La paz, la guerra y el Nobel

Trump fue muy "sincero" y amenazante cuando cambió el nombre de la "Secretaría de Defensa" por "Secretaría de Guerra". Además, le puso el nombre que siempre ha debido tener, pues, desde que EEUU creo sus fuerzas armadas, éstas se han dedicado a amenazar, invadir, destruir, asesinar, dominar, despojar y reprimir, incluso a los suyos. El comité Nóbel de Noruega debería cambiar el nombre del premio que otorgan de "Premio Nobel de la Paz" a "Premio Nobel de la Guerra". Sería sincerar una situación existente desde hace cierto tiempo y adaptar el nombre a las verdaderas funciones del premio.

Si hacen esta lógica modificación, no tendrían que vivir situaciones engorrosas cada vez que otorguen el premio. Además, podrían explicar por qué nunca se lo dieron a Gandhi, empeñado en morirse de hambre, en vez de llevar a los indios, con una ametralladora en la mano, a la lucha armada para su emancipación. Otro tanto podrían hacer con U Thant, explicando que, como secretario general de la ONU, siempre tuvo la desviación "pacifiquera" de detener o evitar las guerras. Así lo hizo en la guerra de Vietnam, en la crisis de los cohetes en Cuba y en la crisis de Suez antes de la guerra de los seis días. No podían premiarlos.

Si se llamara Premio Nobel de la Guerra, no tendrían hoy ningún problema con habérselo otorgado a María Corina Machado, excepto por las recriminaciones de Donald Trump, Grenell y el equipo de la Casa Blanca, que ya descalificaron al premio por no haber sido otorgado al jefe del Mundo. Han podido darlo compartidamente a Trump y a María Corina, y así se hubiera satisfecho a ambos, que al final de cuentas tienen los mismos intereses, los mismos odios, los mismos cinismos, aunque María Corina es más bonita que Trump. ¡Coño! Ya van a salir por ahí con el cuento de que éste es un comentario machista.

Claro… Si hacen lo anterior, se les habría olvidado Netanyahu como indiscutible candidato al Premio Nobel de la Guerra. Incluso, éste le quedaría muy corto, pues no sólo es la guerra, es el asesinato de niños, incluso en los vientres de sus madres, de adolescentes, de mujeres de todas las edades, de civiles desarmados. De violaciones. Es el bombardeo de gente que busca agua, comida, atención médica, ayuda de cualquier tipo. Habría que crear otro Premio, parecido al de la Guerra, pero para honrar a los genocidas. Tendríamos que esperar que otro industrial sueco muera y deje el dinero necesario en su testamento para este noble fin.

Ahora, el cambio debería ser de Premio Nóbel de la Paz a Premio de la Guerra, sin la palabra Nobel, para no enlodar la reputación de quien quiso hacer todo lo contrario. Ese nuevo nombre permitiría explicar que se le otorgó a Henry Kissinger por ser responsable de los bombardeos de Cambodia, gestor del golpe de Estado contra Allende en Chile, defensor de los sanguinarios gobiernos militares argentinos, entre otros muchos; y se le dio a Barack Obama, por haber ordenado la invasión militar a Libia, aumentado las fuerzas militares en Afganistán, organizado operaciones especiales en Paquistán y ser artífice de la agresión militar a Irak.

Se acabarían las críticas al otorgamiento del premio a María Corina, pues de un Premio de la Guerra si es acreedora sin lugar a dudas, sin trampas ni presiones de Marco Rubio: apoyó el sanguinario golpe de 2002 contra Chávez, impulsó el sabotaje petrolero, organizó por varios años actividades vandálicas de jóvenes, usados como carne de cañón; ha exigido sanciones económicas por una década, ha financiado incursiones militares mercenarias y por años ha pedido la invasión del país por el ejército gringo. Denigra de la emigración venezolana, daña nuestro gentilicio y apoya deportaciones inmorales y violentas.

El discurso y la conducta de María Corina siempre han sido de violencia y de guerra. Está ligada estrechamente al sionismo genocida israelí y a los guerreristas de Trump. Admira al represivo Bukele, le gusta su campo de concentración en El Salvador, y también a gente como Milei, Bolsonaro, Añez y energúmenos de ese estilo. Tiene todas las credenciales necesarias para un premio de la guerra. Está incluso sobre calificada para el mismo. Si estuviéramos buscando un nombre para ese premio, su nombre sería uno de los más adecuados: Premio Machado de la Guerra o Premio María Corina de la Guerra.

Estoy seguro de que sus seguidores se sentirían complacidos con una decisión de este tipo, pues estaría mucho más ajustada a la verdad y no sentirían ninguna vergüenza en defender este premio, cosa que sé les ocurre ahora. Adelante. Sinceremos las cosas.



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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

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