y experimentales de nuevo tipo.

Es Eleazar Narváez que en su suelto periodístico "Golpes a la carrera académica" (17 de Sept., de 2018) denuncia con Fapuv (11/09/2018) que: "Las nuevas interescalas son regresivas, cercenan los derechos laborales, desmejoran considerablemente los beneficios adquiridos y atentan contra la carrera académica y la sostenibilidad de la educación universitaria". Acota además que el gobierno actual de Maduro viola el artículo 104 de la Constitución (1999), artículos 35 de la LOE (2009) y nuevamente los artículos 91, 19 y 89 constitucionales, además de la convención colectiva única universitaria (2018); el gobierno madurista a través del MPPEUCT y del proceso social del trabajo, realiza una igualación hacia abajo, reduce el escalafón con nuevas interescalas y crea un clima de incertidumbre; así, un profesor titular pasa a ganar menos de dos salarios mínimos: 3. 171 bs S, con Doctorado y cuatro trabajos de investigación; asociado, agregado e instructor: 2.992/ 2822/ 2. 661/ 2.510 Bs S, de donde se tiene que la diferencia de interescala es de 6%, por lo que se golpea la carrera académica, sin considerar méritos, labor creadora, excelencia y hay pérdida de incentivos o realizaciones posibles al escribir, divulgar y ascender.

En ello coincide con el investigador Willfor Rafael Goudeth-Galindo, en su texto "Carrera académica" (Universidad Pedagógica Enrique José Varona, La Habana, Cuba, n° 53, Julio-sept., 2011), quien sostiene que los méritos académicos del universitario redundan en la calidad y la pertinencia social, al cumplir funciones de docencia, investigación y extensión consolida el proceso de desarrollo profesional y es un modo de evidenciar su actuación con méritos y calidad.

Para concluir, pensamos que la cita que a continuación se inserta nos parece que, aunque sea de dejos, guarda cierta relación con la metodología que se ha seguido en la presente reflexión sobre la carrera académica en Venezuela hoy. Esto es, que se ha elaborado desde la perspectiva introspectiva vivencial, por lo que se aluden a experiencias personales atinentes a como se ha vivido lo que se anuncia en el título y las referencias inmediatas a la de colegas de más reciente data que en las dimensiones apriorísticas del tiempo y el espacio de la dinámica socioeconómica inician formalmente la carrera académica en las últimas décadas y lustros en Venezuela pero padeciendo una problemática muy concreta que limita el ascenso en la misma, por lo que tenemos unas representaciones sociales particulares de semejante fenómeno, trascendiendo conceptos abstractos en lo jurídico-legal y filosofía administrativa que establecen un deber-ser; veamos cómo discurre Inmanuel Kant (Konigsberg, 1724-1804) sobre asuntos más o menos similares al abordar aspectos de su teoría del conocimiento. En efecto, al aludir a su "Doctrina trascendental del juicio (O analítica de los principios), Capítulo III: El fundamento de la distinción de todos los objetos en general en fenómenos y nóumenos", acota que:

"Así, pues, cuando decimos que los sentidos representan los objetos tal como se manifiestan, mientras que el entendimiento los representa tal como son, hay que entender esto último en sentido meramente empírico, no trascendental. Es decir, los objetos han de ser representados como objetos de la experiencia en la completa conexión de los fenómenos, no de acuerdo con lo que sean fuera de la relación con una experiencia posible y, consiguientemente, fuera de la relación con los sentidos, esto es, como objetos del entendimiento puro", (Kant, I, "Crítica de la razón pura". Taurus. Madrid. 2002. P. 274).

En este sentido, una posible interpretación de lo anterior citado en la práctica significa que (a) los profesores universitarios o catedráticos como se conocían en la colonia y buena aparte de la república, siguiendo modelos europeos, son afectados de manera pasiva por la problemática que supone una hiperinflación y conflictividad política-social alarmante, entonces nuestra "sensibilidad se limita a recibir impresiones" y (b) como el entendimiento es activo, solemos elaborar ciertos "conceptos derivados de esa experiencia", representaciones, por lo que tenemos "objetos dados y pensados" (www.apuntes.com/filosofia7teoria-de...) por ejemplo, que los académicos y demás trabajadores universitarios en general, tenemos la inquietante "Emergencia humanitaria compleja", según la Aproupel o la Fapuv que en ello siguen una definición de la Fao para aludir una crisis grave donde se combinan muchos factores (www.fao.org/../es/) (-La educación Venezolana en modo de FUGA/ jesus rodirguez… www.academia.edu/36792062/_La_Educa).

Finalmente, así con las referencias anteriores se comprende con mayor precisión la conclusión kantiana al decir que: "El concepto de objetos puros, meramente inteligibles, carece por completo de principios relativos a su aplicación, ya que no somos capaces de imaginar cómo tendrían que darse. Aunque el pensamiento problemático deja sitio para tales objetos, sólo sirve, como un espacio vacío, para limitar los principios empíricos, pero sin contener en sí ni revelar otro objeto de conocimiento fuera de la esfera de esos principios", (Kant, 2002, ob cit., p. 273). Ello, aunque se esté claro que interpretar este párrafo sería objeto de un buen trabajo de ascenso, de hecho, he conocido que el maestro J. M. Briceño Guerrero tuvo alumnos o más bien discípulos que invirtieron hasta 20 años leyendo la Crítica de la razón pura, de Immanuel Kant, por ejemplo, el muy caroreño e intelectual Cecil Álvarez, según lo cuenta él mismo en un libro de muy agradable lectura que ahora no tengo a mano sino perdido en mi biblioteca, que cuando joven quiso hacer carrera académica, salió aplazado en las oposiciones en la ULA Mérida y terminó como encargado de una hacienda ordeñando fenómenos y no vacas, según unos de sus obreros.

 



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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