Extitución como criterio, la sociología de las emergencias y el problema carcelario

Si pensamos en la clásica sociedad griega, nos encontraremos que la educación ciudadana era un modelo racional trinómico de política, normativo y visionario. Se trataba de educar al ciudadano para que, de manera inteligente y muy activo, participara en el desarrollo de su comunidad. Por supuesto que esa inteligencia estaba asociada a la ética, componente esencial de una doctrina de vida justa y buena. Es decir, educar era un cultivar prospectivo en la formación de un carácter virtuoso orientado en la constante búsqueda de la libertad, y esta categoría, de libertad, estaba hecha para ser creada. Por lo tanto asumir la libertad supone una responsabilidad. El que decida ser libre debe tener en cuenta que se arriesga. La metáfora donde participa Sherezada y su encantatorio, de encadenar cuentos cada noche, para curar al sultán de la manía de asesinar sus esposas, revela que ella estaba consciente del peligro que corría si su relato se debilitaba. Pudo encontrarse con la derrota, su valentía le permitió romper el hechizo. Sin embargo, la libertad no es de libre albedrío, ni intención de hacer lo que uno quiera, estoy de acuerdo con Celso Medina cuando dice que la libertad es la capacidad de colocarse por encima de las fuerzas que bloquean la fuerza decisional de los humanos.

Desde hace cierto tiempo circula en Europa y otros países llamados a si mismo del Norte, la noción de extitución, en un claro intento de despojar la sociedad de sus resortes fundamentales, las instituciones, las que hacen posible el proceso de socialización, a través del cual se aprende la convivencia, la única que hace viable la posibilidad de lo humano. Ningún grupo social tendría alternativa si su dinámica carece de normatización. El problema carcelario actual lleva el signo de lo extitucional. Hay un evidente propósito de desmontar las instituciones, comenzando por el Poder Judicial, que muestra rasgos (¿metastásicos?) de endogamia y endofagia. Dos personajillos, ahora seniles, parece que activaron ese mecanismo endofágico cuando redactaron el famoso decreto de disolución, y marcaron la hoja de ruta extitucional.

De lo que se trata es de comprimir el futuro, o de lo Boaventura de Sousa Santos llama la sociología de las emergencias. El Estado no puede fallar ante la gravedad de lo que las mafias carcelarias están logrando, la creación de un aparato paralelo al Estado, seguramente con una complicidad de todo tipo, incluida la institucional. Resulta bochornosa la confesión de los líderes que dirigen ambas operaciones. Estamos expuestos, como país, a cualquier agresión externa por la manifiesta exhibición de debilidad. Se impone, en consecuencia recuperar la majestad presidencial, como presidencialistas que somos, se sabe que las señales enviadas desde la figura del Presidente se expanden instantáneamente a los demás sectores. Hay que frenar la retórica, la improvisación. Hay que dejar que cada quien haga su trabajo. A cada quien según su capacidad. La neurosis instalada en el Alto Gobierno, nos coloca en una pista muy peligrosa, ya que no hay alternativa visible. Inventemos y no erremos.


pytriago@hotmail.com

pedytriago@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1880 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Actualidad


Revise artículos similares en la sección:
Anticorrupción y Contraloría Social