Antes de entrar en tema, observamos que el panorama internacional nos muestra señales para nada alentadoras en este año que recién comienza. A pesar de la labor “Suavizadora” en la información que ejercen las agencia internacionales de noticias ante los actuales acontecimientos mundiales, el ciudadano común de a pié percibe, adquiere niveles de inquietud en “que las cosas no están del todo bien”. Los representantes del Capital aplican sin contemplación ni midiendo consecuencias a terceros (pueblos enteros) la dosis que contrarreste y recomponga la profunda crisis estructural que padece. Los imperialistas llevan a cabo agresivamente dos medidas, principalmente la incursión militarista e intervencionismo en pro de recuperar sus indicadores económicos a través de la reactivación y fortalecimiento de los aparatos industriales (desde los años 50 y 60 concatenaron ambas industrias civil y militar) recolonizando así naciones enteras. La Unión Europea, durante las últimas décadas perros falderos de los EEUU, reclaman a punta de fusil su rebanada de pan, reviven sus viejos sueños imperiales en el África, con la ocupación a Malí y Costa de Marfil por parte de Francia, la repartición de Libia por parte de los miembros de la OTAN, así como en otros escenarios Medio Oriente-Asia Central, con saqueos a Irak y Afganistán, agresión al pueblo Sirio, hostigamiento a Irán, destrucción de Palestina (en abismal grado de impunidad e indolencia). América Latina, a pesar de la correlación de fuerzas poco más favorable en las luchas populares, no escapa de las arremetidas vemos la agresión a la Argentina por parte del Imperio Británico con la militarización de Islas Malvinas, sendos golpes de Estado en Paraguay (2012), Ecuador (2010), Honduras (2009), Venezuela (2002), recrudecimiento de la guerra en Colombia y México (Plan Colombia y Plan Mérida respectivamente), ocupación a Haití, bloqueo criminal por décadas a Cuba, sin dejar a un lado las más de 40 bases militares yanquis que nos observan con atención a lo largo de nuestro continente. Otra es la socialización de la crisis, al desmantelar los Estados Benefactores Europeos, décadas de conquistas y reivindicaciones de la clase trabajadora fueron a parar al despeñadero. Paradójicamente la Burguesía Financiera Parasitaria es rescatada por el Estado Europeo con astronómicas inyecciones del dinero público en detrimento a las condiciones de la clase obrera.
El cuadro internacional es preocupantemente aleccionador, no cabe duda que la amenaza real es el Imperialismo y sus agentes locales (MUD-FEDECAMARAS-Conferencia Episcopal) nuestro principal enemigo, es la contradicción fundamental en los actuales momentos. Esto nos llama a las amplias fuerzas patrióticas, bolivarianas y socialista en apostar a la unidad política, avanzar en lo programático, donde “la profundización de la hegemonía popular-democrática implica deslastrarse de dos caminos errados: a) El “reformismo-desarrollismo” de ciertas agendas “oficialistas” que no trasciendan la defensa del “Capitalismo de Estado”; b) El “radicalismo socialista revolucionario” que plantee una agenda vanguardista, correspondiente al espíritu de aventura de micro-fracciones doctrinarias o ultra-izquierdistas; es decir, a la arrogancia de “verdades monolíticas” o a “acciones temerarias” que pueden ser funcionales a los objetivos de desestabilización de la derecha” (1). La orientación está trazada, construir el socialismo en la vía venezolana, plasmada y en discusión junto al pueblo en el Programa Patria, ratificada por el Comandante Presidente Hugo Chávez Frías el 9 de diciembre del 2012.
· LA BURGUESÍA VENEZOLANA ES GENETICAMENTE IMPRODUCTIVA
El sector empresarial venezolano ha jugado un papel determinante y decisorio en el fracaso de industrializar el país los últimos 80 años, es risible la imagen que pretenden asentar en sus “pintorescas y refinadas campañas publicitarias” de “promotores del progreso” (lema de campaña presidencial de Capriles Radonsky) y reproducidas en sus aparatos ideológicos, tales como Universidades Autónomas y Privadas, ONG’s - Fundaciones (CEDICE, IESA), entre otros. Simples y alienantes espejismos fueron durante el desierto escenificado por la carencia de un proyecto autóctono y real de desarrollo nacional antes y durante El Pacto de Punto Fijo. Los clásicos estudiosos del campo del análisis industrial y la dependencia económica venezolana, nombro algunos como Salvador De La Plaza, Maza Zavala, Orlando Araujo, Héctor Silva Michelena, Ignacio Purroy, Víctor Álvarez, Vladimir Acosta, entre otros destacados investigadores, han demostrado que estos supuestos “paladines del progreso” son históricos limosneros de las arcas públicas.
La década de los 10 al 30 del siglo pasado significo una radical transformación del aparato económico nacional, con el salto del viejo modelo agrícola y pecuario al explotador de hidrocarburos y metales, esto origino (a pesar del robo y saqueo escandaloso de las compañías petroleras estadounidenses y británicas) un enorme flujo de divisas recibidas por el Estado Venezolano, engorda la clase terrateniente militar en el poder, permitiendo el pago de la inmoral e injusta deuda externa a los imperios de entonces (principal causa del derrocamiento del nacionalista Cipriano Castro) y el Estado adquiere un gran poder de compra externa, que a diferencia de otros países del continente recurrieron necesariamente a la sustitución de importaciones por la profunda escases de divisas, fomentando desde inicios del siglo XX sus primeros ensayos de industrialización son casos emblemáticos Argentina, Brasil, Colombia, México, Paraguay, Chile donde la clase burguesa de estas naciones emergen y se alían con sectores militares renovadores desplazando la casta militar-feudal y terrateniente traicionera de las causas emancipadoras del siglo XIX. En cambio, el rol del sector privado venezolano desde ese entonces y hasta nuestros días es de “pescar” la renta petrolera y no invertir con recursos propios en pro del desarrollo industrial, motivo principal del atraso en el campo industrial de 30 a 40 años con respecto a países del propio continente.
Los intentos de industrialización en el país se pueden identificar en las siguientes etapas históricas recientes:
1) 1936-1956: Los conflictos bélicos y reconstrucción de Europa (Segunda Guerra Mundial) origina una considerable escases de productos terminados, forzando al Estado iniciar un lento proceso de diseño e implementación de políticas a fomentar la industrialización, creándose entes como el Banco Industrial de Venezuela, la Corporación Venezolana de Fomento primeros instrumentos financieras que promovieron la distribución de recursos públicos hacia proyectos industriales y agrícolas, así como los planes de modernización de la infraestructura vial, electrificación y rubros agrícolas. Posteriormente, nos dice M. Ignacio Purroy: “Finalizado el conflicto bélico las aguas volvieron a su cauce: el mercado internacional se normalizó y Venezuela retornó a su modelo de crecimiento dependiente. Las incipientes industrias del periodo de industrialización forzosa sucumbieron ante la reanudación de las importaciones. La introducción de bienes de capital altamente tecnificado desplazó la producción que anteriormente utilizaba alto contenido de mano de obra.” (2)
2) 1958-1988: Política de Sustitución de Importaciones, en este periodo incursiona la incipiente burguesía industrial sus primeros pasos en la conformación de la nueva casta política que sellara el rumbo de la nación en los próximos 40 años, el pacto de Punto Fijo, para ello necesitaban posicionar el mensaje de la modernización y el progreso del país. Logrando consensuar este conjunto de políticas de industrialización el cual “fue un proceso subsidiado por el Estado, el cual transfirió parte de la renta petrolera a la burguesía industrial a través de incentivos arancelarios, fiscales financieros, cambiarios, compras gubernamentales, suministro de materias primas,…Pero los rezagos en calidad, productividad y competitividad de la industria nacional condenaron a los consumidores a comprar productos más caros y de inferior calidad que los importados…” (3). Un agudo proceso de desgaste de estas políticas se comienza a sentir en el mercado nacional, el alto cuestionamiento de la sociedad venezolana entorno a esas políticas, debido a la deficiencia, escases de productos de alto consumo, en calidad, elevados precios, aderezado en el marco de esquemas de consumo impuestos culturalmente durante la década de la bonanza petrolera (años 70’s y 80`s, recordemos la frase “la Venezuela Saudita”). Diría un querido camarada “patrones de consumo similares a una pequeña sociedad gringa”.
3) 1989-1998 Neoliberalismo, ante tal situación de crisis de las políticas de sustitución de importaciones, la agenda de Carlos Andrés Pérez (II) contemplo, bajo un discurso manipulador y engañoso que tuvo cabida en el pueblo, la implementación de las medidas del Fondo Monetario Internacional, que significaron no sólo la des-industrialización (ya incipiente) sino la desnacionalización de sectores estratégicos entregando en su gestión como en la del Calderismo la industria petrolera (% Regalías insignificantes, Apertura Petrolera), metalúrgica (SIDOR) y lo que quedo de la agroindustria (azúcar, girasol, algodón, ajonjolí, arroz) al capital privado internacional. Nos dice Víctor Álvarez “…Así como se impuso un modelo de protección indiscriminada e irracional que ciertamente hizo posible un mayor grado de industrialización de la economía venezolana, se pasó luego a un proceso de apertura y liberalización generalizada de las importaciones, las cuales comenzaron a desplazar a la producción nacional y a erocionar la contribución de la manufactura a la conformación del PIB y a la generación de empleos productivos…” (3).
Vemos como es constante la presencia del Estado en crear un modelo o intentos de industrialización con el poderoso aliciente representado en el sector petrolero, la clase política y empresarial paternalista sólo empleo la acertada reflexión de Uslar Pietri “Sembrar el Petróleo” pero vulgarmente atrapando la renta en sus bolsillos. Esta grave falla estructural de nuestra economía nacional, el rentismo dependiente, estuvo caracterizada por la abundante recepción de divisas, principalmente dólares estadounidenses, originando un tipo de cambio sobrevaluado que no corresponde con los niveles de productividad real de la industria nacional en sus distintas actividades. Tanto el Estado, como la corta burguesía nacional tendieron a comprar un alto grado de productos, bienes y servicios foráneos que muy bien se pudieron elaborar con nuestra propia capacidad y potencial productivo. Elemento central que ocasiona los permanentes porrazos inflacionarios, en el marco de un mercado especulativo y parasitario creado en el intercambio de divisas, que sin contemplación golpea con una mandarria el poder adquisitivo y la capacidad de ahorro de la familia trabajadora venezolana.
ACTUALES RIESGOS Y LA OLA INFLACIONARIA, ¿DE DONDE PROVIENE?
La actual crisis estructural del modelo capitalista irradia negativamente de forma caótica, afectando pueblos, unos más que otros, y destruyendo economías nacionales. La monoproducción presenta para nuestra economía en estos momentos la principal fuente de ingresos pero a su vez un nivel importante de vulnerabilidad, ya que una hipotética crisis en el campo energético reflejado en descensos del valor del barril del petróleo representaría una verdadera encrucijada, el imperialismo siempre ha apostado a la destrucción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para este fin, sus marionetas Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait han promovido y jugado al desbordamiento del mercado de petróleo y beneficiar a sus amos en abruptas bajas del precio del crudo.
Por otra parte, las oleadas inflacionarias permanentemente han azotado los presupuestos de cientos de miles de trabajadores y trabajadoras del país, es una de las características de la economía nacional, dependiente, petrolera y rentística. Es en la llegada del gobierno bolivariano, sus políticas de inclusión y poderosa inversión social, mayor redistribución de la riqueza en los sectores populares históricamente excluidos que ha compensado los efectos devastadores de este flagelo, con la recuperación del poder adquisitivo (aumento salarial constante) e implementación de instrumentos legales que protege y promueve la seguridad social y laboral (nueva LOTTT) principalmente. Sin embargo, presenciamos y “sentimos” como esa ola inflacionaria y especulativa tiende a crecer peligrosamente en distintas variedades de productos, bienes y servicios de alta demanda nacional, es una alerta que ese compartimiento llegue a tocar la curva ascendente del poder adquisitivo de la familia venezolana propiciado en la revolución bolivariana.
La gruesa entrada de divisas al territorio nacional durante la gestión bolivariana, principalmente debido al fortalecimiento de la política petrolera nacional, ha sido aprovechada por la burguesía importadora e improductiva en pro de su lógica acumulativa, ahora por medios y formas tramposas (blindadas legalmente) al menor costo posible (muchas veces a través de adquisición engañosa de productos foráneos) con el acceso a dólares preferenciales a través del sistema CADIVI y SITME.
Eric Toussaint, Presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, nos dice lo siguiente: “…las empresas que quieren importar mercaderías y servicios deben comprar los dólares en una administración del estado llamada CADIVI. Esta es una medida de lucha en principio útil contra la evasión de capitales. Sin embargo, al tener el bolívar un tipo de cambio sobrevaluado con respecto al dólar, se refuerza un comportamiento perverso: en efecto, para un capitalista que dispone de bolívares en gran cantidad es más rentable cambiarlos por los dólares vendidos a buen precio por el Estado, e importar productos provenientes de Estados Unidos o de otros lados, en lugar de invertir en el aparato productivo del país. Esta política del bolívar sobrevaluado inhibió la inversión productiva y favoreció la actividad comercial volcada a la importación frenética de mercaderías y a la venta de éstas a través de las grandes redes privadas de distribución…” (4). En efecto, esta practica se mantiene de manera frenética y con innovadores mecanismos falaces que esquivan los “controles” del destino de las divisas ante un insuficiente marco legal que regule con mayor efectividad las actuales practicas comerciales en ese sentido.
Así como la gran banca internacional generaa la crisis financiera actual a través de la “burbuja”, desregulando el sistema con la libertad de transformar cualquier deuda en un papel fiduciario con el cual especular y en la circulación masiva de papeles sin respaldo que este fenómeno sobrelleva, en el caso nacional, los importadores apoyados en los operadores financieros (banca) adquieren dólares preferenciales donde para nada son gastados en su totalidad, se presenta los siguientes casos: compra de insumos y/o productos terminados a sobreprecios o adquisición de estos por terceros (revendedores) a nivel internacional, retornándole luego por diversas vías “acordadas” con sus proveedores un porcentaje importante de esas divisas, se ha llegado conocer de casos patéticos donde incluso el producto a importar no existe o es otro diferente al previsto, por su puesto de menor cuantía. Esta práctica llevada a cabo a gran escala convierte a su vez estas importadoras en instituciones financieras paralelas, al margen de la ley, manejando importantes sumas de divisas conseguidas de manera engañosa, sin ningún valor agregado resultado de la venta de algún bien o servicio. Esta acumulación perversa, y develada fuga de capitales, incursiona un porcentaje de ella al mercado nacional con un valor especulativo, circulando incluso por niveles, el campo industrial para compra rápida de insumos, maquinaria y/o repuestos en 10 Bs/$, a niveles más bajos (usuarios) en hasta 20 Bs/$, lo podemos llamar buhonerismo de divisas o lumpenización financiera, propiciado también en menor escala por aquellos usuarios que trampean en el exterior (especialmente en Colombia, Panamá, EEUU y el Caribe) los consumos de dólares en sus tarjetas de crédito. Todo esto condimentado con el desbordamiento en mercancía de gran consumo (auspiciada con gran fetichismo mercantil) con inflados precios de ventas, ya cartelizados por los grandes importadores y distribuidores, e insumos afectando las estructuras de costos en todos los sectores de la economía nacional, desde la industria extractiva, la industria manufacturera, hasta la economía del hogar.
ALGUNAS ATENCIONES
La construcción de un modelo económico alternativo, endógeno, en equilibrio con el ambiente y socialista, orientado en el Programa Patria, es el antídoto más fulminante que contrarreste esta nueva forma degenerada y parasitaria de acumular en el capitalismo dependiente- petrolero en Venezuela. Para ello toco asumir con firmeza, sin ambigüedades, ni improvisación, en base a un riguroso estudio científico, con argumentos de enorme peso las siguientes políticas:
a) Poner las reglas de juego claras dando un parado a los sectores industriales y comerciales promovedores de las olas inflacionarias. Configurar una política de Seguimiento, Control de las importaciones que contemple el estudio de precios de los principales bienes y servicios, crear el banco de proveedores internacionales de mercancías, donde luego a través de nuestros agregados comerciales se impulsen iniciativas en conformar acuerdos y convenios entre Estados y/o empresas que promueva el intercambio comercial, justo, saltando a terceros, con mecanismos y medidas defensivas inmediatas ante la especulación con nuestras monedas y la posible fuga de capitales.
Considero necesario la fusión de los siguientes organismos para avanzar en este sentido: INDEPABIS-SUNDECOP en pro de la fiscalización del mercado nacional de bienes y servicios. Esta institución o dirección debe ser competencia y formar parte integral del Ministerio del Poder Popular para el Comercio, donde a su vez deberá estudiar, evaluar, recopilar la conducta de los precios internacionales del mercado de los principales insumos o manufacturas y sus respectivos fabricantes o distribuidores.
b) El desarrollo de nuevo tejido industrial con la recuperación de los actuales parques industriales (abandonados por los capitalistas), la implementación de nuevas cadenas industriales, fabricas dinamizadoras de las distintas actividades económicas donde se promueva una eficiente, eficaz y efectiva política de sustitución de importaciones. Llenar el vacio productivo originado por la burguesía nacional en nuevas zonas industriales, que en conjunto con las comunidades aledañas, se desarrollen formas de propiedad socialista (Ver Programa Patria 2do Objetivo Histórico), relaciones de trabajo liberador. Apoyar y concatenar a las cadenas los sectores industriales privados ganados a construir un modelo innovador, de desarrollo e industrialización nacional que en realidad genere progreso y prosperidad para todos.
En la medida que superemos el rentismo como dificultad estructural, diversificando la economía, fortaleciendo y creciendo en nuevas ramas industriales, nos enrumbaremos a un vigoroso aparato productivo patriótico y socialista que tenga como principal preocupación la satisfacción de las necesidades fundamentales de los usuarios y no el lucro a costa de su empobrecimiento.
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(1) Javier Biardeau R. “El 10 de enero y el burócrata de la CIA” http://www.aporrea.org/actualidad/a157665.html
(2) M. Ignacio Purroy. Estado e Industrialización en Venezuela. Pp. 53-54
(3) Álvarez, Víctor. Claves para la Industrialización Socialista. Pp. 13-14
(4) Eric Toussaint. “Venezuela: Los efectos de una moneda sobrevaluada, seguidos de los provocados por su devaluación” http://www.aporrea.org/actualidad/a102832.html