¿Qué pasa con mi vecina?

Mi vecina se fija metas que, en estos momentos, son difíciles de alcanzar. Y todo lo hizo porque, mal que bien, las cosas le estaban saliendo mejor desde el punto de vista económico, a pesar de todas las privaciones conocidas. Es decir, el bono le estaba alcanzando para comprar por cuarto de kilo, medio kilo o más de las veces, "téticas" de cualquier producto seco. Pero, de pronto apareció el coronavirus y aunque no se contagió, ¡Ni Dios lo quiera! anda como si lo estuviera padeciendo y eso porque desde entonces, los bonos que siempre recibe y de los cuales siempre estaba pendiente arrellanada en su mueble hondo de tanto sentarse y con celular al lado, ahora no le satisfacen alguna necesidad del momento. Ella dice con gran humildad y sinceridad que esos bonos han sido de gran ayuda y podrían ayudar más si marcharan acorde con los precios de los productos, acordados o no., que por cierto cuando los vio publicados se persignó y lo único que se le oyó decir fue: ¡Ay, mi madre! ¿Ahora qué hago? "Esos precios están más caros que, antes de que los acordaran"

Debo confesar que mi vecina, últimamente, me ha sorprendido con su actitud que, aun cuando ha sido una gran fanática del bono, ahora ni eso la entusiasma, ya le da igual que los aumenten, que los manden o que no los manden, porque dice que ya no remedia nada con eso. Dice, que para que le alcanzaría 350 mil bolívares, si eso no le basta para comprar, sino un pedacito de queso para poder acompañar al carbohidrato que le llega por el Clap. Y mira que tiene que hacer milagros, porque tiene 5 nietos que les da más hambre cuando la vaina está más jodida y es por eso que cada vez que los nietos comen, tiene que marcarlos, porque como lo dice ella: la vaina no está para repetir.

Ella se venía recuperando antes de la pandemia y ya los cacheticos estaban tomando nuevamente color, tan rosaditos como los que exhibe hoy la ministra de comercio; esa era su meta; pero después que llegó el coronavirus y desde que se cumple con la cuarentena y los precios han subido hasta el nivel más alto de especulación, comenzó a sentir que ya los bonos no sirven ni para completar y comprar cualquier producto de ¿la dieta básica?, que de paso es relativa, porque depende de lo que cada quien coma diariamente o lo que le repara Dios, como decía mi madre. Unos comerán proteínas abundante, otros pueden comerla combinada con carbohidratos; mientras que otros pueden solo comer carbohidratos, como es el caso de la vecina cuando le llega el clap, o cuando tiene que comprarlo al comerciante; asimismo, habrán otros que no pueden comer nada. De las frutas, si acaso el mango se puede conseguir con alguien que no ha sido dolarizado, ni tiene ínfulas de capitalista popular.

Otra cosa cierta es que mi vecina, no ha perdido su costumbre de ver televisión y cuando hay alguna cadena nacional, esperando buenas noticias, el tiempo se le va en criticar a todos los funcionarios públicos que enfoca la cámara en algún momento y siempre se da cuenta de cualquier detalle y hace comentarios como por ejemplo: ¡Mira como está ese, con esos cachetes lustrosos de tanto comer bien! ¡Mírale la papada, esa ministra no la está pasando mal! ¡Pero, mírale la camisa al ministro, se le va a reventar el botón! Y como siempre consigue quien la acompañe, sobre todo la otra vecina, que es escuálida y le gusta prenderle la lengua, y le da casquillo para reírse de ella. Pero este no es el cuento.

Su penúltima esperanza, estaba puesta en el primero de mayo, pero cuando vio que Piñate, el ministro del trabajo apareció en televisión con su cara como si se está levantando de dormir, dijo: "Por la cara de este hombre, viene poco aumento de salario, para la situación que vivimos" Y así fue. Cuando supo los montos y sin saber todavía la lista de precios acordados, comenzó a vivir un drama, donde su cara era un poema.

Para terminar esta historia fastidiosa, lo cierto es que la meta de mi vecina, por ahora, debe ser comenzar a revisar la ropa y meterle nuevamente para ajustarla a su cuerpo, porque de una mujer bien constituida físicamente a pesar de su edad, con algo de abdomen pronunciado, hoy está quedando como la curva del coronavirus, aplanada por todos los lados, aun cuando come bastante carbohidrato y enseguida se sienta en su mueble a ver televisión y a dormirse por efecto de los triglicéridos y el colesterol elevado que debe tener. A esto se le suma, que al momento de escribir esta nota, Unicasa y a lo mejor todos los supermercados ya comenzaron a esconder los alimentos, me consta que el que está en el sitio donde yo vivo, ya lo hizo hoy jueves 30 de abril.



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Jesús Rafael Barreto


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