El sector público y la trampa del salario y la producción

Todos los países del mundo tienen dos motores que impulsan su economía: sector público y sector privado. En muchos países el sector privado es el más fuerte y es el que mueve más la economía. En Venezuela, por su propia estructura constitucional, es el sector público el principal motor de la economía nacional, y cuando hablo que estructuralmente el sector público es el principal motor, es porque nuestra Constitución Nacional le otorga al Estado el monopolio de la industria más grande del país y además le da muchas herramientas para intervenir la economía.

En Venezuela, el monopolio de la energía la tiene el sector público, me refiero a la gasolina, el gas, la electricidad; así como también, tiene el monopolio del agua y además, a través de nuestra principal industria, es el Estado el que más aporta ingresos en divisas al país para poder satisfacer nuestra necesidades de importación; todo esto más allá de sus facultades naturales de otorgar permisos, licencias, etc. Desde esta perspectiva, es obvio que el principal motor de la economía venezolana es el sector público. Tan es así, que al sector privado le es muy difícil producir sin el correcto, o al menos buen funcionamiento del sector público. De manera que no debería haber dudas que para que la economía venezolana crezca y se desarrolle, el sector público debe ser el motor mejor aceitado y cuidado.

Salarios bajos en la administración pública

Al pagar salarios muy bajos en la administración pública, se incentiva, al menos, la corrupción, el desgano al trabajo, la ineficiencia y la deserción laboral. El funcionario que tiene experiencia y conocimiento (que su formación profesional se la debe en buena medida a la administración pública), apenas encuentra una oportunidad de trabajar en el sector privado, migra hacia ese sector, e incluso migra fuera del país en busca de mejorar sus condiciones materiales.

Lo cierto es que el sector público, con esos salarios tan bajos, va desmejorando cada vez más la calidad del servicio que presta y en esa medida se afecta negativamente la economía nacional.

La trampa de la relación producción -salario

Por todo lo antes dicho, consideramos vital revisar la concepción que actualmente se tiene sobre cuáles son los factores que determinan el incremento y protección del salario de los trabajadores del sector público venezolano.

Convencieron a los funcionarios decisores de la política salarial, que la imposibilidad de incrementar los salarios del sector público en Venezuela se debe a la caída de la producción petrolera y para evidenciarlo se utilizan los datos de los ingresos petroleros del año 2012 en contraste con los ingresos petroleros actuales. Quienes posicionaron esta visión del problema tenían que saber que falseaban la realidad. Veamos porqué: El salario del sector público tiene una fuente absolutamente distinta a la del sector privado, que deriva de la naturaleza del patrono.

El patrono en el sector privado es un usuario del dinero; vale decir: es alguien que debe realizar una actividad productiva para poder percibir dinero y así poder pagar salarios a sus trabajadores. El patrono en el sector público es un emisor del dinero (es el que hace el dinero), en consecuencia, ese patrono NO NECESITA REALIZAR UNA ACTIVIDAD PRODUCTIVA PARA PAGAR SALARIOS CON EL DINERO QUE ÉL EMITE.

Los salarios del sector público se pagan en bolívares y los bolívares los emite el Gobierno. Entonces la pregunta no puede ser: ¿De dónde saldrá el dinero para aumentar y proteger los salarios? En todo caso la pregunta debería ser: ¿Cuántos bolívares podemos emitir sin afectar otras variables de la economía?

La cantidad de dinero que puede emitirse, no tiene una relación directa con lo que se produce, su relación directa es con los precios de lo que se produce. Si bien es cierto que la producción en Venezuela ha caído sustancialmente, no es menos cierto que los precios han subido vertiginosamente, y lo que el trabajador paga con su salario son PRECIOS. Veamos un ejemplo: si antes de las sanciones se producían 10 cosas en Venezuela con precio global de todas de 100 bolívares; luego de las sanciones y el ataque con el dólar se producen 2,5 cosas con un precio global de todas de 200 bolívares. Aunque se produce mucho menos los precios subieron muy por encima del porcentaje de caída de la producción. Eso significa que se requiere mucho más dinero para que esos 2,5 productos puedan ser vendidos por quienes los produjeron.

Parte de la trampa en el sofisma Producción-Salarios del sector público, está en hacer creer que se requieren dólares para poder emitir bolívares. NO existe teoría o ley alguna que nos obligue o sugiera que debemos tener dólares para emitir bolívares.

La verdad que se quiere ocultar con el sofisma Producción-Salarios del sector público, es la concepción dogmática monetarista de la inflación, según la cual, si se le sube el salario a los trabajadores se dispara la inflación. Esa teoría le otorga al dinero una facultad que no tiene: la de subir precios. Los precios lo suben los seres humanos; personas que tienen la posibilidad de hacerlo. Al final, la subida de los precios obedece a la puja por la ganancia de los oferentes; en pocas palabras: a la especulación.

No hay razones suficientes para negarse a un incremento salarial importante y además indexado para que no vuelva a perder poder adquisitivo.

Lo único que se puede discutir en este momento es el monto del incremento salarial, porque la indexación no afecta las cantidades demandadas y en consecuencia no afecta la inflación tal como la conciben los monetaristas.



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Juan Carlos Valdez


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