Pedacito de cochino

—Razón tenía aquel alemán que le hacía la propaganda a Hitler, usted se acuerda cómo se llamaba ese hombre.

—Qué voy a saber yo de eso.

—Ese hombre le machaba los sesos a la gente hasta que les metía lo que quería en la cabeza y la gente empezaba a repetir como loros lo aprendido.

Y lo repetían como si se les hubiese ocurrido a ellos.

Hasta le pondrían algo de su propia cosecha, que por supuesto no era de ellos, pero ellos así lo creían.

—A dónde quiere usted llegar con todas esas vueltas que está dando.

—Bueno, fíjese compita.

El gobierno vende un pedacito de cochino y a eso lo llama pernil.

El pedacito de marrano no pasa de un kilo y a eso lo llama pernil.

En este estero todo el mundo sabe que un pernil es la pierna trasera del chancho. La pierna completa.

Nada de pedacito, la pierna completa.

Y el hueso quedaba para las caraotas. O no.

—Así es.

—La gente sabe eso, pero repite que le van a vender el pernil.

La propaganda de dominación funciona, y eso es cierto.

El que está esperando comerse un pedacito de cochino dice que ya viene el pernil. Aunque él sabe que no es ningún pernil.

La ilusión inculcada a través de la propaganda está dentro de su cabeza y funciona. Y el gobierno lo sabe.

Por eso insiste en venderle migajas y sobras a la gente y decirle que le está dando comida.

Y el iluso que ve la migaja habla de comida.

Así como sabe que le van a vender un pedacito de marrano y él repite que le van a dar pernil. No se puede contener.

—A eso creo que lo llaman domesticación o amaestramiento.

Acondicionamiento, es la palabra.

—Algo así, por eso le mentaba a ese hombre que le hacía la propaganda a Hitler.

Porque lo ponía a bailar al son que él quería.

Lo mismo está haciendo este gobierno.

—Desde los tiempos del difunto vienen aplicando esa estrategia de sumisión.

Pero ahora está dirigida a la panza, que es donde más duele.

Y es más fácil de doblegar.

—Ya me acordé, se llamaba gobel o gebel o algo así.

De ese han aprendido muchos de estos y no les hace ningún asco.

Porque no se entiende que la gente diga pernil si es un pedacito de marrano lo que está comprando.

En algún momento algo se debe haber soltado o soldado en la cabeza de la gente, después de meterle tanta propaganda política chavista.

La insistencia no es gratis ni gratuita.

Hay algo que no marcha en la misma medida que se mira y se piensa.

—Siempre y cuando el pensamiento sea propio, y no la repetición de lo que otro quiere que uno piense.

—Eso es muy verídico, lo que usted dice.

Es como si yo probara el azúcar y dijera que es sal. Porque alguien me metió en la cabeza que es sal.

Me explicó.

—Claro como el agua.

Eso es lo que vemos a diario. Usted sabe que nadie se quiere morir y todos buscamos sobrevivir.

Y ahí es donde los chavista han conseguido el lado flaco de la gente y así apretarle las tuercas del acondicionamiento.

La combinación hambre y miedo a morir es fuerte, y esa la han aplicado.

Es lo que puede explicar eso que usted dice.

—Por eso es que la gente está esperando el pedacito de cochino y hablando de pernil.

—No es de otra.

Y otros abriendo la página patria a cada rato.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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