Muerte y terror en Libia

 La fuerza, el poderío militar y la hipocresía de las grandes potencias se juntan en los actuales momentos para sembrar de muerte y terror la faz de la tierra. Como sombras que oscurecen el sol de la libertad, van apagando los sueños y quitándole el brillo al sentido de estar unidos en sentimientos de patria. Y la verdad es que esa práctica perversa siempre la han practicado los Estados poderosos que se “conceden”   el odioso derecho de dominar a la fuerza a otros Estados, quienes deben soportar todos los sufrimientos del infierno juntos.

 Si bien es cierto que esa práctica retorcida ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad, también se puede decir que ahora impera el miedo en la psiquis de los malvados poderosos; de allí el ataque feroz y de aniquilamiento sistemático contra pueblos enteros. Así, en estos primeros once años del Siglo Veintiuno hemos sido grandes testigos de los crímenes más atroces perpetrados por gobiernos miserables como el de EE. UU., Francia y Gran Bretaña, quienes se creen dueños del planeta y pretenden sumir en los caldos de la obediencia al resto de los Estados y los gobiernos. Por supuesto, hablamos de esos tres países, pero la complicidad genocida abarca a España, Italia y Alemania.

 Bajo esa metodología de aniquilamiento y guerra de precisión tecnológica, los Estados genocidas han devastado ciudades enteras y derrocado gobiernos soberanos, sustituyéndolos por marionetas escuálidas y opositores rebeldes incapaces de gobernar, al menos que no sea sembrando el miedo. Es algo así como “mi miedo lo disimulo y el tuyo lo potencio y lo proyecto en los cielos de la mentira. Así, hemos visto que esos Estados terroristas y depredadores han actuado en Irak, Irán, Afganistán y el resto del mundo árabe, imponiendo su ley de muerte y terror que vulnera la soberanía y la dignidad de las naciones.

 De esa manera, observamos con mucha tristeza como la irracionalidad imperial arremete despiadadamente contra Libia, causando cientos de muertos, donde no han escapado niños, mujeres y ancianos. Son Estados terroristas que apoyan a grupos terroristas para adueñarse del poder y por consiguiente de las riquezas del territorio conquistado; luego diseñan un parapeto de sistema político, donde las instituciones y el aparato del Estado y del gobierno son controlados desde la sede de los gobiernos hegemónicos, en este caso EE.UU. Francia, Reino Unido, Alemania,  Italia y España.  

 Ahora bien, mientras ocurren estas masacres y donde se pretende llevar a los países conquistados a 500 años de atraso, la voz de Rusia, China y Japón (supuestamente gigantes) se pierde en la noche de los tiempos, donde pareciera que el alba fue secuestrada para que nunca más vuelva a salir el sol de la libertad en los países sometidos, como es el caso de Libia en estos momentos. Sin embargo, como el lucero que titila en el horizonte de la esperanza, desde Venezuela la voz de nuestro líder Hugo Chávez retumba para denunciar la terrible agresión contra un pueblo, donde viven seres humanos y no animales. Algún día, estos imperios malvados deben desaparecer de la faz de la tierra. Que así sea, amén.


 


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Eduardo Marapacuto


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