El funcionario honesto no debe temerle a ningún tipo de fiscalización o control

Volvemos sobre el tema. Es preciso hacerlo porque es un aporte necesario en estos tiempos donde las acusaciones de todo tipo se lanzan al aire y observamos que, en su mayoría, no tienen respuesta.

Hemos sostenido siempre el criterio de que el mejor apoyo que debe dar el funcionario público, desde el presidente de la republica hasta el de menor rango, a todo esfuerzo que se lleve adelante contra la corrupción, es mostrar su gestión al que la pida, sin hacer distingos de ninguna naturaleza y, diríamos mas bien, ofrecerlo de modo permanente para que se la mire con lupa, si fuere preciso. En eso Chávez ha estado muy claro; de manera reiterada le ha dicho en mil ocasiones a sus directos colaboradores (palabras más, palabras menos): “si quieren hacer dinero, no pueden seguir trabajando al servicio de la revolución y, por tanto, deben irse a la actividad privada, pues los dineros del país son sagrados”.

Igualmente, hemos sostenido una verdad de Perogrullo: todo funcionario público es un servidor a tiempo completo de los ciudadanos y como tal no solamente debe cumplir con las tareas que le sean asignadas y/o estipuladas en los estatutos o normas de funcionamiento que correspondan, sino que tiene la obligación ineludible de hacerlo de modo eficiente y transparente, de manera que no deje lugar a ningún tipo de dudas acerca de su idoneidad para el cargo y menos aun de su honorabilidad y rectitud en el cumplimiento de sus responsabilidades.

Dice un viejo y sabio refrán: “el que no la debe, no la teme”. Y ello es muy cierto; si como funcionarios del Estado somos señalados de alguna irregularidad y ante esas acusaciones estamos absolutamente persuadidos de que no nos cabe responsabilidad alguna, no tendríamos razones para temer por los resultados de una investigación que adelanten los órganos competentes.

Que hay despropósitos o mala fe en esos señalamientos y que lo que se busca es nuestro desprestigio, pues no creo que exista la mejor ocasión para que quienes así lo adviertan,  exijan, sin dilación, la más rigurosa revisión de sus ejecutorias para desvirtuarlos y en ese sentido consideramos que quien sirve a este proceso y se siente revolucionario autentico, es decir, ganado para la lucha por la transformación del país en esta ruta hacia el socialismo, está en la obligación ineludible de ofrecer su mayor cooperación para que sean revisadas sus actuaciones, sin limitación alguna.

Intentar negar los infundios o impedir que sus actos sean revisados y evaluados, dan pie para que, por el contrario, aumenten las dudas sobre su honesto desempeño.

oliverr@cantv.net 


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Iván Oliver Rugeles


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