Manuela la Mujer XVII

Bolívar esta enfermo en Pativilca de tabardillo, (insolación) en cama recibe la noticia que la división Argentina traída por San Martin se ha sublevado en el Callao y han entregado la ciudad a los españoles. Tres días más tarde los sublevados pedían a Lima, mediante un ultimátum que produce la más grande consternación en la ciudad. El congreso se reúne y procede de inmediato a otorgar a Bolívar los poderes totales; desconoce la presidencia de Torre Tagle, confían completamente en el libertador, es el único que podía hallar una solución política militar a ese gigantesco problema. Pero la enfermedad y la noticia afectan al genio, eso ocurre el 7 de febrero de 1824, el día 28 del mismo mes las tropas patriotas evacuan Lima, los españoles entran libremente, al otro día, Torre Tagle, sus ministros, 204 oficiales y seiscientos voluntarios se pasan a los visitantes, consumándose así la traición que se había preparado con antelación. Reposa Bolívar aun en Pativilca, se repone, allí en ese estado lo encuentra Don Joaquín Mosquera, quien en carta a J.M. Restrepo le comenta: “encontré a Bolívar ya sin riesgo de muerte del Tabardillo que había hecho crisis, pero tan flaco y extenuado que me causó su aspecto una muy acerba pena. Estaba sentado en una pobre silla de vaqueta, recostado contra la pared de un pequeño huerto, atada la cabeza con un pañuelo blanco, y sus pantalones de jin que me dejaban ver sus dos rodillas puntiagudas, sus piernas descarnadas, su voz hueca y débil y su semblante cadavérico. ¿Y que piensa usted hacer ahora?, Le pregunte. Entonces avivando los ojos huecos, y con tono decidido, contestó: ¡triunfar!”(1).

Manuela se ha enterado de la enfermedad de su amado y sale de Lima con las fuerzas de evacuación, la acompaña el General Necochea. Ella conocía el destino que le esperaba si llegaba a caer en manos enemigas. No huía, su propósito era alcanzar a Bolívar, ayudarlo y preparar nuevas estrategias, para ello, no valieron las amenazas de Thorne, las suplicas de su señora madre, su suerte estaba echada para ella, nadie y menos ahora podrían detenerla, su amado estaba en peligro y la causa en medio de traiciones, perdida.

Ya no se trataba de una aventura, era el amor, si ese amor apasionado por un hombre y por la libertad de los pueblos. Ya no abandonaría jamás sus sentimientos, ni tampoco su uniforme de oficial que la vinculaba a la tropa de combate, ahora necesitaba su energía en extremo y forzada, necesitaba su valor, su temeridad, su sangre fría ante los peligro. Se veía altiva como una amazona, cuando galopaba, cuando manejaba la espada, la lanza y atinaba su tiro con la pistola siempre cargada con pólvora, sus ojos vivaces sometían el mas encarnizado enemigo, dice la historia que nunca lloraron y que si algunas lagrimas se derramaron fue por su amor, Bolívar, cuando se le escapaba.

Así llegan a la ciudad de Trujillo, Bolívar de inmediato ordeno convertir a esta ciudad como base de sus operaciones militares y allí se mantuvo hasta el 11 de abril, preparada ya su campaña en forma, se dispuso marchar a Huamachuco, y de allí frente a la inmensa mole andina, aguarda el momento preciso para treparla, atravesarla y lanzarse decididamente sobre el enemigo. Sucre es designado General en jefe y al General Lamar se le confiaron las tropas peruanas. Manuela continua encargada del archivo del Libertador.

(1)-Diego Carbonell. “sobre el tablado”, pág. 112.

(Continuará…)


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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