La división perfecta

Con la mentira piadosa de la unidad perfecta, la oposición se enrumba hacia su perfecta división. Varias veces ha suspendido el anuncio sobre la forma de escogencia de los candidatos a la Asamblea Nacional, con lo que provoca más desazón entre los ya angustiados aspirantes. Si el método la divide, la selección la atomiza.

En este tira y encoge no ocultan que es pedirle peras al olmo (o al horno, como dijo el otro), pretender la perfección en una mesa “unitaria” conformada por retazos de viejos y mañosos partidos, pícaros dueños de medios, Ong unipersonales y oportunistas, chicos manos blancas que quieren lo suyo y microorganismos políticos de dilatadas agallas. “No hay cama pa’ tanta gente”, ironizó la diputada Iris Varela.

Los dirigentes visibles de esa oposición son auténticos generales de división por las múltiples divisiones que han provocado donde han militado. ¿Qué los une? Una obsesión solamente: Hugo Chávez. Después de éste, todo lo demás los fractura.

Para construir la unidad perfecta, AD y Primero Justicia exigen ser cabeza de listas a cuenta de su 5 y 4%. Los dueños de los medios abogan por representantes de la “sociedad civil”, es decir, por ellos mismos. También en nombre de esa elástica “sociedad civil”, las ONG exigen su parte. Los micropartidos se amparan en los ni-ni, una supuesta mayoría que todos se apropian. Copei coloca sobre la unitaria mesa su 2% y Podemos hace otro tanto con su 0,01 por ciento. Tales porcentajes dan grima.

No es una cuestión de números sino de sacrificio, ripostan los del exilio dorado en Miami y Machu Pichu. Si de sacrificio se trata, el mérito lo reclaman los autodenominados “presos políticos”. Los chicos manos blancas exigen que los metan en las listas porque son ellos los que prenden las guarimbas y trancan las calles. Y no han aparecido los “independientes”, esa especie ubicua que emerge en todos los procesos electorales.

Si la cosa está difícil, miran hacia otro lado cuando se habla de definición ideológica. En el cotarro opositor conviven, en maridaje contranatura, desde marxistas dogmáticos hasta ultraderechistas del Opus Dei. En un mundo de unidad perfecta, se pasan pero no se tragan.

Cuando resuelvan el método de la escogencia, cada partido, organización y grupúsculo pasará de la división externa a la interna. En su seno, cada aspirante reclamará ir en puesto salidor. En Primero Justicia ya han asomado cabezas de listas entre los suyos. Desde Carabobo, más por viejo que por diablo, Salas Römer lanzó su insustituible nombre, no vaya a ser que le jueguen posición adelantada. Y desde Lima, el motorhead Oscar Pérez colocó los nombres de varios prófugos ambiciosos.

En la medida que se acerque el tiempo fijado por el CNE para las postulaciones, la perfección importará poco y la unidad menos. Asistiremos a un espectáculo delicioso, por las delicias que se dirán los aspirantes. La preocupación embargará a la embajada gringa que, tras bastidores, exigirá deponer intereses subalternos en aras del objetivo mayor, esto es, salir de Chávez. Algunos opositores, de súbito, se volverán anti-imperialistas si los bajan en las listas. De todo se verá.

Por si faltara algo, en la oposición también juegan fuerte los que apuestan a la salida rápida, al golpe directo o tipo Honduras, al atajo. Desprecian las elecciones y ridiculizan la “unidad” de la mesa unitaria. En medio de tantos y tan encontrados intereses grupales y personales, la división es un camino de perfección y una atracción fatal.

earlejh@hotmail.com


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

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