El Whisky saborizado y la Teoría Monetarista

La portentosa Crítica de Marx a la Economía Política elaborada y criticada y apologizada hasta los tiempos de David Ricardo permite deslindar entre los Economistas preclásicos, los clásicos, los "vulgares" y los Economistas proletarios o profesionales que surgen después de Marx y su obra, El Capital; sólo estos últimos asumen la Política Económica Marxista o proletaria como la verdadera, científica y vigente Economía Política.

Digamos que Carlos Marx perfecciona y logra armar la Economía Política como Teoría y se convierte así en el primer crítico que logró desentrañar, describir y descubrir la conducta, principios, leyes y contradicciones del modo capitalista de producción, inclusive de demostrar teóricamente su finiquitud, su perecibilidad, del acontecer económico que para su época analizaban, criticaban y evaluaban los economistas que le precedieron inmediatamente y de los pensadores-filósofos y afines, desde los mismos tiempos de Aristóteles, el Estagirita.

No fue una crítica destructiva a la Economía Política, ni mucho menos una apología, sino todo lo contrario, llegó hasta las intimidades que se hallaban ocultas durante unos 2M años dentro del dinero, del valor y su fuente, de la circulación del sistema capitalista-además de la circulación del capital envuelto y oculto en la c. de las mercancías-, sobre la vivienda, la densidad demográfica, la fuente de la pobreza y de las ganancias; las causas de las periódicas crisis sociales donde las víctimas suelen ser los proletarios y la parte débil de los capitalistas-el capitalista de bajo giro-, y, lo más grave para la humanidad: el atraso social inducido al que involuntariamente conduce un sistema de producción que, en aras de frenar la inevitable tendencia al decrecimiento de la tasa de ganancia, desacelera el desarrollo de las fuerza productivas con cuadros crecientes de desempleados, subempleados y marginados, y con ello de los mismos medios de producción ya que estos son complementarios de la mano de obra activa y productivamente empleada.

El valor de cambio, como ejemplo principal de todos los hallazgos logrados por Marx cuando criticó la E.P Clásica, indica que en el sistema capitalista y crematístico[1], además de servir para los necesarios intercambios en sí mismos de los valores de uso de toda mercancía, tal valor de cambio es una fuente "infinita" [2] de riqueza. Demostró asimismo que no basta considerar el trabajo, la mano de obra, como fuente de la "riqueza de las naciones", al mejor estilo smithiano, sino la fuerza de trabajo, una distinción entre trabajo necesario y t. excedentario, entre el trabajo pagado (salario) y el plusvalor que hasta ahora siguen negando el apologismo burgués y la Nobelatura sueca.

La teoría monetarista, por ejemplo, la descubre Marx cuando analiza y describe las características del valor, del dinero y de los precios expresivos del valor de cambio de la mercancía traficada en compraventas, o sea, del dinero ocirculación del capital, además de la circulación de la mercancía en general.

En las siguientes ecuaciones recogemos lo que ocurre con las alteraciones de los precios del PIB (Producto Interno Bruto) que, por cierto deja al margen la demanda absoluta, es decir, hace abstracción del volumen de los valores de uso, le es indiferente si han subido, siguen iguales o merman:

1.- PC = VM, para: P, precios; C, oferta; V, rotación media y M, masa de circulante o demanda en dinero. Así:

2.- 3x4 = 1x12 = 12, en dinero tanto para la oferta como para la demanda.

Si la oferta sube de precio por contracción de la producción o por acaparamiento:

3.- (3+1) x (4-1) = 4x3 = 12, o sea, el incremento de los precios de la oferta supone una merma en la oferta de valores de uso que quedan fuera del punto de equilibrio oferta-demanda. Este exceso es usado para captar demandantes con mayor poder adquisitivo a precios superiores al precio de equilibrio; de allí el conocido "arroz saborizado", los dulces de harina de trigo en lugar de pan salado, el hotel 5 estrellas en lugar del de 4 e., el whisky "saborizado" de 5 años o el de 18 a. o el de 24 años, etc., etc., bebidas que, por cierto, son viejas guardadas y no mejoradas con el simple paso del tiempo como subliminal y mercadotécnicamente los han vendido o publicitan los capitalistas de estas encantadoras bebidas espirituosas. Añejar, en principio, es cargar de años para bien o para mal, pero en este mercado capitalista se identifica añejamiento con el logro de una mejor calidad etílica y superior con/en cada edad creciente, lo que no necesariamente sea cierto.

En la ecuación anterior, M resulta insuficiente para cubrir toda la oferta inicial al nuevo precio; se crea un desbalance y el circulante debe crecer para recuperar el poder de compra ante la suba de P realizada para una menor oferta. Es entonces cuando, por ejemplo, el Estado mete su mano e inyecta más circulante en favor de los insolventes por causa de los encarecidos precios, en favor de los demandantes insolventes para demandar al nuevo, crematístico e irregular precio. Así:

4.- 4x4 = 1 (12+4); aquí se restablecería el balance y queda demostrado que la inflación la genera la oferta (productores) y no el Estado (el circulante), no el incremento del circulante como tan interesadamente lo afirman no sólo los apologistas del capitalismo, sino inclusive muchos teóricos y empíricos tanto de derecha como de "izquierda, unos adrede, otros, por estar confundíos o simplemente por ser obtusamente tiraflechas.


[1] El interés crematístico convierte la mercancía en objeto de ganancia, o meramente de comercio, para cuya obtención se usa el valor de uso, el bien que se trafique con miras a satisfacer necesidades de uno de los intercambistas, o sea, convierte al productor de valores de uso en productor de ganancias y a estas en principal objetivo del comercio al demostrarse que esas ganancias tienen como fuente, no la diferencia de precios entre costo y precio de venta, sino el plusvalor o trabajo agregado gratis por los asalariados. La visión crematística hace del intercambio de bienes- del comercio-una fuente inagotable de riqueza en dinero con el cual podría comprase bienes directamente para satisfacciones familiares, pero principalmente para seguir enriqueciéndose el intermediario, mediante el simple comercio de los bienes-la circulación-, como función complementaria de la producción que en el capitalismo asume la prioridad de todo en proceso productivo. Como el capitalista observa y da esa prioridad a su inversión, infiere que la ganancia la ofrece dicha circulación y no la producción de las mercancías objeto de dicho comercio. De esa manera, el criterio burgués sobre la producción, sobre la ganancia, sigue con un atraso, atávico por demás, de unos 2.300 años, de los mismísimos tiempos aristotélicos. Mayor eternidad de conciencia no se corresponde con los tiempos modernos.

[2] A la supuesta y aparente infinitud de la fuente de la riqueza bajo régimen capitalista, Marx la mandó a parar; demostró el decrecimiento tendencial de la tasa de ganancia.



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Manuel C. Martínez


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