La oposición carapacho

La oposición venezolana parece andar en quiebra. O mejor dicho, los sectores de la ultraderecha, quienes se sentían navegar viento en popa sobre la ola de ciertos acontecimientos, de naturaleza y procedencia externas, para no hablar de lo interno democrático, donde no tienen nada qué buscar, ni inventar. Es decir, para no hablar de la gente, del pueblo llano, del elector, sobre quienes, definitivamente, no quieren cuajar como una institución seria de amor por el país.

Me explico: habían sumado su suerte a la matriz de violencia e intervencionismo propalada por McCain y Palin, hoy derrotados candidatos por el negro Obama, quien desde ya, por cierto, nada más por su misma condición de "bronceado", como dijera Berlussconi, constituye para ellos un desagradable aderezo de la pérdida. Obama habla de conversar con gente de “ejes malignos”, amén de que, paradigmáticamente, lanza contra el suelo sus exclusivistas pruritos puristas raciales. Toda una calamidad para su causa política opositora, para no decir etnocéntrica ni plutocrática . Y pensar que se está quedando anacrónico eso de prohibirles el paso a personas de color en algunas discotecas de Las Mercedes. ¡Vaya, vaya, si en el país de sus sueños gana un negro la presidencia!

Mc Cain le caía bien a los sectores extremistas del país porque prometía, a su vez, caerle a palos al “dictador” Chávez. Pero esa fantasía parece ser ya historia, y peor todavía, para gente política tan desbocada, es la coincidencia mágico-cosmica afrodescendiente entre el presidente venezolano y el recién electo estadounidense. Ya usted habrá notado seguramente el jolgorio que montaron cuando Sara Palin ofreció hasta una "guerra mundial" a la misma Rusia; y si así se expresaba una vicepresidente respecto de Rusia -entresacaban ellos-, el poderosísimo contrapeso del poder en la Tierra, ¿qué no habrían de hacer contra Venezuela, la república bananera de su "patio trasero"?

Al oposicionismo venezolano desde hace rato se le esta cayendo el traje, con su padrinos gringos llevando palos hasta en la cédula. Negros en el poder, crisis financiera, pequeños países envalentonado (Bolivia, Venezuela, Honduras) botando sus embajadores o arrugándoles el ceño. Desde la Patagonia hasta el Caribe, con la excepción de Colombia, emerge un desarrollo antigringo inusitado, para no decirlo como debe de ser realmente: una toma de conciencia nacionalista. El gobierno de los EEUU perdiendo hasta pequeñas guerras, como la reciente de Osetia del Sur y Georgia; dando pena en Irak y Afganistán. Sintiendo hundírsele su dólar.

Como si no les quedara nada más que un vacío coroto de apoyo internacional para sacar a Chávez del poder, como ellos lo sueñan, con golpes de Estado. Ahora mandan a sus estudiantes a escandalizar sin que desde la Casa Blanca se pronuncien en contra del "dictador" Hugo Chávez por el hecho de que el Estado tome el recaudo de mantener orden en el país: tan ensimismados andan en el Norte con la problemática propia que por aquí ya les huele a soledad a los sectores extremistas.

Peor aun: Chávez toma "respiros", se consolida, instala satélites, declara orondamente que la crisis financiera no nos habrá de afectar, porque Venezuela desde hace rato retiró sus reservas de los mercados ahora en desgracias. La cosa se pone sería cuando la OEA ya no funciona dándole voz interventora a los EEUU en América Latina y surgen claras “amenazas” de formar organizaciones alternas: Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Consejos de defensa suramericanos, etc. No se mencione Petrocaribe, Alternativa Bolivariana para Las Américas (ALBA) ni Petrosur, porque eso les da dolor de muelas. El acercamiento a Rusia, con los previstos ejercicios militares en el Caribe, los manda de sopetón al baño. Sólo les resta orar porque caigan los precios del petróleo y el gobierno venezolano se desmorone en medio de su propia crisisi financiera.

De forma que cuentan nomás con la variante del financiamiento, cosa que, por cierto, ya empezó a tener problemas en Suramérica: el crédito golpista para tumbar gobiernos, las partidas cifradas de la USAID y la NED, organizaciones crediticias para la desestabilización política, una de estas recientemente desmontada en Bolivia por el gobierno de Evo Morales. Con semejante "asignación presupuestaria", con premios Milton Friedman y otras argucias "progresistas", el extremismo opositor venezolano (¿?) se "bandea" en su ardua labor tumba-gobiernos, mientras capea el temporal concretado en que desde afuera no le paren tantas bolas, por los momentos.

Y así, sin esa gran pantalla de los escándalos que son la declaradera e injerencia de la Casa Blanca, Fox News o CNN respecto del más nimio detalle de la política gubernamental, el carapacho de la oposición política venezolana se resigna a afrontar unas elecciones regionales que, en su fuero interno, ansía nunca lleguen, dado los bajos niveles de aceptación que en el país cultiva, con Zulia como gobernación perdida, para mencionar unos de sus baluartes de permanente conspiración. Les luce aterrador que, llegado el momento de los desoladores escrutinios, no haya en el concierto internacional una voz que los secunde en lo que ya es consuetudinario en ella: el grito de fraude y la invitación consecuente a que nos intervengan.

De modo que el panorama se les pone en breve color de "hormiga vieja", como dijera Asturias en una de sus novelas. La crisis de sus albaceas políticos del norte sumerge a estos sectores en un silencio apenas interrumpido por el ruido metálico de las "ayudas" que, aparentemente por inercia, les sigue proviniendo desde el extranjero para generar el caos interno. Un colmo sería el cese de tales suministros monetarios, cosa que les caería como patada sobre el trasero y los pondría en trance ahora de pensar que los EEUU es un país "antidemocrático" que abandona a sus amigos a su suerte.

Se le cayó el tan soñado "octubre rojo" que le tenían planteado a los venezolanos, en vispera de la coyuntura electoral. Se les cayó el magnicidio, uno de los elementos del plan. Se les cayó McCain, con un George W. Bush que da lástima, descomunal factor de quiebra. En fin, se les cayó la atención del gobierno de los EEUU, en estos momentos lamiéndose sus propias llagas. Y lo que les resta ahora es el terror de afrontar el porvenir conociendo de antemano sus designios: la derrota. Y derrota que parece un exabrupto cuando el contendor es un lastimoso cuenco vacío, vacío de poder -para utilizar su terminología-, de poder de pueblo.

Ahora andan con unas armas por ahí (las del magnicidio) que no hayan en qué palo ahorcar ni en qué hueco esconder. Trasladándolas de estado a estado, buscando muerte, intentando con sus flacuchas fuerzas alborotar al país, desestabilizándolo… , suertes de recogelatas político que arrastran unas herramientas de inútil aplicación, sin lugar ni tiempo. Llenando a Venezuela de paramilitares, caotizándola puntualmente, ante la imposibilidad de barrer con todo a una vez y ante el olvido de sus amos. Quedó la oposición extremista venezolana como el caparazón de la tortuga: desmontado, ahuecado, descarnado, bagazo frustrado del soñado “octubre rojo”. Inveterados estafadores de pueblo, se entregaron al sueño de un McCain en el poder y de unos EEUU infinitos, sin contar con desgracias.

Hoy su desgracia mayor es el pueblo mismo, que los ajusticia y los precipita hacia el patíbulo de sus propios errores.



camero500@hotmail.com


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Oscar Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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