De lo que anunciará Maduro. ¿Compro medio Petro o como carne?

Anoche tuve que escuchar a Maduro porque mi amigo, estando yo, de visita en su casa, por supuesto, se sintió tentado a hacerlo para enterarse de lo que iba a informar en materia económica. Así pude saber varias cosas "nuevas", como que vamos rumbo a convertirnos en una potencia económica, los trabajadores venezolanos estamos ganando un salario casi astronómico, pues el "Programa de Recuperación y Bienestar" marcha sobre ruedas. Es tan cierto esto que la producción de carne de res alcanza cifras muy altas y está llegando al mercado en cantidades satisfactorias, por lo menos eso dijo el presidente. Por eso mismo, y en función de la ley de la oferta y la demanda, tomando en cuenta que el economista pro gobierno Valdez, ha admitido que la primera ha disminuido, uno espera que los precios de la carne estén disminuyendo. Pero la terca realidad parece ser otra.

Entonces, repetimos, como según el presidente la oferta de carne ha crecido en muy buena medida y Valdez, la demanda ha disminuido, según él por los altos precios, aunque uno pudiera decir también por los bajos salarios, es sensato esperar que los precios de ese rubro vengan descendiendo.

Por esa evaluación el presidente manifestó "su aspiración" que los productores y distribuidores de ese sector alimenticio "respeten los precios acordados". Él, al parecer, se mantendrá de observador, ¡muera el Estado!

Si hacemos un poco de memoria, en un país donde pareciera que esta perdemos velozmente, cuando se anunció aquella ya célebre lista de "Precios Acordados", se fijó al inicio el kilo de carne en 8 millones, que quitándole cinco ceros a esa cifra quedaría en 80 bolívares soberanos. En menos que canta un gallo, al parecer, eso cree uno, pues es lo habitual, quienes eso manejaban se volvieron a reunir y al final se decidieron por doce millones o 120 soberanos. De ese día o decisión hasta ahorita, por lo menos que uno sepa, no ha habido cambio alguno. Según lo "acordado", si es verdad que hubo acuerdo, para lo que por lo menos se necesitan dos, el precio oficial sigue siendo este último. Pero por culpa de ese "acuerdo", cosa bastante extraña, las carnicerías cerraron. Este hecho, que es el que uno maneja al ojo por ciento, se produjo porque los productores dejaron de surtir carne a los distribuidores y esto a aquellas, por alguna inconformidad. Uno supo, escuchó y leyó informaciones según las cuales en los pocos sitios donde se expendía el producto se cobraba por encima de 650 bolívares soberanos. Ante esto, el gobierno ni nadie del sector privado, quienes uno imaginan fueron quienes "acordaron", sacó la cara y menos dio explicación alguna. Se optó por aquello de hacerse el loco y que los hechos acomodaran las cosas en su sitio, algo así como que quienes comercializan con la carne se pusiesen de acuerdo consigo mismo y le impusiesen los precios que le diera la gana al consumidor. Y en efecto, así aconteció. Las carnicerías, un buen día, comenzaron a reabrir con estos precios por ellos "acordados" o impuestos por encima de las aspiraciones y capacidad del consumidor. Lo que significa que un kilo de carne, sin importar si es de primera, segunda o de última, equivale a más del 30 por ciento del salario mínimo.

Pero esta realidad, pues es la que emerge de las carnicerías, no sale de la pantalla del televisor u ordenador, indica que choca con la optimista que nos intenta inculcar el presidente. Si es cierto lo que este dice, según lo que le informa Soteldo, el "Comandante de la producción agrícola y pecuaria", como que está ha alcanzado altos niveles y también es verdad lo que dice Valdez, quien como ya insinué es como un vocero oficial, el consumo ha caído por la poca capacidad de compra del venezolano, los precios de la carne deberían venir en descenso. Pero la realidad es otra, como que saltaron en horas de aquella cifra de 120 bolívares, la acordada, a 650 y hasta más.

La única falla que uno observa en la información oficial es la contradicción entre lo que dice Maduro y comunica Valdez. Según el presidente, el "Programa de Recuperación y Bienestar Económico" que contempla el aumento salarial, ese del salario mínimo en 1800 bolívares soberanos o 180 millones de los fuertes, viene funcionando tal como ellos previeron. Y pese haberse llevado los tabuladores salariales en los cachos, quizás de las tantas reses muertas para surtir el mercado, el salario ha salido victorioso y se ha mantenido en los niveles óptimos, tanto que aquellos (los tabuladores) para nada hacen falta, salvo para la mala intención de algunos maestros, según el criterio de Aristóbulo Istúriz, que "pretenden hacerse ricos con la profesión".

Pero Valdez dice lo contrario. Y es Valdez, un tipo casi del gobierno, pues aparece en un programa de VTV y si allí está es para decir lo que en cierto modo y hasta sea necesario convenga al interés oficial, quien ha dicho que el salario no está al nivel de lo que dice Maduro sino todo lo contrario, su contracción es el factor fundamental de la caída del consumo y del descenso del ritmo inflacionario. Pero mejor que contracción salarial sería decir que los aumentos de precios minimizaron al extremo.

Pero el gobierno juega con las cifras, tanto que a mi compadre tiene enredado. Éste, mi compadre, está empecinado en decir como una verdad absoluta que el gobierno nos aumentó el salario. Y no sólo parte de la cifra esa de los 180 millones de bolívares sino que también toma como referencia los "Precios Acordados". Y al comparar una cosa con la otra asegura con obstinación que eso demuestra la magnitud y hasta bondad del aumento salarial. De allí que para él, la culpa absoluta de todo está "en los malvados comerciantes que no respetan lo acordado". Por supuesto el olvida que el gobierno tampoco hace mayor cosa, de las tantas por hacer, para que eso se respete, aparte de quejarse, y que hay otra lista inconmensurable de productos que no entraron en esa pequeña de unos 25, cuyos precios también alcanzaron las nubes.

Y uno, actuando de buena fe, percibe a Maduro enredado tal como mi compadre. Tanto que habla de "Potencia Económica", de carne de res como para tirar para arriba y simplemente se limita, como un bondadoso y comprensivo padre, a pedirle a los productores y distribuidores que se acojan a los "Precios Acordados", los cuales a esta altura uno no sabe, en el caso de la carne, si se refiere aquél de 120 bolívares o al final impuesto por ellos, el de 650 y más.

Y por ese mismo enredo, como quien mira un mundo diferente al donde uno bate el barro, se le observa, no sin asombro, diciendo cosas que nada tienen que ver con lo real. Nos llama a ahorrar. A comprar petros y lingoticos de oro. Es más, nos dijo a manera de incentivo, que atendiésemos su llamado por lo que sabe vendrá pero no lo puede decir y "a buen entendedor pocas palabras bastan". Y que es lo que él sabe y no lo puede decir. Pues que el bolívar seguirá deteriorándose, entre otras razones porque viene, está en sus planes, un nuevo aumento salarial similar al anterior que arrastrará consigo hacia arriba el precio de las cosas. Si usted deja de comer e invierte en Petro y lingoticos de oro, protegerá su salario, quizás no su salud e integridad física por dejar de comer.

¿De dónde saca el presidente que con la relación salario-precios de hoy, un trabajador puede invertir en petros y oro? Voy a poner un ejemplo. Hoy viernes un docente de IV nivel cobró 864 bolívares por la semana, no se sabe exactamente cuál porque el gobierno ni siquiera se toma el trabajo de informarle, tiene dos hijos menores y una compañera, fue al abasto y entre un pollo de kilo y medio y ½ cartón de huevos gasto una cantidad equivalente al doble de aquella.

Si se saca cuenta de manera equilibrada, tomando en cuenta que ese docente cobrará los aguinaldos, no se es difícil entender que este ingreso extra simplemente le servirá para compensar el desequilibrio entre el ingreso normal y los precios del mercado.

¿Entonces qué hacemos, compramos medio Petro o comemos carne?



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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