La Verdadera Causa de la Devaluación en Venezuela: Más Allá del Debate Superficial

En las redes sociales, el debate sobre la devaluación del bolívar se ha simplificado hasta el absurdo. Por un lado, encontré a un influencer chavista-madurista argumentando que si el dólar sube no hay problema porque los salarios se indexan. Por otro lado, un opositor, con la misma falta de profundidad, se centra en la pérdida instantánea de valor de los bolívares en la cartera de la gente. Ambos, sin embargo, fallan en entender la causa raíz del problema.

Como economista con una perspectiva postkeynesiana, quiero ir más allá de esta confrontación estéril y explicar por qué la devaluación es un proceso perverso y quién es realmente responsable de él.

La Falacia de la Indexación: Una Ilusión de Estabilidad

La indexación de salarios, como la del ingreso mínimo vital de $160, crea una ilusión peligrosa en tiempos de devaluación diaria, que es continua, que no se detiene por nada. Pretende convencer a la gente de que su ingreso está protegido, pero en realidad, es una medida reactiva, no preventiva. Incluso, los ajustes salariales no son instantáneos; ocurren después de que el bolívar ya se ha devaluado.

Aquí es donde entra en juego el Efecto Retraso (Lag), que significa que en el lapso entre la subida del tipo de cambio y el reajuste del ingreso, el poder adquisitivo de los bolívares que las personas tienen en sus manos se desvanece. Los precios de bienes y servicios ya se han fijado al nuevo "dólar del día", haciendo que las familias sean progresivamente más pobres. Valga decir, viven entrando y saliendo de la pobreza cada cierto tiempo.

Además, en el caso venezolano, la indexación lejos de ser una medida correctiva del poder adquisitivo de la población y de los ingresos del Estado a través del ajuste del valor de los servicios públicos, legitima la devaluación. En lugar de resolver el problema de fondo, el Estado y las empresas participan en un ciclo vicioso de devaluación que pulveriza el ingreso de la población en bolívares, generando la inflación perversa que siempre tenemos.

Y seamos claros: la indexación no llega a todos por igual. Mientras el salario mínimo legal y las bonificaciones se anclan al dólar, el resto de los ingresos de la gente, como aguinaldos y prestaciones, no se ajustan al mismo ritmo. Esto crea una asimetría perversa donde los precios suben sin descanso, mientras que el ingreso fijo se devalúa constantemente.

La Verdadera Causa: La Política Cambiaria del Estado

Para entender lo que realmente está pasando, debemos mirar quién controla las divisas en Venezuela. Como economista, te digo que más del 95% de los dólares que entran al país provienen del Estado, principalmente de la renta petrolera. El sector privado apenas genera un 2%. Esto convierte al Estado en el principal, casi único, proveedor de divisas.

El problema radica en lo que el Estado hace con esos dólares. En lugar de usarlos para estabilizar la economía de forma estructural, los vende directamente al mercado a través del Banco Central de Venezuela (BCV). El BCV se convierte en el actor central de un mercado cambiario especulativo. Sus intervenciones, lejos de resolver la inestabilidad, convalidan una nueva tasa de cambio más alta cada vez que la inflación se acelera. En esencia, el BCV "baja la santamaría" y vende dólares para contener el tipo de cambio, pero esto es un parche, no una solución de fondo. El BCV es el que está facilitando esa devaluación con cada venta de dólares.

Una Solución Postkeynesiana: Fondo de Estabilidad y Préstamos

La solución no es intentar controlar el precio del dólar, sino cambiar la forma en que se administran las divisas.

Mi propuesta es que el Estado deje de vender sus dólares petroleros y canalice esos recursos hacia un Fondo de Inversión Soberano o de Estabilidad Macroeconómica. La idea es que estos dólares no se usen para alimentar la especulación cambiaria, sino para generar riqueza a largo plazo y servir como reserva.

En lugar de vender las divisas, el Estado debería canalizarlas a través de un mecanismo de préstamos retornables. Los empresarios que necesiten importar bienes de capital, insumos o materias primas accederían a estos dólares en calidad de préstamos a tasas de interés bajas. Este modelo tiene varias ventajas:

Incentiva la productividad: Las divisas se usarían para generar valor agregado en la economía real, no para importaciones suntuarias o especulación.

Fomenta la responsabilidad: Al tener que devolver el préstamo, el sector privado tendría un incentivo para usar el capital de manera eficiente.

Protege las reservas: Los dólares del fondo se regenerarían con la devolución de los préstamos, creando un ciclo virtuoso de inversión.

Aísla al Estado de la especulación: El Estado dejaría de ser el principal "vendedor" de dólares, saliendo de la dinámica perversa del mercado cambiario.

La devaluación en Venezuela no es un problema de ignorancia, ni de indexación. Es una consecuencia directa de una política económica insostenible, donde el Estado, como único generador de divisas, inyecta dólares en un mercado que los pulveriza, alimentando un ciclo de inflación y devaluación que empobrece a toda la sociedad.

La verdadera "cátedra" es que la solución no está en ajustar salarios reactivamente, sino en construir una economía productiva donde los dólares sean un medio para la inversión y el crecimiento, no una mercancía para la especulación.

(*) Economista, con Doctorado en Economía (2024) y en Gerencia (2012) y post doctorado en Gerencia (2018), Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional de la UCV (2009), y Magister en Gerencia Pública para Directivos Iberoamericanos UNED-España (2004).



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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