Acabo de leer un artículo de Armando Carias con el título de «Presunto Culpable». Según este amigo, los grandes supermercados tienen una política, que a los cliente no puede gustarnos o caernos bien, pero los dueños de estos grandes supermercados y pequeños abastos, la están aplicando desde hace ya mucho tiempo. Razones tendrán; cuidan lo que efectivamente quieren y le alcanza para darse una buena vida.
Al salir del supermercado con una bolsita (¡una! No hay para más), te someten a la inspección que te hace un vigilante. La bolsita con factura es sometida a una rigurosa observación. Está política cobra sentido como un elemento que cuida o protege las inversiones de estos comerciantes. Ellos las llaman «control de pérdidas». No nos puede gustar (como cliente) esta práctica, pero es un hecho que se generalizado y esto hay que contextualizarlo.
Los dueños dudan y no creo que está duda alcance para imaginarnos que estos comerciantes tengan algo que ver con René Descartes. En este caso, no se trata de duda de esas que nos va talandrando la mente. Es tal vez una práctica que tengan sus fundamentos en la visión de aquel Gonzalo Barrios, que se convirtió (opináticamente) en una especie de «pepe grillo» y supo decir, considerando la lenidad de la justicia en Venezuela y conociendo también, el comején que estaba cayendo sobre la estructura de la IV República, que "en Venezuela no hay razones para no robar»
Aunque en lo personal, no me guste esta práctica, debo reconocer, que probablemente estos empresarios hayan pensado en Gonzalo Barrios. Alguien en la administración pública debe volverse un Gonzalo Barrios porque este comejen se ha hecho (ecológicamente) resistente a la IV y a la V. En nuestro caso, no es muy alentador pensar en un «vigilante». Tal vez, en Venezuela haya que recurrir a un robot programado bajo la orientación de la IA, que sea muy resistente a la partidizacion.