Larga pesadilla

Cuántas veces hemos soñado, pensado y albergado la esperanza de que las ciencias de la medicina psiquiátrica y la psicología pudieran hacer una especie de exorcismo para curar la enfermedad epidémica que se ha apoderado de la mente de grupos políticos que no cesan en su empecinado empeño en amargar la tranquilidad de las mayorías, que escogieron un sendero distinto al que pesaba sobre nuestros hombros por cientos de años.

Esa disociadora forma que entró inconscientemente a formar parte de un comportamiento marcado precisamente por los constantes deseos de la desintegración social, semejante conducta adquirida por la acción de los medios de comunicación en manos del poder económico y político, que difunden ideología negativa a través de sus mensajes iconográficos de propaganda, publicidad, noticias e informaciones de la falsa conciencia, la ideología alienante que penetra y sorprende a mucha gente que ignoran las triquiñuelas envolventes que manejan el neoliberalismo o capitalismo salvaje en el mundo.

En la Venezuela que nos legó nuestro Libertador Simón Bolívar, su independencia territorial, política al echar a los invasores coloniales, quedó sólo en su ejemplo histórico ya que los traidores de esa gesta entregaron al imperio norteamericano, nuestras riquezas y la independencia económica. Desde hace diez años bajo el liderazgo de un seguidor de la causa bolivariana, el comandante Hugo Rafael Chávez, el pueblo vio la luz y escogió un camino político, social y económico con la filosofía del pensamiento bolivariano y sus principios sociales del bienestar para los pueblos, derivado en el socialismo del siglo XXI, ahora aceptado y sellado por las masas el pasado 23 de noviembre ya en las décimas cuartas elecciones soberanas y con la primera Constitución aprobada por el pueblo.

Pensábamos que la vieja partidocracia se resignaría a aceptar sus derrotas que el mismo pueblo les dio por traición y engaños durante sus tantas décadas de gobiernos, pues no se resignaron ni resignan a ser perdedores y a continuar sus luchas ideológicas por medio del combate de las ideas, sino que por el contrario persisten por el camino de la prepotencia económica, clasista, de perjuicios y prejuicios, conspiraciones y lo más grave, aupar la violencia, aunque predican que son los demócratas, los mensajeros de la paz, los que tienen la razón, los religiosos consumados, los del bien y la justicia; no obstante sus prácticas y actuaciones les desvelan sus máscaras, su conducta disociada no admiten derrotas electorales, trampas, fraudes y no felicitan ni reconocen triunfos de los adversarios. La prueba reciente del último proceso, así lo reafirman una vez más, la larga pesadilla continua, aun no habían dado los cómputos electorales cuando ya estaban en las calles gritando victoria o si no fraude, en los pocos estados que ganaron ya al otro día arremetían contra los médicos cubanos, los estudiantes de las misiones, y además pedían o trataban a lo mero macho desalojar los locales destinados a estas obras sociales, y por si fuera poco botando a funcionarios o conminándoles a dejarles los cargos y espacios.

Con el 90% de los medios privados en su poder, salían a desmentir las denuncias de los humildes de los barrios de Miranda y otros territorios del país, alegaban que sus actos de gobierno no era el de retaliaciones, se jactaban de hacer llamados al Presidente y a sus ministros para trabajar juntos, pero los hechos de sus hordas enardecidas de muerte y destrucción hacían lo contrario, mienten, no hay valores ni respeto, usan el doble discurso, es la verdadera hipocresía. La larga pesadilla es una enfermedad difícil, hay diagnósticos pero la medicina o terapias no son fácil de aplicar, y más difícil aun que los enfermos acepten el remedio ya que el veneno de las mentiras y la propaganda malsana de periódicos, radios y televisoras mantendrán sus armas destructoras contra todo proceso que no esté bajo su dictadura mediática. El trabajo que bajo la oscuridad de la noche hacen las colchas de retazos de tantos partidos políticos, que a pesar de actuar en cayapa no logran vencer a la causa revolucionaria en las urnas electorales, motivos por los cuales sus actuaciones les aleja de la razón y la lógica, se desbordan con las consecuencias de conspirar, tramar golpes sorpresivos, tal cual como las estrategias del hampa que siempre sorprende a sus víctimas, la pesadilla es larga y será larga, pues las esperanzas de conciliar se alejan cada día porque el diálogo que ellos por tantas veces han llamado, son la pesadilla y los tramas de esta larga novelas de capítulos interminables. No queda más remedio que seguir soportando ¨La Larga Pesadilla¨, con entereza, tolerancia, pero con la Constitución y la ley en la mano, para que la anarquía no os devore. La persistencia, la voluntad de las mayorías, la equidad y la justicia están por encima de la avaricia, la individualidad y otros tantos poseyentes de bastos intereses, religiosos, políticos, económicos que no comparten la prosperidad y felicidad de los pueblos.

 


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Teodoro Guerrero Salas


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