Ser revolucionario y ser corrupto es una contradicción

Inicio estas reflexiones destacando primeramente el significado de la palabra corrupción que según una de sus acepciones dice: Acción y efecto de corromper. Y corromper es: Echar a perder, depravar, dañar, pudrir. Y los sinónimos son: corruptela, depravación, perversión, vicio, prostitución, envilecimiento, deshonestidad.

Desde el mismo día que unos pocos se robaron el plus producto generado por otros, desde el mismo día que se esclavizó al primer hombre y mujer, desde ese día se rompió el orden ecológico, el orden del desarrollo humano armónico natural y aun más comenzaron a legitimarse bastardos privilegios bajo la instauración de una ética individualista, desde allí la corrupción se hizo cultura persistiendo y profundizándose mas en la sociedad capitalista.

Ahora bien cualquier intento de adecentar profundamente la sociedad, pasa necesariamente por un proceso de politización, de organización popular y de la toma del poder que permita derribar las viejas estructuras que legalizan la iniquidad. No hay otra vía que no sea la transformación radical.

No es una tarea fácil hacerlo en un país con profundas e históricas brechas sociales, de exclusión, de alto grado de explotación y en el marco un mundo globalizado y monopolizado por las grandes potencias donde cada territorio, cada río, cada océano es zona de influencia de una u otra potencia, (una definición cortés de decir que el mundo y lo que habita en el mundo les pertenece).

Esa es la expresión mas clara de perversión, de corrupción, donde los conceptos de soberanía, democracia, libre determinación de los pueblos, república, independencia son simples ornamentos hipócritas para engañar a incrédulos. Basta solo echar un vistazo a las noticias diarias y podemos ver como los parlamentos, gobiernos, instituciones y medios de comunicación de potencias imperiales con gran desparpajo, hablan, proponen y deciden sobre el destino de otras naciones.

Eso demuestra claramente que cualquier país que asuma mas allá de la retórica la libre determinación, y redistribuir sus riquezas para lograr la mayor suma de felicidad posible para su pueblo, necesariamente tendrá que ser anti-imperialista porque además de los enemigos internos estará osando en subvertir el orden corrupto y perverso que se ha repartido el mundo.

¿Cuál es la primera cualidad de quienes se atrevan a subvertir el orden de injusticia e iniquidad?

Ser honesto, ser incorruptibles no busquemos primero las coincidencias ideológicas unámonos primero en la honradez, la integridad, la rectitud, la dignidad, la capacidad de entrega; las coincidencias ideológicas se construirán en la praxis que es donde el
proceso transformador se comprueba si es verdadero; la coherencia con esos principios puede llevar a un militante reaccionario a ser un consecuente revolucionario o viceversa; la incoherencia de un revolucionario corrupto ineludiblemente terminara tributando a la contra revolución. Ser revolucionario y ser corrupto es una contradicción, no hay punto de coexistencia.

Si ya hemos dicho que nos es fácil transformar una sociedad donde ha predominado la ética de la corrupción y donde los imperios la sostienen, la alimentan y la defienden con todo su arsenal de subyugamiento físico y cultural, entonces ese proceso inevitable de politización, de organización popular y de la toma del poder que permita derribar las viejas y perversas estructuras de dominación tiene que estar conducido por una vanguardia, por un liderazgo que sea reflejo de la sociedad que se propone, tienen que ser hombres y mujeres que enseñen revolución con el ejemplo, de una férrea consistencia moral, e implacables contra la corrupción.

Si no hay la fuerza para luchar contra la corrupción, como lo hizo la revolución cubana contra quienes desde el gobierno participaron en trafico de drogas, o como Nelson Mándela contra su compañera de toda una vida. Si en definitiva una revolución no se enfrenta decididamente contra la corrupción que es precisamente la razón de su lucha, sencillamente no es revolución y más temprano que tarde se extinguirá más por sus debilidades que por la fuerza de sus oponentes.


Abrebrecha y después hablamos










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José Ovalles


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