Caracas

Mafia abunda en colas del supermercado Unicasa de San Martín

Unos protestan por el trajín que significa comprar allí y otros por las mafias que pululan en torno al establecimiento.

Unos protestan por el trajín que significa comprar allí y otros por las mafias que pululan en torno al establecimiento.

Credito: Luis Bobadilla

19 oct. 2016 - Al llegar a la entrada del Unicasa de Capuchinos, ubicado en un pasillo sombrío del Centro Fénix (escondido detrás de la estación del Metro) se hallan personas rondando por la zona que observan atentos las bolsas de quienes salen del lugar.

La reja de hierro que protege el establecimiento cuenta con dos entradas, una de ellas es resguardada por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) quienes, arma en mano, supervisan quién entra y quién no, mientras la otra, sirve para la salida de los compradores.

En los alrededores del lugar la gente se alborotó al saber que estaban vendiendo café y harina todo uso. Una señora, de unos 60 años de edad, al observar que no había cola para entrar, caminó con determinación hacia una de las entradas para comprar los rubros, pero su curso fue detenido en seco por uno de los efectivos.

—¿Pa’ donde va señora? Si va a comprar tiene que buscar su número y hacer la cola en la calle de atrás.

En ese momento, otro joven que escuchó la advertencia, acompañó a la señora hasta la cola.

Después de caminar un poco más de una cuadra, justo detrás de las residencias Fénix, se muestran dos colas. En una acera estaban personas de la tercera edad que permanecían escondidas detrás de un kiosco, y otras justo al frente.

Al preguntar por la persona que reparte los números, todos señalan a un señor de tez morena que está encargado de un puesto de teléfonos. Uno a uno se van acercando. Antes de entregarlo, el señor observa cuidadosamente a su alrededor y de su bolsillo saca un papel desgastado, lo desenvuelve, y en su interior se encuentra un grupo de circulos hechos de cartulina con los dígitos escritos con marcador.

—¿Vas a comprar hoy o mañana? Porque te puedo dar el de hoy y como a las 12 pasas, me buscas y te cuadro el del miércoles, jueves o cuando te toque.

La gente, sin más remedio, toma su número y se va hacer su cola. En ella, comienzan a correr las quejas de cómo está organizada la venta en el Unicasa.

—Esto está así de un tiempo para acá. Nos lanzan bien lejos pa’ que no veamos cómo los guardias y los PNB meten a su gente y no nos podamos quejar.

Al transcurrir unos 20 minutos, se acerca un joven con camisa negra y un bolso del mismo color, colgado a un lado. Pidió los números y la cédula de las personas. Una vez que se las entregaron, les dio otro ticket, pero en esta ocasión en un papel con el sello de mercado. Luego escoltó a los compradores hasta la entrada del local.

Adentro, la gente tiene que hacer otra larga fila para pagar en la caja: café Santa Ana de 400 gramos a mil 400 bolívares; y harina Blancaflor a 740 bolos la unidad.

Con factura en mano, los clientes tienen que retirar la mercancía en una de las oficinas del establecimiento, situación que generó confusión en las personas, que catalogaron este mecanismo de venta como “irregular”.

Apenas salieron, las quejas retumban el pasillo. Unos protestan por el trajín que significa comprar allí y otros por las mafias que pululan en torno al establecimiento.


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