El largo brazo de la justicia

La lectura de Independencia 200 encartado en el Diario Vea me trajo a mi memoria recuerdos que creía depositados y olvidados en algún resquicio de mi cerebro. De eso hacen 62 años. Se trata de la muerte de mi padre, el mayor (Ej.) Carlos Julio Sánchez Valero quien fuera vilmente asesinado de un balazo por la espalda por un soldado durante un ejercicio con la tropa. Este homicidio se produjo el 30 de mayo de 1949 en la ciudad de Maracay, si mal no recuerdo la información, el abominable suceso ocurrió en el cuartel Ambrosio Plaza. En verdad, no me embarga ningún sentimiento de venganza contra nadie, ni siquiera contra aquel artero, de eso han pasado tantos años que la patina del tiempo se encargó de borrar de la lápida el nombre de mi padre. Resultado de esta ignominia, una viuda de 25 años, cinco hijos que mantener con una miserable pensión y una modesta casa que se canceló con un montepío que apenas alcanzó para librar la hipoteca.

Según le informó a mi madre el oficial Pérez Jiménez (miembro de la Junta de Gobierno), el mayor, mi padre, fue víctima de un militante de Acción Democrática que actuaba contra los militares en venganza por la caída del presidente Gallegos. Algo que no estaba alejado de la verdad, dado que el oficial a quien mi padre sustituyó también falleció víctima de un atentado criminal.

Mi intención de exhumar estos recuerdos es conocer la verdad, la cual, me parece, fue enterrada junto con los restos del mayor, con los merecidos honores militares. Debió existir un autor material de este asesinato, dado que el gobierno de la época ordenó enterrar sus restos en el cementerio de Maracay y no en la capital donde residía la víctima, con el fin de evitar desórdenes públicos. Mis sospechas aumentan, cuando durante el gobierno del presidente Raul Leoni, unos connotados miembros del partido Acción Democrática solicitaron el indulto para “un reo que había atentado contra un oficial de apellido Sánchez Valero”, según nota de prensa. En honor a mi familia y al de la Fuerza Armada se debería esclarecer la verdad y alguna institución le incumbe investigar aquellos hechos. Esto sería un legado para la historia contemporánea de Venezuela.

Pasado muchos años se descubrió que Napoleón fue envenenado por sus carceleros, quizás la Ley Contra el Olvido tendría que tener vigencia desde aquella época y el largo brazo de la justicia demuestre que las viles prácticas de Acción Democrática datan de hace muchos años. . Del cuarenta y nueve hasta el 2011 han pasado muchos años, ya mi madre abandonó este valle de lágrimas y dos de mis hermanos la acompañan del sitio del nunca regreso y hoy, después de leer Independencia 200, ante el recuerdo de aquella vil injustica creo que hasta yo dejé de existir.



enocsa_@hotmail.com


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Enoc Sánchez


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