¡Tamaña guerra asimétrica!

Bienvenidos son los prometedores CLAP y el novísimo Carnet de la Patria.

Ahora bien, es cierto que estamos en guerra, pero observamos que ella es muy asimétrica en tanto y cuanto sólo una parte acusa pérdidas mientras la otra, lejos de perder algo, por el contrario se enriquece sin parar. A semejante guerra sólo puede llamársele estafa y delincuencia comercial desatada, masiva y envalentonada ante tanta pendejada exhibida por unas autoridades más chapadas a la pasividad injustificada que al ejercicio de la alta responsabilidad popular que en momentos críticos se le exige al buen gobernante, al buen estadista, al buen defensor de la patria.

Las víctimas de esta guerra son los trabajadores, los pensionados, los jubilados y todas aquellas personas que obtengan algún ingreso no comercial o estén recurriendo a sus ahorros en dinero o en algunas prendas y bienes que se han visto obligados a rematar a los oportunistas comerciantes del oro, de la plata y a chatarreros de diversas calañas, nacionales y extranjeros, improductivos y parasitarios en general[1].

Si el Estado no se aprieta el cinturón, no carga los pantalones bien puestos, la delincuencia comercial nos devorará. Ya basta de que en esta guerra sólo una de las partes ponga las pérdidas. Mientras el gobierno medita y se toma todo su tiempo para adivinar cómo tomar medidas eficaces, el enemigo se halla a millón diseñando nuevas alternativas contra los prometedores CLAP, contra los carnet de la patria a los cuales ya deben estar  buscándoles una salida como lo hicieron con los captahuellas.

 


 

[1] Sólo en esta patria pendeja se ve cómo abundan extranjeros invadiendo viviendas desocupadas y abandonadas por sus dueños-ricos en general-vendiendo llamaditas de celulares, de cafés aguarapados y fungiendo de comerciantes informales muchos de los cuales hasta indocumentados son y ante los cuales el gobierno no ha podido tomar medidas resolutorias más allá del bla, bla que tanto oímos a diario de parte de autoridades, locales, regionales y nacionales. Todos saben lo que está pasando, lo describen a diario y con detalles, pero a diario dejan de aplicar las medidas oportunas y correctivas, o sea, seguimos careciendo de funcionarios que no sólo respeten y cumplan las leyes, sino que las hagan cumplir. Así no es que se gobierna (sic). Las leyes venezolanas siguen aplicándose aleatoriamente, luego de miles de quejas, luego de que el vehículo cae en el hueco de la calzada y tranca el tráfico, cosas así.

 

 



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Manuel C. Martínez


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