Febrero y la masacre del gobierno adeco contra el pueblo

  Los hechos ocurridos el 27  y 28 de febrero de 1989 pusieron al descubierto la verdadera esencia de la democracia puntofijista, cuando el gobierno nacional consumó de  manera cobarde una masacre contra el pueblo venezolano, donde murieron miles de hombres, mujeres, niños y niñas venezolanas, quienes con coraje salieron a protestar las acciones de un gobierno terco e irracional, que a través de un “paquete de medidas” los arrinconaba contra los alambres de púas del hambre y la miseria.

         Así hay que recordar este día cuando la voz de mando de un presidente ordenó que se disparara a matar a un pueblo indefenso, sin armas, que había salido a las calles a manifestar su rechazo contra las políticas de un gobierno que se arrodillaba frente al Fondo Monetario Internacional.

          Efectivamente, fue una masacre de un gobierno adeco, porque eran los adecos quienes gobernaban el país y eran dueños del poder. De esa manera, la decisión de disparar contra el pueblo salió de la boca de su líder de entonces, respaldada por los miembros de su gabinete, del extinto Congreso Nacional y los miembros del partido blanco, quienes pusieron de manifiesto la cultura del odio profundo hacia el pueblo, hacia la familia humilde y la gente pobre. Decimos entonces que las manchas oscuras de la maldad y del odio en Venezuela resaltan sobre un fondo blanco.

           Tras cumplirse 22 años de esa masacre, podemos decir que así  se gobernaba el país, con una visión distorsionada, con puntos de vistas dañinos, perjudicial y con mucha estrechez de juicio. A pesar de la crisis que se inicia en los primeros años de la década de los ochenta, no hubo voluntad para revisar la democracia y el Estado, ni mucho menos el sistema político. Todo se fue resquebrajando. Por un lado, el desencanto de la gente y por el otro, la incapacidad del gobierno para atender las demandas sociales.

          Finalmente, decimos que allí no hubo llamado al dialogo, lo que hubo fue plomo parejo y la orden “disparen a matar”, con las consecuencias de miles de venezolanas y venezolanos asesinados por el gobierno adeco, cuyo deberes eran fundamentalmente proteger la vida de y respetar los derechos humanos. Por ello, la justicia no debe prescribir y se debe buscar y juzgar a todos los que participaron directa e indirectamente en esa masacre.

             No debe haber impunidad, ni tampoco esta debe olvidarse en las líneas del tiempo. Hay que decirlo con mucha seriedad, algunos de los verdugos ya fallecieron, ese  partido blanco hay dirigentes vivitos y coleando que auparon y respaldaron esa acción criminal contra el pueblo. Veintidós años después pedimos que el Estado venezolano castigue a los criminales adecos, que eran parte de la estructura de gobierno y del poder durante los años 1989 y 1993, año último este cuando el presidente de la República fue destituido por ladrón.

            Digo que hay que juzgarlos, porque por allí andan sueltos, libres y como si nada. Precisamente, son esos los que hoy en día andan hablando de democracia y de justicia, cuando en realidad son asesinos del pueblo.

eduardojm51@yahoo.es



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Eduardo Marapacuto (*)


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