Teoría Monetarista determina la Paridad Cambiaria

Ya dejamos claro que esta teoría es más bien una ley general del sistema capitalista[1], fincado como se halla en el dinero y el mercado amplio de mercancías, en el comercio internacional. Pero, las verdades suelen ser relativas en las sociedades clasistas: la óptica de la clase gobernante limita la investigación científica cuando sus posibles logros representen amenazas para su continuidad y privilegios[2].

La aplicación de esta ley es tal que los precios que aparentemente parecen depender de la oferta y la demanda[3], como si ella gobernara sobre la producción, son realmente predeterminados por la competencia entre los fabricantes y/o mayoristas principales. Por ejemplo, algunos capitalistas ralentizan su producción con miras a desequilibrar el mercado y nivelar la tasa general de ganancia con independencia se su tipo de mercancías: la oferta disminuye y el precio de su mercado tiende al alza, mientras en otros mercados puede  incrementarse la producción y la oferta con lo cual el precio tendería a la baja. Los intermediarios, por supuesto, sólo ejecutan y responden a los determinantes establecidos por los productores.

En otros casos, el fabricante puede motu proprio ralentizar a o acaparar   parte de su producción; la oferta induce alzas de precios de parte del productor; el fabricante obtendría menores ingresos al vender menos cantidad de mercancías; eso no ocurre porque él se ha apoderado de cierta clientela y a esta le incrementa su precio y cancela su potencial déficit de dinero.

 La reducción inducida de la demanda por insolvencia de sus consumidores puede cubrirla el Estado con salarios mejorados por vía de decretos, lo que serviría para restablecer el nivel de consumo aunque a precios superiores, pero no es el Estado ni el mayor circulante el causante de inflación como lo sostiene la tergiversación de la ley en cuestión.

Sin embargo, esa ralentización para una demanda constante ocasiona brotes especulativas o precios en alza. También, por el contrario, algunos capitales refuerzan la oferta de algunas mercancías y tiran a la baja los precios en sus correspondientes mercados. Este fenómeno garantiza la formación de los silenciados precios de producción.

Recordemos que así como la producción se halla diseminada e individualmente realizada, asimismo su circulación multiplica correlativamente los mercados de cada fabricante. De allí la frecuente anarquía productiva y abastecedora con sus consecuentes desequilibrios oferta-demanda como fuente de la inestabilidad permanente de los precios de mercado lo que impulsa al apologismo burgués a defender denodadamente su “libre mercado”.

Pero, hay mucho más: resulta que la ecuación del cambio, (PC = VM), válida como expresión de la teoría monetarista en su versión capitalista, tiene su mejor arma la ecuación de la paridad cambiaria:

 Circulante nacional = paridad de ese circulante x cantidad de dólares con que cuenta el país correspondiente. O sea, algebraicamente:

M = P x $, para M = Circulante; P = Paridad cambiaria, y $ = dólares norteamericanos de EE.UU.

Según ese método, usado por los países dominados por la Economía Burguesa y difundido en sus academias y universidades de connotada y supuesta relevancia tecnocientífica[4], a mayor cantidad de dinero circulante, mayor devaluación de sus monedas nacionales para una cantidad de dólares constante.

 De manera que cuando el país dependiente de dólares recurra a su propio dinero, a su propia moneda, para reforzar y cubrir sus necesidades de financiamiento circulatorio-burocracia e inversiones productivas, decreto de ajustes de salarios mínimos-función nata de todo dinero, ese país entonces es castigado con la devaluación que, según esa ecuación cambiaria sufre indefectiblemente.

Ambas ecuaciones, la del cambio y la de la paridad cambiaria, son hermanas del Imperio para mantenernos atados a créditos públicos del FMI o a entidades burguesas afines, so pena de sufrir devaluaciones de la moneda nacional con sus consecuentes alzas de precios que son  en sí mismas desestabilizadoras y antipopulares.


[1] Véase Carlos Marx El Capital Libro I.

[2] Se cuenta que los hallazgos de Colón tardaron unos 3 siglos en ser conocidos por el mundo, mientras España y Portugal tomaban ventajas sobre los territorios “americanos”.

[3] Las subas y bajas de los precios por desequilibrios entre la oferta y la demanda son efectos de los excedentes o faltantes de mercancías en los centros fabriles, son desequilibrios en la producción que llega o falta en la circulación. Por supuesto, los intermediarios mayores podrían fungir de acaparadores pero no sobreoferentes ya que ellos no producen.  

[4] Excelentes empresas de la educación convertidas en rentables fuentes de ganancias extraídas de esos países compradores de su propia ignorancia.

 



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Manuel C. Martínez


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