El salario real como inyección: 400 Millones de Dólares genuinos esperan para encender la demanda agregada

Durante años, Venezuela ha navegado en un complejo laberinto de sanciones internacionales y una persistente inestabilidad que, aunada a los vientos de conflicto belico, exige la exploración de soluciones económicas pragmáticas y, sobre todo, endógenas. En estas circunstancias, la reactivación del mercado interno emerge no solo como una opción, sino como un imperativo estratégico. La historia económica venezolana ofrece una hoja de ruta clara. El hito de 1946, con la firma del primer contrato colectivo petrolero, demostró de manera contundente que la expansión del mercado interno está intrínsecamente ligada a la transformación de la renta nacional en salario real y capacidad de compra. En aquel momento histórico, la inyección de liquidez dura a la economía popular desencadenó el florecimiento de sectores secundarios, creando un círculo virtuoso de demanda y producción.

Recuperar esta fórmula hoy es crucial. Permitir el reinicio de las discusiones y la firma de nuevas convenciones colectivas no es solo un acto de justicia laboral; es, fundamentalmente, un poderoso mecanismo de redistribución de riqueza que inyecta la liquidez necesaria para rescatar el consumo familiar y reactivar la demanda agregada, el motor principal de cualquier economía.

SECTORES DE VANGUARDIA: Donde el Crecimiento ya Permite la Equidad

El panorama económico venezolano, si bien desafiante en su conjunto, ha mostrado focos de resistencia y crecimiento sostenido en los últimos cuatro años, a pesar de la marcada crisis. Datos consistentes de diversas firmas consultoras, como Ecoanalítica y el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), convergen en identificar los sectores que han liderado esta expansión: Alimentos (42% de crecimiento acumulado), Salud/Farmacias (32% de crecimiento en volumen), Petróleo (Incremento notable de 555 mil a 1.135.000 barriles diarios, según reportes de la OPEP y fuentes secundarias), Servicios (telecomunicaciones, internet y banca) y Puertos y Comercio Exterior, con ingresos por importación y exportación que se cotizan en divisas fuertes.

Cuatro de estos sectores, Petróleo, Alimentos, Farmacéutico/Químico y Puertos tienen una capacidad operativa y financiera probada para actualizar sus contratos colectivos, muchos de los cuales se encuentran vencidos o pulverizados. Producto de la hiperinflación sostenida y la crisis económica iniciada en 2017, sus cláusulas económicas se han vuelto obsoletas e ineficaces, despojando a los trabajadores de cualquier beneficio real.

Según la información recolectada por gremios como CONINDUSTRIA y análisis del IESA, el ingreso promedio en el sector privado formal, específicamente en la industria manufacturera, pasó de un rango de 165 a 235 dólares mensuales entre 2021 y 2025. Sin embargo, la mayor parte de este ingreso se articula como bonos sin incidencia salarial. Esta práctica elude la base de cálculo para beneficios fundamentales como vacaciones, utilidades y prestaciones sociales, lo que resulta en pasivos laborales cuyo valor es, en la mayoría de los casos, insuficiente para cubrir una semana de alimentos de una familia promedio. Las convenciones colectivas son la herramienta legal y económica para revertir esta precarización.

DE LA RENTA A LA DEMANDA: El Efecto Multiplicador de 400 Millones

El llamado a la reapertura de las discusiones de convenciones colectivas en estos sectores de crecimiento puede tener un impacto inmediato y tangible. Se estima que el beneficio directo impactaría a una masa crítica de más de 130.000 trabajadores en la industria primaria y esencial, y socialmente a cerca de 600 mil personas.

Al concretarse, la firma de estos acuerdos podría inyectar un estimado de entre 325 y 450 millones de dólares anuales en la economía. Lo crucial es que esta liquidez, generada por la productividad y la renta petrolera/externa de empresas ya operativas, no proviene de la emisión inorgánica de dinero por parte del Banco Central de Venezuela (BCV), eliminando el riesgo inflacionario asociado a la expansión monetaria sin respaldo.

Esta inyección directa y focalizada contribuiría de manera decisiva a fortalecer la demanda agregada. El aumento del poder adquisitivo empujaría de forma natural a los sectores económicos a producir más, a reponer inventarios y, críticamente, a generar más empleo formal. Se activaría un "torbellino" económico de crecimiento que es auto-sostenible, anclado en la demanda real y no en el gasto público deficitario.

El Ejecutivo Nacional tiene en sus manos el poder de estimular y facilitar la apertura inmediata de estas mesas de discusión en los sectores de Petróleo, Alimentos, Industria Químico-Farmacéutica y Puertos. La reactivación de este mecanismo de negociación no solo es una deuda social, sino la llave maestra para un crecimiento económico inclusivo, sostenible y endógeno.

CONCLUSIÓN: El Salario Como Estrategia Geopolítica

El debate sobre la reactivación de las convenciones colectivas trasciende el ámbito laboral. En un entorno de persistente presión externa, el fortalecimiento del mercado interno y la estabilidad social que brinda un salario digno se convierten en un activo geopolítico. La capacidad de un país de generar riqueza y distribuirla eficientemente es, en última instancia, la medida de su soberanía económica. La firma de estos contratos colectivos es la oportunidad de convertir la renta en demanda y el crecimiento sectorial en bienestar general, demostrando que la solución a la crisis puede y debe ser financiada por la propia economía productiva. El consumo familiar es la palanca olvidada del crecimiento venezolano.

José Antonio García



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1095 veces.



José Antonio García


Visite el perfil de José Antonio García para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Actualidad


Revise artículos similares en la sección:
Economía