¿Es verdad que San Martín pensaba igual que Bolívar? (IX)

Un abrazo y la bifurcación ideológica de los héroes.

A la cabeza de 1.500 hombres el 11 de Junio de 1822, Bolívar entra a la ciudad de Guayaquil, el pueblo lo aclamó con sinceridad y jubilo entre vítores y arcos triunfales, ellos lo veían como el símbolo de libertad y justicia democrática para la América, mientra que la Junta de Gobierno se escondía en un escudo de absoluta reserva y el patriciado de Guayaquil que acariciaba el “monarquismo” de San Martín, disimulaba difícilmente su hostilidad hacia las fuerzas colombianas, en las cuales presentía una enorme amenaza para sus privilegios.

Analizando el Libertador estas circunstancias, le notifica a la Junta de gobierno “que acoge bajo la protección de la Republica de Colombia al pueblo de Guayaquil, encargándose del mando político y militar de esta ciudad y su provincia”.

Esta decisión sorprende por completo al generalísimo San Martín, cuando se acerca a Guayaquil y ancla en las cercanías de la isla de Puná, allí se vio obligado a recibir a los edecanes que Bolívar le había enviado para invitarlo a desembarcar en territorio colombiano. “El Libertador nos ha ganado por la mano”, le dice en carta confidencial a Guido.

Con esa altivez que lo caracterizaba, responde a los emisarios de Bolívar su gratitud por la invitación y a su vez notificándoles que al día siguiente descendería a tierra; poniendo énfasis para que le comunicaran a Bolívar sus grandes deseos de conocer personalmente al héroe de Colombia.

Llega así el momento histórico grande y decisivo que estaba esperando la libertad de América. Las dos máximas expresiones humanas, paridas de ese tiempo convulsionado que pedía cambios, libertad, justicia e igualdad, van a encontrarse frente a frente y abrazarse en la ciudad de Guayaquil, en sus manos estaba la futura organización política del Nuevo Mundo.

San Martín, modelado por la educación europea, se mostraba siempre con un temperamento frío, era en realidad el máximo representante en ese momento de las tendencias de la vieja diplomacia, inclinada a enfrentarse al descontento de los pueblos con el simple juego de alianzas familiares a la europea; en consecuencia, no tenia la capacidad como para resistir a la colonización que habitaba su mente.

Por la otra parte, Bolívar, representaba al verdadero hombre del trópico-con todos sus defectos y grandezas-, simbolizaba las fuerzas primitivas y contradictorias que en el ardiente suelo de América luchaban por engendrar un nuevo sistema y un nuevo tipo de sociedad, enemiga acérrima de ese monarquismo imperial y lo mas grande construir una potencia con la uniformidad de las necesidades, radicadas en la libertad, justicia e igualdad, es decir, con las tradiciones culturales que reorganizaran esas mismas relaciones sociales, aceleradas en ese principio de su pensamiento universal.

En síntesis históricamente, encontramos a un San Martín, temeroso de las convulsiones sociales que entonces aquejaban a nuestras comunidades para ese momento, buscaba formas de gobierno capaces de facilitar la independencia del continente sin tocar las tradicionales barreras que limitaban la actividad de sus clases sociales desde la colonia, por supuesto que esta forma de pensar y actuar era totalmente antagónica para un continente libre.


En diferencia, Bolívar, tras de alcanzar sus mejores victorias contra los realistas, modificaba totalmente el equilibrio de esas clases en el Norte del continente, lo que significaba claramente la independencia de América a través de una vasta transformación destinada a dar nuevas bases sociales y políticas a la libertad del llamado Nuevo Mundo.

El 26 de Julio, desde las tempranas horas de la mañana se comenzó a preparar el protocolo para el recibimiento del generalísimo, la guardia del Libertador formó calle de honor desde el muelle hasta la casa destinada por Bolívar como alojamiento de su ilustre visitante, banderas de Colombia, el Perú y la Argentina realzaban aquel evento.

A las diez, se escucharon los toques de los clarines y las bandas de guerra que anunciaban la llegada del Libertador al muelle, simultáneamente la goleta Macedonia que conducía a San Martín llegaban a tierra.

Una nueva trascendencia histórica se enmarcaba para las generaciones del futuro. El encuentro de los dos grandes libertadores de la emancipación americana tenía en aquellos momentos su mejor expresión en la tensa ansiedad de los miles de combatientes de ambos bandos. Bolívar, rodeado de sus altos oficiales esperaba pacientemente a la vigorosa figura del Protector del Perú.

“San Martín –dice Sarmiento- era de talla alta y marcial en extremo su talante, y tan aprueba de fatiga su naturaleza, que para todos los climas y estaciones, para la noche en las crestas nevadas de los Andes y el día en los tórridos arenales del Perú, tenía el mismo uniforme, severa y minuciosamente prendido y exento de todo adorno y aditamento que saliese del rigor del equipo de soldado. Bajo esta cubierta férrea, abrigábase un alma elevada, un espíritu ardiente, templado por la prudencia astuta e impenetrable de quien sabe anticipar los hechos, invitarlos a su placer, distraer las pasiones ajenas, subyugar las voluntades y hacerlas concurrir discretamente a sus fines. No fue caudillo popular; era realmente un general., Habíase educado en Europa y llegó a América donde el gobierno era revolucionario y podía formar a sus anchas un ejército europeo, disciplinado y dar batallas regulares, según las reglas de la ciencia. Su expedición sobre Chile es una conquista en regla como la de Italia por Napoleón; pero si San Martín hubiese tenido que encabezar “montoneras”, ser vencido aquí, para ir a reunir un grupo de llaneros por allá, lo habrían colgado a su segunda tentativa…”


El toque de las dianas de guerra y las salvas de saludo de la artillería del puerto anuncian el encuentro, Bolívar se adelantó a saludar a su ilustre huésped y le abrazó.

vrodriguez297@hotmail.com


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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