Atención: se buscan Hugos para gobernar

En mi anterior artículo escribí que no debíamos perder demasiado tiempo en análisis y discusiones vanas acerca de la derrota del 2-D. Esto no era del todo cierto. Lo que sucede es que ante tantas opiniones acerca de lo mismo, preferí escribir algo con la vista puesta hacia adelante, para transmitir optimismo, a la vez que expresaba algo sobre lo que sigo y seguiré insistiendo, y que al final tenía que ver, aunque sea indirectamente, con el tema que preocupa a la mayoría, la derrota pasada: hay que revisar la Revolución por dentro…

Considero digno de análisis el hecho de que, leyendo los numerosos artículos de nuestra página acerca del tema, existe un factor común en la opinión de los autores, determinante de aquel resultado. En muchos –la mayoría– de ellos, existe la opinión de que la corrupción, la ineficacia del aparato burocrático estatal (heredado de la cuarta), la ineficiencia de la Revolución para la resolución de los problemas cotidianos que nos aquejan, fueron la causa (o una de ellas) de la derrota de diciembre.

Por una razón u otra, pero la principal es la corrupción, incapacidad, ineficiencia de los aparatos gubernamentales locales y regionales. Y con respecto a esto, creo que también la mayoría coincide: el Presidente Chávez debe volver su mirada dentro de nuestras fronteras, otra vez. Especulamos muchos que, una vez conjurados los mayores peligros de la revolución (abril y diciembre enero de 2002 – 2003), y pensando que ésta se había consolidado lo suficiente, arraigándose en la consciencia colectiva del pueblo venezolano, era hora de dejar que la dirección interna del proceso cabalgara libre en manos de su equipo y de las bases populares; y de lanzarse él, con todo el poder de su carisma y de su ya legendaria gesta, al ataque contra el imperio norteamericano en el plano internacional.

Y una vez más, Chávez cumplió con lo suyo: el ALBA, Petrocaribe, Petrosur, la OPEP, sus actuaciones en la cumbres de las Naciones Unidas, cumbres regionales, MERCOSUR… Sin embargo, lo que dejó en manos de otros, no funcionó… al menos en gran parte. No podemos tapar el sol con un dedo, como él muchas veces lo ha dicho en otros contextos: las gestiones locales y regionales (la mayoría) son un desastre. Los ministros no han sido de lo mejor precisamente, salvo algunas muy escasas excepciones.

Una articulista decía que Chávez parece ser el único venezolano capaz de poner orden en todos estos aspectos. Tal vez sea cierto. Lo que sí nos parece irrefutable, es que no se puede primar logros a nivel internacional, a costa de perder terreno en nuestro país, dado que, lógica y obviamente, lo que se pueda lograr en el plano internacional depende de la permanencia de la Revolución en el gobierno nacional, lo que es determinado en última instancia por la correlación de fuerzas en la sociedad venezolana. Y no decimos aquí que depende del “pueblo venezolano”, porque ya hemos visto que una parte del pueblo (ignorante, torpe, pusilánime, etc, etc) puede ser instrumento ciego de su propia destrucción (como lo fue durante 40 años, y como Bolívar pudo darse cuenta hace tiempo); y otra parte de la sociedad venezolana, los que prefieren ser llamados “ciudadanos” o “sociedad civil” (en la que tenemos minoría) lo menos que sienten es la venezolanidad verdadera, y por ende, en medio de su alienación, estarán siempre en contra de este proceso.

No se debe caer en el error de generalizar cuando se habla del “pueblo venezolano”, de su “sabiduría”, de su “virtud”, de su talante “revolucionario” y “democrático”, etc. El “pueblo venezolano”, así como todos los demás, incluyendo la “sociedad civil” de todos los países del mundo, están compuestos por personas. Seres humanos únicos (no digamos “individuales”), con sus singularidades, sus virtudes y defectos. Y particularmente coincido con el maestro argentino José Ingenieros, en que vivimos tiempos de mediocridad. La mayoría de las personas tiende a ser mediocre, por múltiples y dispares causas; tal vez tantas como humanos hay en el planeta. Por tanto, los pueblos, sociedades civiles, etc., tenderán a ser mediocres, entiéndase la consecución de dinero fácil, la comodidad, el conformismo, etc. Por duro que suene, es así. Casi nadie anda, hoy en día, tras un ideal de excelencia.

Por eso mismo, el Presidente Chávez debe buscar y rebuscar, dentro de los millones que conformamos el “pueblo”, aquellos individuos excelentes que puedan acompañarlo en su misión, que seguramente no será la mayoría de ese pueblo, aunque se autodenomine “chavista”. Igualmente, dentro de la “sociedad civil” (lo cual sería más difícil aún), encontrar “chavistas” excelentes, capaces de ser reconocidos por sus obras. Es lanzarse a la búsqueda de ese “hombre nuevo” que se quiere alcanzar, pero que, si aguzamos los sentidos, nos daremos cuenta que no es tan nuevo, sino que nunca ha existido en abundancia, o como mayoría. Son frutos escasos, exquisiteces, rarezas que brotan de la sociedad aisladamente, y que un proceso como éste, con la mirada puesta donde la tiene, con la importancia que tiene para el planeta y la humanidad misma, debe tener en sus filas. No puede lograrse la multiplicación de ese “hombre nuevo”, “hombre excelente” (u “hombre socialista”, mejor aún), si ése hombre no dirige, no gobierna la sociedad.

De manera que, por el bien de la Revolución Bolivariana y de la humanidad, o nuestro Comandante – Presidente hace una retirada estratégica del plano internacional, para enderezar entuertos en casa, o se lanza a la caza urgente de otros “Hugos” (hombres excelentes, capaces, eficientes) que puedan gobernar el país con él y como él. Con la Ética y Moral Socialistas por encima de todo, de las comodidades y los lujos, incluso por encima de la propia vida.

La Revolución está sedienta de Hugos que la dirijan. Y estoy seguro que hombres y mujeres así no somos tan escasos en esta patria bendecida por la naturaleza.

Comandante Chávez… ¡Ordene!


P.D.: un dato importante a tener en cuenta, es que estos hombres y mujeres es más probable conseguirlos fuera de las listas de militantes en partidos políticos, así sean de la revolución.

jcuriven@hotmail.com


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