Increíble: Los niveles de cultura

¿Existen niveles de cultura? Desde el punto de vista geográfico se podría afirmar que los niveles culturales abarcan lo nacional, lo estatal y lo municipal, así como lo parroquial. Ahora se tendría que considerar a la cultura desde el espacio geográfico, el cual ocupa la Comuna. La cultura podría tener más que niveles, formas concretas como la Cultura Académica, la Cultura Popular, la Cultura Residencial, la Cultura de las Bellas Artes, la Cultura de Resistencia o la Cultura Letrada, entre otras tantas. Al hacer referencia a los niveles de la cultura de un determinado individuo se llegó a clasificar en los siguientes términos: Cultura Nacional, Cultura Regional, Cultural Organización, Cultura de Equipo y Cultura Individual. No dudamos de que existen otras muchas, diversas y opuestas clasificaciones. Albergamos perplejidades, quizás reclamos sobre este tipo de clasificaciones. Las dudas toman por asalto. Se debe ser sumamente cuidadoso en eso de los niveles, a propósito de la cultura, porque si se coloca a lo cultural en un nivel alto o a un nivel bajo, las cosas podrían complicarse.

Cuando cursamos Estudios Jurídicos en la materia Antropología Jurídica se suscitó la gran discusión sobre los pueblos cultos e incultos. Lo que alcanzamos a solicitar era que si alguien, comenzando por la docente, encontraban un ser humano inculto, una comunidad o un grupo de personas en tal condición que, por favor, inmediatamente se nos informara para, por lo menos, por ver primera vez en la vida, poder observar a un ser o grupo humano incultos. Las clases dominantes, los imperios y las naciones invasoras tienen siempre la pretensión que su cultura es superior y de allí vienen sus privilegios. Se podría inferir, de alguna manera, que quienes inventaron tal condición fueron, inicialmente, las clases y los poderes imperialistas, invasores, colonizadores. Bastaría revisar la valorización que de nuestras comunidades originarias y sus formas culturales tuvieron los conquistadores europeos.

La historia del término cultura podría resumirse así: Cultura-cultivo de la tierra/ Cultura-cultivo del alma/ Cultura-cultivo de saberes/ Cultura-creación humana. Este último binomio calza perfectamente con el concepto antropológico de cultura: toda producción del ser humano en tanto ser social.

La palabra cultura se corresponde, en mayor o menor medida, con los modos de producción que han prevalecido en un momento social e históricamente determinado. A manera de ilustración, el cultivo del alma era propio del modo de producción esclavista o de la Antigüedad. Quienes trabajaban eran los esclavos. Quienes estaban liberados de ese castigo bíblico se dedicaban a cultivar el espíritu. La cultura siempre será un tema candente, polémico y sobre el mismo es vital tornar. Venimos haciéndolo con acuciosa insistencia, siempre requerida.

El ensayo que vamos a entrompar forma parte del libro intitulado: Industria Cultural y Sociedad de Masas, publicado por Monte Ávila Editores, en una 3ra edición, en el año 1992. Ello parece indicar que, en el 2021, se cumplen 29 años de esa edición. La obra recoge parte de la confrontación crítica que tuvo lugar en los Estados Unidos, entre 1940 y 1960, sobre temas como: Sociedad de Masas, Comunicación, Gusto Popular, Cultura, Modernidad, Industria Cultural, entre otros tópicos. ¿Todavía es mucho lo que se tiene que investigar sobre la Sociedad de Masas? ¿Se agotó la discusión sobre la Modernidad? ¿Cuáles son las reflexiones sobre las Industrias Culturales? ¿Qué dimensión tiene la comunicación en el gusto popular, en cuanto cultura de igual naturaleza? ¿Un nuevo orden social exige afinar y repensar el concepto de cultura? ¿Cómo queda la cultura en la nueva sociedad, la cual es una sociedad de masas? ¿Si la sociedad de masas es una sociedad industrial; entonces estamos haciendo referencia al capitalismo contemporáneo? Las interrogantes van y vienen, sin cesar, implacablemente presentes. Una solución conceptual de continuidad parece asomarse perentoria, apremiante. Podríamos decir que la definición de cultura se reduce a dos conceptos opuestos antagónicos complementarios: el concepto antropológico y el oligocrático.

El libro Industria Cultural y Sociedad de Masas, (Monte Ávila Editores, 1992) está constituido por cinco ensayos, reunidos en 231 páginas. El primer trabajo pertenece a un profesor emérito, Daniel Bell, (1919-2011), nacido en Nueva York, hijo de inmigrantes, sociólogo, cuyo título es: Modernidad y Sociedad de Masas: Variedad de las Experiencias Culturales. En segundo término, está el ensayo de Dwight Macdonald, (1906-1982). Viviría 76 ruedas, militante pacifista. Se dice que fue uno de los intelectuales norteamericanos más importante del siglo XX. Su trabajo se intitula: MASSCULT Y MIDCULT. Sería un comentarista literario, escritor y crítico cultural. Entre tanto, el tema: La Industria Cultural, que es el tercer trabajo, es tratado por sendos autores: por el filósofo, psicólogo y sociólogo, alemán y miembro de la Escuela de Fráncfort, Max Horkheimer, (1895-1973) y Theodor W. Adorno, (1903-1969), también alemán, de origen judío. Asimismo, representante de la Escuela de Fráncfort. Considerado uno de los máximos representantes de la Teoría Crítica de clara inspiración marxista. Un cuarto ensayo, cuyo título es: Los Medios de Comunicación de Masas, el Gusto Popular y la Acción Social Organizada. Un par de autores firman tal entrega: Paul F. Lazarsfeld y Robert K: Merton. El primero, llamado Paul Félix, (1901-1976), realizaría estudios doctorales. Y alcanzaría 76 años de vida. Su partida se sucede en Nueva Jersey. Merton, (1910-2003), el segundo, viene al mundo en Filadelfia. Sociólogo. Hemos querido presentar una lacónica presentación de los autores participantes.

Ahora arribaremos, al ensayo de Edward Shils, llamado: La Sociedad de Masas y su Cultura. Vivió 84 años. Vino al mundo en Massachusetts, un primero de julio de 1910. Participa como docente de la Universidad de Chicago. Sus trabajos de investigación sobre los intelectuales, sus relaciones con el poder y las políticas públicas gozaron de una extendida difusión y reconocimiento académico. En el año 1983, recibe el premio Balzan, le concedieron el galardón más alto otorgado por el gobierno federal de los Estados Unidos en Humanidades. También fue seleccionado por el Consejo Nacional de Humanidades para dictar la Conferencia Jefferson. Su licenciatura sería en Literatura Francesa pero enseñó sociología, filosofía social , literatura inglesa, historia de y otros variados temas. Experto en el pensamiento de Max Weber, a quien tradujo. De igual manera, lo hizo con Karl Mannheim. Prestó sus servicios en el Ejército Británico, así como en la Oficina de Servicios Estratégicos de los Estado Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial. De vuelta de la confrontación mundial es nombrado Docente Asociado en Chicago, año 1947. Luego es nombrado Profesor Titular, tres años después, en el 1950. Transcurridos 21 años después, en 1971, alcanza el título de Profesor de Servicio Distinguido. Todo lo anterior brinda una idea inicial, por supuesto incompleta, de quien es este intelectual gringo. Pero de lo que se quería hacer referencia y alguna reflexión tiene relación con un subtítulo de su ensayo citado. Se trata de Los Niveles de Cultura. Precisa Edward Shils: De acuerdo con nuestros fines, adoptaremos una distinción, muy aproximativa, entre los niveles de cultura, que son niveles de calidad, medidos con un metro estético, intelectual y moral. Ellos son, entonces, la cultura superior o refinada, la cultura mediocre y la cultura brutal, (Shils, 1992).

Así como está leyendo, amiga lectora, amigo lector. Esos niveles de cultura, en tanto producción del ser humano, del ser social, nos parecen que están diciendo, terminantemente: los seres humanos se clasifican en superiores o refinados, mediocres y brutales. Fin de mundo. Teles categorías lanzan por el despeñadero cualquier valorización del ser social. Ni siquiera, la categoría de cultura superior alcanza a dignificar al ser humano. Nada más abiertamente discriminatorio, imposible de sostener teóricamente. Aquí no se salva ni el que pueda hacerlo. Tales niveles de cultura conceptualmente son un asco. La más vil clasificación que pudiera pensarse. Semejante codificación constituye un insulto al ser humano, mujer u hombre, comunidad étnica y grupos sociales, hasta la gente de a pie. Estar atentos a la arremetida conceptual de algunos teóricos, particularmente quienes se sienten superiores y siguen con la mentalidad del conquistador e imperialista. ¿Cómo caracteriza a cada uno de esos niveles de la cultura, Edward Shils?

El repertorio de la cultura superior incluye las grandes obras en el campo de la poesía, la novela, la filosofía, la teoría y la investigación científica, la escultura, la pintura, la composición y ejecución musicales, las obras y las representaciones teatrales, la historia, los análisis económicos, sociales y políticos, la arquitectura y las artesanías, (Shils, 1992). Gracias a Dios y, por lo menos, incorporó a las artesanías, tan maltratadas por los poderes fácticos públicos, incluso los privados. Ahora bien, el repertorio de la cultura superior no es más que el concepto oligocrático de cultura. El mismo que la define en términos de que la cultura es todo aquello que tiene relación con las obras nobles, concretamente, la literatura, las humanidades, las artes y las ciencias. Incluso llega a afirmar: los principales consumidores de la cultura superior son los intelectuales…En el mundo contemporáneo esta categoría incluye profesores universitarios, científicos, estudiantes universitarios, escritores, artistas, profesores de escuelas secundarias, profesionales (jurisconsultos, médicos, eclesiásticos), periodistas y funcionarios estatales de alto rango, como también hombres de negocios, ingenieros y oficiales del ejército, (Shils, 1992). Como se puede observar la cultura superior es creada, producida y practicada en el Campo Cultural Académico, ni más ni menos. Una lectura de la Constitución de 1999, a la luz de la categoría en consideración sería como estar en presencia de un texto fundamental que transita entre lo mediocre y lo brutal. ¡Sálvese, quien pueda! Definitivamente, resulta insólito encontrarse con teorías sobre la cultura de semejante calibre y dimensión. A riesgo de parecer un perogrullo: las palabras no tienen nada de inocentes y las categorías tampoco. Luego plantea el autor Edward Shils:

La categoría de la cultura mediocre incluye otras que, prescindiendo de las aspiraciones de sus creadores, no satisfacen los criterios empleados para juzgar las obras de la cultura superior. La cultura mediocre es menos original que la cultura superior. Es más imitativa… En el tercer nivel encontramos la cultura brutal, cuya elaboración simbólica es mucho más elemental…con un contenido simbólico mínimo. La profundidad de penetración es casi siempre desdeñable, la sutileza falta casi por completo y una característica común la constituye una tosquedad general en la sensibilidad y la percepción, (Shils, 1992).

En principio la clasificación per se constituye un alarmante desastre. Como lo dijimos, ni siquiera llega a salvarse la cultura refinada o superior, muy a pesar que el autor la coloca por encima de las otras categorías. Transitar de mediocre, dándole todo el todo despectivo de vulgar, anodina, gris, hubiésemos preferido que delimitara la categoría mediocre a su sentido literal: medio. Ello siempre dará la posibilidad cierta y positiva de progresar, avanzar, transformarse. El autor Shils condena a ese nivel de la cultura al desprecio y la muerte. Y cuando precisa el último nivel de la cultura como brutal parece emparentarse con bestial, atroz e inhumano. La clasificación sobre los niveles de cultura propuesta: en cultura superior, cultura mediocre y cultural brutal condena al ser humano, tacha a la cultura y emprende la más atroz descalificación que en la historia de la teoría sobre cultura se hiciera en la historia de la humanidad. No hay clases sociales más o menos cultas o incultas. Así se sea una analfabeta absoluta, que quiere decir que no sabe leer ni escribir siquiera, todos los seres humanos, las comunidades, los grupos, las colectividades étnicas, los pueblos, urbanos o rurales, todos somos parte de una forma, de una cosmovisión cultural. Absolutamente todos somos cultos. Existen formas culturales diferentes, desiguales, contrarias, específicas, sui generis. No existen culturas superiores y tampoco mediocres y, por favor, menos brutales.



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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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