Seguidores se oponen a la sumisión de la mujer y la naturaleza

Venezuela es pionera del movimiento ecofeminista

La historiadora y docente de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Marianela Tovar

La historiadora y docente de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Marianela Tovar

Credito: Prensa Ivic

15 de octubre de 2016.- Además de ser nombres femeninos, naturaleza y mujer están fuertemente vinculados: el mundo natural ha sido explotado por la raza humana y la mujer ha sido sometida por la sociedad moderna. El ecofeminismo estudia esa conexión y aboga por un mundo sin supremacías, siendo Venezuela el único país de Latinoamérica en adoptarlo desde sus inicios.

La historiadora y docente de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Marianela Tovar, explicó que la palabra fue acuñada en Francia en 1974, pero la idea surgió casi simultáneamente en Alemania, Estados Unidos, Italia, Japón, Australia, Finlandia y Venezuela.

“Somos pioneros en ecofeminismo y es una historia que hay que rescatar porque se sabe muy poco”, indicó la experta durante una conferencia ofrecida en el Centro de Estudios de la Ciencia del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic). Las primeras impulsoras de este movimiento en el país fueron Rosa Trujillo y Gladys Parentelli.

El término se origina de la conjunción entre feminismo y ecología por una razón bastante sencilla: “El dominio de la naturaleza y la subordinación de la mujer están relacionados”, afirmó Tovar, fundadora del Grupo de Estudio sobre Diversidad Sexual Contranatura e integrante del Grupo Ecofeminista de Investigación y Acción LaDanta Lascanta.

Una de las primeras obras teóricas sobre ecofeminismo apareció en Estados Unidos en 1975. Su autora, Rosemary Radford Ruether, la tituló New woman, new earth: sexist ideologies and human liberation (Nueva mujer, nueva tierra: ideologías sexistas y liberación humana).

En ese texto, escrito hace 40 años, Radford insistía en que no podría haber emancipación femenina o solución a la crisis ambiental “dentro de una sociedad cuyo modelo fundamental de relaciones continúe siendo uno de dominación”.

En ese escenario de segregación sexual, cabe preguntarse entonces cuál ha sido el papel de la ciencia y la tecnología. ¿Han contribuido con la subordinación de las mujeres o, por el contrario, han tratado de revertirla?

A juicio de Marianela Tovar, tanto la ecología como el feminismo han respondido a los efectos de cómo se comenzó a producir conocimientos desde la llamada “revolución científica”.

“Ese modo de producción de conocimientos -como lo ha señalado Carolyn Merhcant- ha estado implicado en la actual crisis ecólógica, el dominio sobre la naturaleza y la subordinación de las mujeres”, informó Tovar.

Susan Griffin, en su libro Woman and nature: the roaring inside her (Mujer y naturaleza: el rugido en su interior) publicado en 1978, rechazaba la idea según la cual la mujer estaba más cercana a la naturaleza que el hombre.

“Todo lo que existe sobre la Tierra, incluido el pensamiento racional, es parte de la naturaleza. Por consiguiente, que un elemento esté más cercano a la naturaleza que otro me parece improbable. Lo que sí me parece posible es que un género pueda estar más consciente de ser parte de la naturaleza que otro”, escribió Griffin.

Mucho tabú rodea al tema. La historiadora de la UCV cree en la importancia de valorizar a la mujer y a la naturaleza pero sin descontextualizar la lucha de la práctica política. “Las feministas tienen una propuesta para el futuro, que es una sociedad sin géneros”, comentó Tovar.

¿Solo las mujeres pueden catalogarse ecofeministas? Por supuesto que no. Los hombres también están llamados a defender el ecofeminismo. “En una sociedad caracterizada por la dominación masculina, quienes apoyamos el principio de la igualdad y justicia social necesitamos el aporte de muchos”, dijo.


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