Historiadores que reniegan de la historia

 

“El venezolano es como todos los pueblos, no tiene por qué diferenciarse de los demás. Todos los pueblos tienen memoria corta, están pendientes de su presente, de su comida, su transporte, su padre, su madre y sus hijos, no tiene por qué estar pendiente de las antigüedades”. Así concluye la entrevista que le hiciera Ángel Ricardo Gómez del diario El Universal a Elías Pino Iturrieta, Director de la Academia Nacional de la Historia, quien –en una posición de mártir y víctima- critica (¡vaya sorpresa!) la decisión emanada por el Comandante Presidente Hugo Chávez de trasladar los archivos históricos del Libertador Simón Bolívar y el Generalísimo Francisco de Miranda al Archivo General de la Nación, ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

Entre muchos adjetivos que se me vienen a la cabeza, no quisiera cruzarme de brazos ante el asombro, el hastío y la frustración que siento al saber que la más alta autoridad de la Academia Nacional de la Historia (supuestamente la “Facultad Mayor” en lo que a la historia venezolana se refiere) reniegue de tal manera la importancia del hecho histórico para la memoria colectiva del pueblo venezolano.

Estamos ante un nuevo intento de silenciar el legado de nuestros más grandes héroes. Somos testigo de lo que la oligarquía venezolana le hizo a las raíces de nuestra gesta emancipadora durante el puntofijismo. Si la máxima autoridad de la gran academia se refiere a nuestra historia –gloriosa y valiente, vanguardia de América- como una “antigüedad” de la que no tenemos por qué estar pendientes, ¿con qué cara critican el Decreto Presidencial que rescata de las garras de los censuradores de la derecha los documentos históricos de aquellos que hicieron posible nuestra liberación de la corona española? De quienes le pusieron fin a la sanguinaria colonización que trató de borrar del mapa a nuestros ancestros, que intentaron en vano arrancar de raíz nuestra verdadera identidad… la pura cepa de nuestra idiosincrasia.

Al decir que los pueblos tienen memoria corta, Elías Pino Iturrieta se hace eco de una mentira bastante conveniente para las cúpulas que todavía sangran por la herida al haber perdido el poder. Cuarenta años de sometimiento del pueblo a la miseria, la ignorancia, la representación y el silencio son prueba fehaciente de ello ¡Qué más conveniente para los extintos gobiernos de derecha que mantener en la oscuridad a un pueblo que hoy por hoy demuestra su poder para protagonizar, participar, decidir y escribir su propio destino!

¡Al carajo con la memoria corta! ¡Al carajo con quienes prefieren denominar como “antigüedades” a los legados de nuestros más grandes héroes! ¡Al carajo con todos ellos!

En esa entrevista absurda, donde el gran director de la gran academia queda al descubierto en su ingratitud a la memoria colectiva, en su traición a la patria como cómplice del silencio forzado de la gloriosa historia del pueblo venezolano, Elías Pino Iturrieta tiene el desparpajo de compararnos con “la madre Patria”, como si nuestro deber ser es seguir –todavía y en pleno Siglo XXI- los patrones del viejo continente: “Los españoles no están pendientes del Cid Campeador; los franceses no están pendientes de Juana de Arco ni de Carlo Magno, están pendientes de Sarkozi y de lo que sucede ahora; igualmente nos sucede a nosotros”.

¿Qué diablos es lo que le ocurre a este señor? Si a los españoles o a los franceses les da la gana de desconocer a sus grandes obras como el Mío Cid, una de las piezas fundamentales de la literatura universal, o a sus grandes heroínas como Juana de Arco ¿nosotros debemos lanzarnos por el mismo barranco y sumarnos a su decadente teoría de que los documentos del Libertador son “antigüedades? ¡Por favor!

Y cierra con broche de oro: “… cuando hay situaciones sumamente enredadas, que se convierten en rompecabezas, uno trata de buscar explicación y trata de salirse de la explicación, 'Yo no soy responsable de eso'. Entonces empezamos a mirar hacia atrás desesperadamente, un pueblo desesperado comienza a abrirle los postigos a la memoria, comienza a mirar al pasado”.

Leamos con atención su mensaje desolador y oxidado: “un pueblo desesperado comienza a mirar al pasado”. Una sentencia asquerosa, para ser generosos.

Un pueblo valiente, orgulloso y con plena conciencia de su lugar y momento histórico reconoce en el pasado sus raíces, rescata de la memoria el legado de los héroes, se inspira en ellos y trabaja incansablemente construyendo en el presente lo que será en el futuro la Patria Bonita, la Patria Grande, la Patria Libre que todos soñamos y merecemos.

Así que usted, gran director de la gran academia del silencio histórico, abra su baúl de antigüedades, métase allí, y que alguien le haga el favor de cerrar el candado y pasarle doble llave. Porque la historia jamás lo absolverá. Y a mí –particularmente- no me gustaría en lo absoluto estar en sus zapatos el día que le llegue la hora de rendirle cuentas a la memoria colectiva del bravo pueblo de la República Bolivariana de Venezuela. Un pueblo revolucionario, aguerrido, valiente, genial y combativo; tal como lo fueron y lo serán siempre nuestro Libertador Simón Bolívar y nuestro Generalísimo Francisco de Miranda; quienes, gracias a Dios y al Comandante Chávez, en menos de 60 días llegará su legado a puerto seguro en las arcas del Archivo General de la Nación.

ggastello@gmail.com



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Gipsy Gastello Salazar


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