La democracia es un fiasco, una mentira, un fetiche

¡Rómulo Betancourt es el padre de la democracia! Así gritaban los adecos en pleno paroxismo del discurso político. Los cómplices copeyanos asentían tal consigna, la respaldaban pues en ella se amparaban para sus tropelías variopintas. Y es verdad, tenían razón, ese monstruo de la política involutiva fue el que inició la era moderna de una dictadura disfrazada con los matices de una “democracia” que nada tenía que ver con los atributos de un vocablo que los griegos definieron y los gobiernos se encargaron de prostituir hasta el cansancio. El diccionario Larousse la define como “gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía. (Del griego démos, pueblo y kratos, autoridad).” Y nos preguntamos: ¿Cuál pueblo, cual autoridad?

A lo largo de la segunda mitad del siglo 20 nos metieron el gazapo de la fulana democracia para someternos, para engañarnos, para embrutecernos, para mantener sumiso al pueblo y así dominarnos a placer. Se convirtió esa palabra en un fetiche, en algo etéreo que nadie sabía para qué servía pero a todos dizque “nos convenía”. Fue entonces como pasaron por nuestra noble sociedad de marginados varios gobiernos adecopeyanos que nos hundieron en el atraso intelectual e industrial, amén de imponer una religión tenebrosa como la “oficial”. La conciencia política y social se sumergió en las cavernas de la “institucionalidad”, de los Concejos Municipales, de las gobernaciones designadas a dedo y en el bodrio del Congreso Nacional. Este último, como ya sabemos los afectos al socialismo bolivariano, pasó a ser una gran oficina de negocios y traiciones a la patria.

A estas alturas del siglo 21 es inapropiado y fuera de contexto ideológico, hablar de democracia. La democracia representativa fue un verdadero fiasco, una puñalada trapera. La llamada democracia participativa y protagónica se diluye en los atravesados conceptos que mucha gente tiene sobre esa palabrita desvirtuada. En verdad que hemos avanzado un poco en la participación de importantes decisiones de orden nacional como los referendos, por ejemplo, pero aún no tenemos acceso, como autoridad legítima, a la elaboración de los proyectos de alcaldías y gobernaciones. Se nos está vedado conocer el destino de los presupuestos asignados a esas instituciones, no se nos consulta absolutamente nada, se nos utiliza cada período electoral y ya. Algunas comunidades organizadas se han hecho sentir y sus peticiones han sido atendidas después de correr mucha agua por los puentes de la burocracia representativa pero el grueso de necesidades sigue echando raíces en las salas de espera que colindan con el limbo.

Hoy, gracias a no se quién, el presidente por fin abordó y afectó el asunto de los sueldos de altos funcionarios del gobierno. Bueno, en verdad fue gracias a la actual crisis mundial del capitalismo, de lo contrario el asunto seguiría en el cajón del olvido. Esos emolumentos siempre fueron un misterio, un secreto bien guardado, como la tristemente célebre “partida secreta”, el gran secreto de los partidos blanco y verde. ¿Y por qué el soberano no puede saber cuanto gana un rector del CNE y un juez del TSJ? ¿Por qué? Para empezar ese dinero que devengan NO ES de ellos, es del pueblo que les paga (¿les paga?) y debe ser del conocimiento público. ¿Saben por qué no se sabe? Porque es tan desvergonzado el monto asignado que ellos están conscientes que causaría repudio nacional tanta grosería. Ese es un claro ejemplo de la falsa democracia que vivimos, donde una élite se aprovecha de los puestos de poder para enriquecerse sin ningún vestigio de pudor. Y no hablemos de los altos ejecutivos de PDVSA. ¿El pueblo participa en la estipulación de remuneraciones para esos ejecutivos? Sueños.

Nosotros debemos hablar es de SOCIALISMO BOLIVARIANO y así definimos claramente el camino a seguir. El Cuerpo de Doctrina Socialista Venezolano tiene que estructurarse en base a las nueva realidades que vivimos, sin eufemismos y desechando viejos esquemas reaccionarios que no permiten el despertar de la conciencia socialista. Continuar hablando de democracia participativa es confundir a las masas, es enredarnos más en discursos huecos que no conducen a ninguna parte. El Socialismo Bolivariano implica participación soberana en TODOS los ámbitos de la problemática política, social y económica. Si por ejemplo, un(a) Fiscal General no sirve en su trabajo entonces debemos hacerle un referendo y colocar otro mas eficiente y patriota, lo mismo ocurriría con el Poder Judicial y el Poder Moral en sí. No es justo que tengamos que esperar seis (6) años para que uno de esos funcionarios se vaya a su casa (y rico de paso) después de una gestión errática, por decir lo menos. Por eso es que hablar de participación del pueblo todavía es una teoría, un anhelo, casi una utopía. El verdadero socialismo rompe con esos moldes anquilosados y abrazados de moho. Queremos socialismo puro, eso es todo.

efraingran@gmail.com


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Efrain Jose Granadillo


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